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El fenómeno de los “okupas” parece tomar fuerza en Cuba en locales pertenecientes al estado que se encuentran en desuso, y sin la esperanza de algún día volver a utilizarse.

El reportaje lo trae en esta ocasión Diario de Cuba, que entrevistó a unos “okupas” que se han asentado en los jardines de La Polar y cuya causa común se resume en una frase de la primera entrevistada:

“No tengo dónde vivir”.

“Estoy viviendo aquí hace un año, seis meses”, dijo la entrevistada Yulaydi Planchet Agramonte, mientras que otro de los okupas reveló que lleva mucho menos tiempo, pero su situación es igual de complicada.

“Bueno, yo llegué aquí hace como tres meses, (…)”.

“No tengo casa”, aclara.

Otra de las “okupas”, Yormari Mederos Estévez, señala:

“Estaba casada con un hombre y ya se acabó la relación y me echó a la calle y yo tuve que venir y meterme aquí porque no encontré otro local y estuve durmiendo durante el embarazo de mi hija en la calle”.

La misma mujer alega que por estar ilegal ahí, la multaron con 3000 pesos.

“No tengo cómo pagarlo. No sé qué voy a hacer”, admitió al fotorreportero que la entrevistó.

“Amparada” en las palabras de “su presidente”, la primera entrevistada confía en que las gestiones para que los dejen quedarse allí fructificarán en un futuro inmediato.

“Nuestro presidente expresó que no nos podían sacar aquellas personas que podían tener, hacer su casa en un huequito que encontraran, que se metieran, que hicieran su casita con los recursos de ellos, pero nadie podía molestarlos”.

“Llevo 30 años trabajando en lo que es la propaganda revolucionaria, (…) es doloroso que ni siquiera tenga un pedacito de tierra. Yo les pido simplemente un pedacito de tierra”, dijo el hombre entrevistado e identificado como Osmar Alcolea Solís.

El Estado la engañó y demolió su casa

Mientras escuchaba el material y hacía la correspondiente y dolorosa transcripción, recordé un triste caso aparecido en la prensa oficialista el pasado 3 de junio, que guarda “similitudes” con las historias de los okupas que se encuentran en los jardines de La Polar.

Alexandra Sonia Gerez Amador (Calle Perkin no 11, interior, San Miguel del Padrón, La Habana) cuenta que hace más de cuatro años, la Dirección Municipal de la Vivienda y el Gobierno Municipal le dijo que demolerían su vivienda, que se encontraba habitable, para hacerle una nueva.

Según la carta publicada en el diario oficialista Juventud Rebelde, “su casa estaba en buenas condiciones, no era necesario demolerla”.

La mujer sin embargo confió en la Revolución y en las promesas de Vivienda y el Gobierno, y autorizó que la echaran abajo.

Hace cuatro años de eso y aún espera por la nueva morada.

La mujer “ha escrito a las oficinas de Atención a la Población, se ha entrevistado con los funcionarios que tienen que ver con este asunto y nada”, resumía la mujer su triste historia, que puede muy bien ser la génesis de un fenómeno cada vez más global: el de los llamados “okupas”.

Ariel P.

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