Cuba
Exportadores de carbón en Cuba “se alimentan” con tendedera eléctrica
Hombres de campo al fin, estos exportadores de carbón parecen resignados a vivir con corriente eléctrica gracias a la tendedera, porque el Estado solo les pone trabas burocráticas, en lugar de un cable que les humanice el trabajo.
Desde el 2013 entregan cada año 18 toneladas de carne; aseguran que pueden exportar anualmente entre cinco y seis contenedores, y sin embargo el Estado no les pone la bendita corriente eléctrica.
Aunque trabajan a 500 metros de un banco de transformadores, “exportadores de carbón” en la provincia de Granma se alimentan de corriente eléctrica gracias a una tendedera, una muestra más del interés que le pone el gobierno en Granma -y en Cuba- a las formas no estatales de producción que, por añadidura, debe entenderse como un “interés” a la captación de divisas.
Del hecho dio cuenta, casi que como una crítica solapada, el diario La Demajagua. Una información “deslizada” entre un extenso artículo que refleja el quehacer de un grupo de hombres interesados en exportar el carbón fuera de la isla.
No debería serle muy difícil a la Empresa Eléctrica de Granma tirarle un cable, con todas las de la ley a estos exportadores de carbón, pero en Cuba las cosas marchan patas arriba.
De hecho, esta exportación e importación por parte de personas naturales asociadas bajo la nomenclatura de “formas no estatales de producción” ha sido durante años el anhelo de no pocos productores del país.
Así lo habían planteado durante años en congresos y eventos ante no pocos funcionarios de pequeño, mediano, alto y altísimo rango en el país. La respuesta que siempre se les dio fue la misma: “eso está en contra de los preceptos del socialismo”.
Sin embargo, ahora con el fango al cuello, al gobierno de Miguel Díaz-Canel no le ha quedado más remedio que aflojarle el lazo a sus “pequeños productores”, y aunque ha divulgado por todos los medios de comunicación en la isla que los apoya en la tarea, la realidad que viven estos campesinos de la finca La Larga bien pudiera decir otra cosa. Además del carbón, tienen 1,82 caballerías de tierra dedicadas en lo fundamental desde el 2013 a la producción porcina. Desde ese año han entregado como promedio anual unas 18 toneladas de carne de los animales de ceba.
Hombres de campo al fin, estos exportadores de carbón parecen resignados a vivir con corriente eléctrica gracias a la tendedera y hasta se ofrecen a exportar anualmente entre cinco y seis contenedores, sin que en sus palabras exista un trueque a cambio por la energía que merecen tener.
De hecho, si tuviesen corriente eléctrica, estos tres jóvenes hermanos -Manuel, Javier y David Labrada Zamora, y también su padre Oscar- producirían más carne y más carbón.
Con la exportación al menos del segundo, y con la falta de contratos con transportistas, trámites burocráticos entorpecen el buen desempeño de los cuatro.
La Demajagua, medio que se encarga además de andar detrás para arriba y para abajo con Federico Hernández, máxima autoridad en la provincia, cita otras trabas. Una de ellas es que “el cuentapropista, amén de su licencia para exportar, no puede a título personal contratar los servicios de Cuba Control, vitales para acreditar la calidad de la carga” y añade que “ese trámite también se hace con la exportadora como mediadora, a la que el productor entonces debe pagarle en moneda libremente convertible”.
“A duro trámite -dice el portal oficialista- un primer contenedor con 20 toneladas de carbón ya salió de “La Larga”, un segundo está por salir y se trabaja en el volumen productivo para un tercero”.
“Mientras, Manolín y su familia continúan produciendo carbón, aunque en su beneficio manual el hollín se les cuele intempestivamente por la nariz, por los oídos, por los ojos…” (cuenta el medio), aspiran todos a que “en un futuro cercano la finca pueda disponer del solicitado servicio eléctrico, pues hasta el momento se alimenta de tendedera (a 500 metros hay un banco de transformadores) y eso imposibilita la utilización de medios oportunos, y de los cuales ellos disponen, como por ejemplo, una báscula, una máquina forrajera para la alimentación del ganado, y una zaranda que beneficie el carbón en toda la extensión de la palabra, y de paso humanice en un 80 por ciento el trabajo de quienes lo producen”.
Tal vez el Derrochador en Jefe, Ramiro Valdés Menéndez, pudiera darle a estos exportadores de carbón un poco de toda la corriente eléctrica que él, en su casa de Jaimanitas, en La Habana, malgasta a tutiplén.
Ariel P
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