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La venganza perfecta para marido infiel: irse de viaje con su amante

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“Novia y amante” planearon la venganza perfecta contra el macho infiel. Lo abandonaron en Turquía y se fueron de viaje, juntas.

Una mujer, cuyo novio le era infiel, planeó una venganza perfecta: lo dejó plantado en el aeropuerto y se fue de viaje con su amante; o sea, con la de él.

Así revela que le sucedió a “Adam”, de 34 años, Diario NY.

Lo que nos cuenta el medio es terrible para los infieles. Una anécdota que confirma ciento por ciento cómo, muchísimas veces, cuando la amante se siente engañada, su mejor amiga es ¿quién? ¡pues la otra mujer engañada!

Así sucedió con el caso de Sophie Miller, de 26 años de edad, quien creía tenía una relación estable con “Adam” desde hacía nueve meses hasta que descubrió que el sujeto era cortadito con la misma tijera que “el resto”.

Cuando ella, en Houston, descubrió que “Adam” le era infiel, pues lo primero que hizo fue decírselo a la otra chica:

“Oye mira, Adam y yo llevamos 9 meses juntos. Acaso es que, ¿llegué yo después o fuiste tú la que llegó después?” algo así debe haberle dicho la mujer engañada a la “engañadora”, identificada como Kristen Bishop, una ingeniera de 33 años de Houston. Porque, bueno, hay que ser inteligentes.

Pero no; en realidad lo que le dijo fue: “Acabo de enterarme de ti. He estado saliendo con esta persona durante nueve meses y pensé que le gustaría saber sobre mí. Llámame si tienes alguna pregunta”.

Resulta ser, sin embargo, que la amante también estaba siendo engañada, porque el infiel de Adam no le dijo que tenía otra pareja. ¿Qué sucedió? Pues que ambas, juntas, idearon una ingeniosa y perfecta venganza: irse juntas, de viaje, y dejarlo plantado en el aeropuerto.

Así acabó el infiel de “Adam”

Cuenta Diario NY que Bishop llamó a Miller. Hicieron una videollamada para “desenmascarar” al infiel de Adam. Juntas, conversando, se dieron cuenta de que el hombre había estado en relaciones con ambas prácticamente al mismo tiempo. O sea, que conoció un día a una, y otro día a la otra (prácticamente). Y como las dos eran buenas, pues no supo cómo salir del bache.¡Descarado!

Ambas acordaron verse en persona para planear una singular y perfecta venganza, pues resulta ser que “Adam” le había dicho a Sophie que viajaría, por cuestiones de trabajo a Turquía, cuando en realidad lo que haría era irse con Bishop a una escapada romántica.

El pobre… ¡no sabía lo que le esperaba!

Así de contento iba en el avión el infiel de Adam. Más risueña estaba Bishop.

Las mujeres decidieron que Bishop continuaría los planes del viaje romántico a Constantinopla y Estambul, mientras que Miller viajaría antes a Turquía para que los tres se encontraran en el aeropuerto. El “bárbaro” de Adam, por supuesto, no sabía nada de esta venganza perfecta.

Bishop fue incluso más allá en su inteligencia. Ingeniera al fin, se las ingenió para cambiar el nombre de Adam, en las reservaciones del hotel y las excursiones.

¿Qué sucedió? Pues que cuando Adam y Bishop llegaron al aeropuerto de Estambul, allí estaba Miller esperándolo. Perdón, esperándolos. Disculpa, esperándola a ella, a Bishop.

El hombre se quedó plantado y vestido. Boquiabierto. Como una pieza.

Minutos antes ya Bishop le había mostrado fotos de él y de Sophie Miller juntos. También le dijo que había quitado su nombre de las reservaciones y le pidió que no las contactara nunca más.

Dice Diario NY que fue en ese instante, parece que saliendo por el pasillito de inmigración, que apareció Miller ante la mirada atónita y descompuesta, además de sorprendida, de Adam.

Ellas se saludaron, le dijeron bye bye al inteligentón de “Adam” y continuaron juntas, para disfrutar de las delicias de Turquía. Claro, sin el novio infiel de por medio.

Disfrutando Turquía

El hombre decidió aprovechar -ya que estaba embarcado y “atorado” en una venganza perfecta en el otro lado del mundo- para quedarse una semana. Quiso el destino que el vuelo de regreso que él tomó, fuese el mismo en el que regresaban Miller y Bishop de su disfrute y sano esparcimiento turco.

Refiere Diario NY que “Adam” iba justo sentado delante de ellas; pero ni siquiera se atrevió a virar la cara para mirarlas. Mucho menos, hablarles.

Ariel P.

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