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Cuba

Cuba: desnudan a periodista independiente en estación policial

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Periodista independiente Héctor Valdés Cocho denuncia el trato que recibió en estación policial del municipio habanero de 10 de Octubre

Quienes desde 1959 gobiernan Cuba temen -y mucho- a las redes sociales y a cada denuncia que el periodista independiente Héctor Valdés Cocho y otros como él hacen sobre la represión y las faltas de libertades en la isla.

Ayer varios activistas salieron de sus casas hacia Villa Marista. Querían pedir razones, en la propia guarida de la policía política, sobre el proceso que se le sigue a Hamlet Lavastida. El artista regresó a la isla luego de una estancia en Berlín, pasó la consabida cuarentena y luego la Seguridad del Estado lo retuvo. Valdés Cocho también intentaba reportar lo que allí ocurría.

Sin embargo, el periodista independiente que trabaja para ADNCuba no pudo hacer su trabajo. Antes un hombre de civil y dos oficiales uniformados lo apresaron, sin identificarse siquiera. Luego de ser liberado, Héctor explicaba en su perfil de Facebook: “Hoy sentí miedo, mentiría si digo lo contrario. Hoy vi el rostro más negro de la maldad y el lado más oscuro del ser humano. Mi abuela que en paz descanse me contó la historia de terror que vivió una amiga que tuvo, la cual luchaba contra la dictadura batistiana. Meyi le decían, si mi mente no me falla era así. Resulta que de tantos momentos horrorosos que vivió, en una ocasión que fue apresada en uno de los cuarteles de aquella época, uno de los jefes de policía llamado Ventura, mandó a que abusaran de ella varios hombres para que así ella dijera donde se encontraba Fidel. Recuerdo que en modo de broma le decía yo a mi abuela que esa señora era tonta, que debía haber hablado; sin tan siquiera imaginarme que hoy estuve a punto de vivir ese espantoso momento que tiempo atrás vivió esa mujer”.

Valdés Cocho detalló además lo que sucedió cuando fue trasladado a la estación policial de 10 de Octubre: “En cuanto llegué fui bajado hacia los calabozos pero antes desnudado sin autorización alguna para ellos comprobar que no trajera encima ningún dispositivo de grabación. Me pusieron en una celda solo, según ellos para prevenir que me contagie con el virus, cuando más que comprobado está el verdadero virus que padece Cuba. Casi al instante entraron a la celda dos hombres de unos treinta y tantos años, uno de ellos más delgado que el otro, me pareció raro desde el comienzo ya que me habían dicho que estaría sólo. Al momento comenzaron a ofenderme por mi orientación sexual, me decían que mi cara les era conocida de algún sitio; hasta que uno de ellos, el más fuerte, me preguntó que si yo era el pajarito de las redes sociales, la damita que vivía en San Isidro. Al ver que yo no les contestaba comenzó lo que hasta este entonces sería para mí, el capítulo mas espantoso de mi vida. Uno me tomó por los brazos y me pegó a la pared, mientras el otro intentaba tocarme los glúteos mientras me decían en el oído que ellos sabían cómo tratar a las princesas. Aún siento su hedor, juraría que olían alcohol; no puedo ni podré olvidar el aliento de uno tratando de con su lengua tocar mi cuello. No atiné a nada solo a gritar, apenas me salía la voz entre los sollozos y al escuchar los gritos llegaron dos policías y me sacaron de ahí, uno de ellos sonriendo. Todo era muy turbio, oscuro, como preparado”.

Se cuestiona asimismo el periodista independiente en su post:
“¿Qué institución en este país vela porque este tipo de actos realizados a personas que disienten sean penalizados? Esa pregunta me la hacía una y otra vez en aquel espantoso lugar. Lloré, lloré y mucho, creo que aún lloro por dentro. Siento asco, no de mí, sino de ellos”.

Por intentar saber qué causa ha armado el gobierno de Cuba contra el artista Hamlet Lavastida se sucedieron durante el fin de semana arrestos y cercos policiales en viviendas de activistas y reporteros de medios independientes. Hoy El Estornudo publica un artículo de la colega Mónica Baró al respecto. Escribe Mónica:

“La violencia no solo pone de manifiesto relaciones desiguales de poder sino, además, la falta de argumentos de quien abusa de determinado poder para ejercerla. La violencia nunca tiene argumentos. No importa cuántas excusas el gobierno cubano fabrique luego. Un represor frente a su víctima solo usa la superioridad de su fuerza”.

Neus Francino

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