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Coronavirus Cuba

La Habana: toque de queda, escasez e incertidumbre

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Los mayores y aquellos de menos recursos son los que peor la están pasando en estos días de pandemia en Cuba. El toque de queda vigente desde hoy en La Habana aumenta la incertidumbre

“Salga de la casa que ya estamos en fase uno, monte una guagua, vaya a la playa”, le dijo a Olga, de 68 años, una psicóloga que respondió al otro lado del teléfono habilitado para brindar consultas ante el alto grado de estrés que ha provocado entre los cubanos el coronavirus. La incertidumbre agobia a muchos.

Olga siguió las recomendaciones de los especialistas al pie de la letra. Fue a un restaurante, dio vueltas por la ciudad, visitó a familiares que no veía desde el inicio de la pandemia y pensó que ya era el principio del fin de los casos de la enfermedad en la isla. De la noche a la mañana, sin embargo, el contexto volvió a oscurecerse.

Las autoridades en La Habana comenzaron a aplicar las medidas de la desescalada por el coronavirus y los casos fueron cuesta arriba inmediatamente. Esto trajo como consecuencia que no se ha podido controlar la enfermedad con la premura que muchos pensaron inicialmente.

De ahí que este martes La Habana estará viviendo un toque de queda inédito desde el inicio de la pandemia. Se quiere tratar de contener y erradicar un virus que ha obligado a cerrar fronteras, frenar la entrada de turistas, entre otras medidas que han puesto en uno de sus picos más bajos a la deprimida economía nacional.

“Cuando decretaron la fase uno sentí que ya íbamos a volver completamente a la normalidad. Pero el resultado demostró que fue una medida apresurada. Las personas salieron como locas a las playas, dejaron de ponerse el nasobuco, llenaron los bares. Y ahora uno paga los platos rotos por los desaciertos de las autoridades de la ciudad”, expresa Olga a Cubacomenta. “Yo no aguanto más este encierro ni el estrés que me provoca conseguir los alimentos y cubrir mis necesidades básicas”.

Olga vive en el municipio Cerro en un edificio multifamiliar. Comparte el inmueble junto a seis vecinos. Gracias a la cooperación entre todos ha podido sortear mejor las dificultades de esta pandemia y la incertidumbre reinante.

“El gobierno indica que nos quedemos en casa, pero yo no he podido a pesar de mi edad. Vivo sola y tengo que hacer inmensas colas para comprar los alimentos porque del aseo ya casi ni me acuerdo. El otro día estuve en Galerías Paseo para comprar algunas latas de carne y lo que apareciera, pero después de tres horas salió un vendedor para decir que ya no quedaban. Yo estoy muy cansada por todo. Ahora mismo aplicaron una cuarentena más estricta y los productos no pueden comprarse sin correr el peligro de adquirir el virus en esas enormes colas ¿ Por qué es tan difícil hacer las cosas más organizadas y accesibles para que no prime la ley del más fuerte”, se pregunta y pone sus esperanzas para salir de la crisis sanitaria en el candidato vacunal cubano contra el coronavirus cuyos resultados deben estar en unos 6 o 7 meses.

Desde este martes y durante quince días las personas solo podrán salir a la calle de 5:00 am y hasta las 7:00 pm, salvo situaciones de emergencia para acudir a los cuerpos de guardia de hospitales o policlínicos por una dolencia.

“Yo no entiendo muy bien esa medida. Hasta ahora las personas se han contagiado en instituciones y en aglomeraciones y nada de eso ocurre después de las 7:00 pm. La medida no la veo mal pero la solución debe pasar por otro lado. Las personas seguirán haciendo colas, aglomerándose, gritándose unas a otras para comprar lo mínimo”, nos comenta un informático que prefirió no decir su nombre, mientras hacía cola en un banco para su tarjeta para comprar en las tiendas de productos en divisas.

La conversación fue interrumpida intempestivamente por un hombre de unos 70 años que rebatió en voz alta las declaraciones del informático. Además lo acusó de “contrarrevolucionario”. Él se apartó de la fila y le restó importancia al incidente. “Parece que han puesto este tipo de gente en las colas. No quieren que uno diga lo que piensa, pero eso no puede ser. Nadie puede ser abordado de esa manera tan irrespetuosa por decir una simple opinión”, lamenta.

Durante este lunes Cubacomenta visitó varias instalaciones dedicadas a la venta de productos de aseo y alimentos para conocer cómo los habaneros se preparaban para el toque de queda que por ahora se prevé hasta el 15 de septiembre. Muchos gastaban tiempo y ahorros con el propósito intentar pasar mejor los nuevos días de incertidumbre que se avecinan.

Las personas recorrían numerosas tiendas para tratar de guardar abastecimientos para estos días y salir solamente a lo imprescindible. Los productos en un grupo de establecimientos se terminaron tempranamente y no fueron pocos los que se fueron a casa con las manos vacías.

En las panaderías estatales las colas eran inmensas y los que contaban con una economía más holgada terminaron en locales privados para comprar pan, jugos y otros productos. En las tiendas en divisas también se hicieron largas filas. En una de ellas, en el Vedado capitalino, dos policías junto a un militar impedían tomar fotografías.

“Ahora para colmo aplicaron una medida que obliga a las personas a comprar en sus municipios de residencia. Creo que las colas y aglomeraciones se van a incrementar considerablemente así como el peligro de los contagios. Hasta que no encuentren una solución lógica a la venta de alimentos y otros productos no se va a resolver este problema”, aseguró una abogada jubilada en una panadería de Nuevo Vedado.

Sus hijos viven en el barrio de San Agustín, en La Lisa. La visitan con frecuencia para traerle algo de carne, queso y viandas que compran a través de un grupo de Telegram. “Gracias a la ayuda de ellos he podido enfrentar esta pandemia. Esta situación afecta sobre todo a las personas de la tercera edad y a las que viven solas. Ahora me preocupa mucho la vida en estos días en que se hará más difícil trasladarse de un municipio a otro”, nos cuenta con una voz un poco apagada por la preocupación, el tedio y la incertidumbre.

Durante la pandemia se han hecho más visibles las diferencias sociales entre los habaneros. Las personas con mayor poder adquisitivo han podido cubrir la mayoría de sus necesidades a través de distintos grupos en las redes sociales; el resto ha tenido que pasar largas horas afuera de las tiendas para tratar de conseguir sobre todo alimentos.

“Hoy empieza… y vamos a ver cómo logramos enfrentar estos días. No será nada fácil porque no existen las condiciones para enfrentar una etapa como esta y cumplir con la famosa frase de Quédate en casa. Suena muy bonita pero es imposible para una buena parte de los habaneros que están pagando ahora la apertura demasiado rápido de las playas, bares… Se culpa a la gente por indisciplina pero si hubiera existido un control más estricto no habríamos llegado hasta aquí”, manifiesta Hortensia, de 57 años.

Ella tiene residencia permanente en España y está tratando de tomar algún vuelo humanitario hacia el país europeo. “Aquí he tratado de ayudar a mi madre, de 80 años, a lidiar con un estrés tremendo que ha incrementado su habitual ansiedad. Solo ha podido hablar con su psiquiatra a través del teléfono porque no hay apenas consultas en los hospitales”, agrega angustiada.

Cuando terminamos este recorrido por algunos municipios de la ciudad, Cubacomenta volvió a comunicarse con Olga, en la noche, a través de una llamada telefónica. Ella dejó de ver un programa de televisión para conversar con este reportero. “Mijo, me siento muy sola y preocupada por lo que tenemos por delante. Solo deseo que todo pase pronto para al menos salir a la calle con seguridad y ver la caída de las tardes que me ayudan a olvidar un poco la situación y los malos recuerdos”. Como Olga otros muchos habaneros padecen la incertidumbre y una crisis económica que asfixia.

Texto y fotos: Ariel Peñate

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