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“Heredero” de Paquito el de Cuba defiende a Buena Fe

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Yuris Nórido, “el heredero de Paquito”, intenta defender a Buena Fe y a los artistas cubanos en Trabajadores. Nunca dijo todo lo que debió decir.

Las famosas listas, exclusiones y la obligación de los artistas cubanos a agradecer siempre a Fidel y de la Revolución por sus logros, no comenzó ahora; comenzó hace mucho tiempo.

Yuris Nórido, un joven periodista cubano y conocedor “profundo” de los temas socioculturales en la isla de Cuba, a quien muchos -por más de un parecido- lo llaman “heredero de Paquito el de Cuba”, volvió otra vez a mezclar calabazas con tomates y a confundir cosas que no debió haber confundido.

No es la primera vez que Nórido se equivoca en sus argumentos y se convierte en diana de críticas.

En diciembre del año 2018 asombró a propios y a entendidos con una nefasta aparición que hizo en las Culturales del Noticiero Nacional de Televisión, en la cual justificó la aplicación del Decreto 349 en el ámbito cultural cubano.

Su defensa de esa herramienta legal del gobierno para censurar y reprimir el arte y la cultura no oficiales, no fue otra cosa que una reinterpretación de Nórido a las palabras del olvidadizo Abel Prieto Jiménez.

Prieto Jiménez había argumentado días antes que el 349 era útil para implementar una política cultural coherente, que elimine el intrusismo profesional en el país, cuando el principal intruso en el arte cubano es el propio ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso Grau, un ingeniero con un solo poema destacable en su “fecunda obra literaria”, pero con sobradas muestras de fidelidad política que le han garantizado la publicación de sus textos, primero, e ir escalando puestos después como “cuadro cultural” de la Revolución.

Nórido, en aquel entonces -hace ya 23 meses- dijo que la Constitución cubana garantizaba la libertad creativa en un comentario hecho en la sección Contrapunteo del viernes 7 de diciembre. Criticó la aparición de espacios públicos, ya fuesen estatales o privados, “que sean rehenes del mal gusto, la grosería y la simplicidad a ultranza” y dijo que el Decreto 349 iba a ocuparse de eso.

Yuris vivió entonces, tal vez, el primero de sus muchos encontronazos con colegas que antes le admiraban por su defensa de la cultura y que se vieron de pronto “consternados” por argumentos tan simplones.

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Iguales de simples fueron ahora sus palabras en el Trabajadores . Ya desde un inicio tropieza al intentar explicar un fenómeno que le queda más grande que el saco que se puso para aparecer en la televisión cubana en el 2018 y que también fue objeto de burlas.

“El heredero de Paquito” defendió a capa y espada a Buena Fe, usando argumentos racistas como el de “lista negra” -en realidad la famosa lista a la que hace referencia es “roja”- y dijo que “de un artista, en todo caso, habría que esperar que hiciera arte”.

“Eso es lo primordial. A un artista hay que va­lorarlo, primero que todo, por el vue­lo de su creación, por el impacto en su público, por sus aportes al acervo de su nación y del mundo”, expresó después.

Que el dúo Buena Fe ha hecho música y arte, con sus altibajos creativos o de “género”, que se hayan transformado de “críticos sociales” en sus inicios -con un disco y una “amistad” con Frank Delgado que les provocaron no pocos encontronazos y dolores de cabeza- a los defensores a ultranza de “la fe” que ahora, los defienden luego de que Israel haya decidido “cambiar su música”, no nos queda duda.

Que han sido unos de los que han viajado a EE.UU. y han mostrado mejor “talento” como artistas, es innegable; pero eso de que “han realizado importantes acciones culturales comunitarias en tiempos de la pandemia” se queda “limitado”. Más mérito comunitario tienen, por ejemplo, Michel Mirabal, Haydée Milanés, Athanai Castro, David Blanco, Descemer Bueno, entre algunos otros.

Si descontáramos a Buena Fe del listado numeroso de artistas cubanos que -para seguir la cuerda del “heredero de Paquito”- han dicho en Miami que “no hablan de política” y luego en Cuba, “sí hablan de política”, el listado sería largo.

Está claro que ejemplos de “encerrona política televisiva” en Miami los ha habido -así, de memoria, recuerdo alguna a Manolín, a José “El Pillo”, a Tony Ávila, a la señorita Dayana- pero el punto aquí sería saber por qué un artista cubano no puede dar la declaración política que estime conveniente. Incluso, por qué “el escándalo” con las declaraciones que cada cual haga.

Habría que ir a la génesis, no a las ramas de un asunto que tiene ya muchísimos años.

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Uno pudiera estar en contra de la famosa “lista roja” que aseguran que existe, que por ahí circula, y de la que muchos detractores aseguran no tiene fuerza legal; pero los primeros que comenzaron a hacer listas no empezaron este año.

De hecho, si descontamos “la encerrona” que le quisieron hacer a Pérez Buesa en el aeropuerto de Santo Domingo cuando le pidieron expresara una opinión política, habría que tener muy en cuenta aquellos años -Nórido no había nacido- en que los artistas y deportistas debían agradecer sí o sí, delante de las cámaras, a Fidel y a la Revolución por sus logros.

Habría que entender, por ejemplo, que la prensa “afuera” es libre -mala o buena- pero libre. Que hay programuchos y dizque periodistas y entrevistadores de bulto, sin contar los que se hacen pasar y se creen “influencers” y buscan subir de rating entrevistando a la figura del momento. Llámese Buena Fe o “El Kokito”.

Buena Fe, un grupo que aboga por la unidad y amor entre cubanos

Buena Fe vuelve otra vez a ser “objeto de análisis”.

La lógica indica que nadie debería buscarse “problemas” por lo que dice; pero los primeros que empezaron a buscarse problemas por decir lo que no se podía oír, o por no decir lo que se quería escuchar, no fueron los que surgieron al mundo cultural y periodístico hace 10 años.

“Un artista, como todos, tiene opiniones políticas, se posiciona ante las peculiarida­des de un contexto, puede expresar sus preocupaciones y compromisos sociales mediante su obra”, dice Nórido, sin que por ejemplo explique por qué artistas como Oscar de León, Celia Cruz, Moncho, Julio Iglesias, Mike Porcell, y otros fueron “desaparecidos” de las radios nacionales.

Yo no creo que Buena Fe necesite de esta defensa fallida en Trabajadores. Si uno revisa y conoce a Israel Rojas, sabe que el guantanamero devenido habanero ha estado desde hace muchos años particularmente interesado en la política y no creo que de un lado u otro del estrecho le hagan cambiar sus preferencias.

Pienso más bien en el resto de los “artistas” y sobre todo, pienso en el modo en que piensan miles de cubanos que fueron expulsados -Nórido no habla de ellos- de Cuba por sus creencias políticas. Por su interés en formar parte de un cambio. Por disentir u opinar distinto.

Ahora, para Nórido, pudiera resultar “más normal” decir lo que uno piensa. Pensemos, por ejemplo, que esos post “calientes” que a cada rato vemos en Facebook salidos de la cabeza de algún que otro artista que se revela crítico, en determinada circunstancia contra alguna arbitrariedad o chapuza gubernamental, 30 o 40 años atrás significaban el fin de toda una carrera en la radio, la televisión, el cine o la literatura; tras lo cual le sucedía el correspondiente exilio.

El heredero de Paquito puede criticar -derecho tiene a hacerlo- que una parte del exilio en Miami, se manifieste en contra de la presencia de Buena Fe, Haila María Mompié, Alexander Abreu y otros artistas cubanos residentes en Cuba, en la ciudad floridana. Puede estar también en contra de que el alcalde de Miami, Francis Suárez declare a alguno que otro “figura non grata”. Puede oponerse a que “ciertos sec­tores ultraconservadores radicados en los Estados Unidos, sostenidos por intereses político-electorales de algunas élites del poder, preten­den castigar a varios artistas por el “delito” de hacer arte en Cuba y apoyar ese sistema de institucio­nes; o que “quieren castigarlos porque apoyan y defienden la política cultural de la Revolución o sencillamente no la rechazan. Por el derecho de expre­sar sus opiniones. Por su decisión de permanecer.”

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Manifestaciones, pancartas, listas… ninguna de esas personas ha tenido y no tendrá el poder de expulsar a nadie de los Estados Unidos, mientras que el gobierno y estado cubanos ha tenido y ha ejercido el poder de expulsar, y también el de no admitir.

Algunos de esos que se manifiestan contrarios a la presencia de esos artistas piensan en que algunos de ellos son, no tanto gente que apoya el sistema de instituciones de la isla, sino gente que viene a buscar en el país que ellos y las propias instituciones de la isla a cada rato atacan, los recursos monetarios -electrodomésticos en Black Friday incluidos- que el sistema que les exige ser fieles y no ser transgresores, no le garantiza. Si a eso le sumamos que muchas veces, muchas, vienen, ganan dinero y ni siquiera pagan taxes, uno entiende mejor el porqué de una parte del sentimiento de adversidad.

Del mismo modo en el que se reprime se les niegue el acceso a EE.UU., donde único parece existir -o en el extranjero en general- el mercado económico que les garantiza un tren de vida diferente al del resto de la población cubana, Trabajadores y el heredero de Paquito deberían abogar por una disculpa pública del gobierno en el caso de tantos y tantos artistas cubanos que fueron forzados a marcharse al exilio, para no hablar de que se le permita a Manolín, Gloria Stefan, Willie Chirino y otros muchos más, regresar a la isla a cantar. No es cantaleta. Se trata de reciprocidad.

Israel Rojas

No hay artista cubano que le guste hablar más de política que Israel Rojas. Si alguien sabe medir lo que dice es él. Foto: Cubadebate

No se va a un país a hacer política; pero el ser humano -artistas incluidos- no debería estar “por ahí”, allá o acá, aguantándose las ganas de decir lo que piensa; o pensando que lo que diga puede serle contraproducente. Allá o aquí.

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Habría que pensar, sugiero yo, indagar por qué y quiénes nos llevaron a este punto de no retorno. A que se les pida a los artistas cubanos residentes en la isla un posicionamiento político una vez que viajan al extranjero; y a que los que viven allá, puedan “subsistir” si el posicionamiento político es contrario a los intereses del estado.

Boicotear, chantajear, presio­nar… en eso son especialistas ciertos personajes que residen, respiran, ordenan e influyen en la sociedad cubana actual. Nórido, el heredero de Paquito, y Paquito mismo, están -por ejemplo- muy en contra, muy, demasiado, del posicionamiento político de alguien como Iroel Sánchez que, ha hecho más daño y hace más daño, que cientos de los que cualquiera, por ejemplo, protestaron frente a Estudio 60, en Miami, exigiendo la cancelación del concierto de Haila María Mompié.

“Algunos creadores de va­lía han cedido y se han sumado a un espectáculo lamentable, que tiene que ver más con la politiquería mediática que con el arte verdadero“, dice Nórido, y yo pienso por ejemplo en la “transformación” que ha dado Raúl Torres. O en el oportunismo de Arnaldo Rodríguez y Ray Fernández. El primero con una Paladar a la cual le llegan los turistas no por méritos culinarios, sino enviados desde el MINTUR porque Arnaldo es “de los fieles”. El segundo, que jamás se ha sumado a un proyecto cultural de su “amigo” Michel Mirabal y no le ha cantado a un niño de barrio pobre, ni ha donado un centavo para comprarles alimentos.

“Es paradójico que los que acu­san a Cuba de politizar su arte ter­minen por politizar el arte tan bur­damente. No es Cuba la que cierra puertas, prohíbe encuentros, limita presentaciones”, dice el heredero de Paquito, y a mí me parece que, o nací ayer, o que Nórido tiene mucho miedo de decir todo lo que debería decir.

Un consejo: que imprima la frase de “Nada más ajeno a las esencias liberadoras del arte que los contu­bernios groseros de los que quieren plegarlo a la mezquindad y la into­lerancia” y que la lleve y la entregue en el Ministerio de Cultura. E incluso, si pudiera, si se atreviera, en el Comité Central del Partido.

Ariel P.

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