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Debate Vicepresidencial: Una mosca y un nulo abrazo

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Del debate presidencial de ayer ha trascendido una mosca. Sí, aunque no lo crean ha sido así. Y un frío abrazo. Eso sí, fue ¡un debate respetuoso! como se merece América. No el chancleteo Biden-Trump.

América merecía un mejor debate que el amargo conflicto protagonizado por Joe Biden y Donald Trump. Y lo tuvo. El debate vicepresidencial de ayer entre Kamala Harris y Mike Pence nos hizo recordar los días gloriosos -aquellos- en que un demócrata y un republicano se enfrentaban cara a cara y discutían civilizadamente sobre los más diversos temas que afectaban el presente y definían el futuro de los EE.UU.

Tanta fue la paz, que hasta mi vecina, argentina y jubilada, que dice no saber ni interesarle la política se detuvo unos minutos frente al televisor y le dijo a su esposo: ¿Por qué no son estos dos los que van por la presidencia?

Sí, porque lo que menos uno puede desear para un país en medio de una pandemia, con una economía que, al más leve estornudo se tambalea, es otro debate como el que sostuvieron Biden y Trump. ¿Habrán dejado estos dos un precedente para el próximo encuentro entre el anciano de 74 años y el de 78? No lo creo, pero pudiera servirles de inspiración.

¿Qué sucedió anoche?

Pablo Guimón, en el diario El País, apunta que el debate comenzó con una Kamala Harris agresiva hasta que las aguas tomaron su nivel y Pence la “neutralizó” más adelante “llevándola a su terreno”.

Guimón tiene su opinión. Yo la mía y ustedes tendrán la suya.

Coincido con el analista que este fue “un debate muy diferente al que protagonizaron Trump y Biden”; que estuvo “mucho más rico en sustancia política y, en parte por la prohibición (no siempre respetada) de interrumpir al contrincante, mucho más respetuoso”; pero, decir que Kamala Harris no cumplió las expectativas -“estaban muy altas para la candidata demócrata”, refiere Guimón- es un craso error.



Donde único Pence ganó sus buenos puntos fue cuando descolocó a la Harris y a Biden, con relación al dale para alante y dale para atrás que estos tienen con relación al Green New Deal. Fuera de eso, hay que reconocerlo, la Harris golpeó, a veces más suave, a veces más fuerte, en el punto certero.

Le dio, incluso, expresó ella, un “repaso de historia a Pence” que la interrumpió solo una vez, pero en al menos diez veces no le hizo caso a la moderadora cuando esta le reclamaba que se le acababa el tiempo.

El vicepresidente de los EE.UU. eludió al menos tres veces responder directamente la pregunta formulada por Susan Page y decidió recuperar -y emplear- el tiempo en volver sobre la pregunta anterior ya que, todas las veces, la Harris le dejó el escenario caliente.

La senadora, si bien no salió todo lo airosa que se esperaba hubiese salido con relación al tema de la pandemia del coronavirus y los 7 millones de infectados y 200 mil muertos en EE.UU., supo sacar cierto provecho en cuestiones como el aborto, la guerra con China, la salud y el respeto a los norteamericanos.

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Sus problemas estuvieron allí, cuando Harris le hizo reconocer que no se puede hablar de un “Comandante en Jefe” cuando, se habla despectivamente de gente como el difunto senador John McCain.

Tampoco pudo hacer mucho Pence cuando intentó hacernos creer que Trump “ha dejado claro que vamos a seguir escuchando a la ciencia” en asuntos de medio ambiente y recurrió a un par de “mentirillas”. También mintió con relación al supuesto beneficio de la guerra con China, y no pudo decir por qué Trump le alivió millones de dólares en taxes a los más ricos.

Sin embargo y en términos de símbolos y gestualidades, lo mejor llegó casi a mitad de la noche y al final del debate.

Tuvo mucha mala suerte Pence cuando una mosca se le posó en la cabeza y no parecía querer irse. La dichosa mosca desvió la atención de lo que él decía y, algunos creen firmemente que en la mosca hay un simbolismo. ¿En qué se posan las moscas?

Pero, olvidando el insecto, lo más triste que le pudo pasar a Pence llegó al final.

Tal y como sucedió con Trump y Melania tras terminar el debate presidencial, anoche la esposa de Mike Pence subió al escenario y otra vez se repitió la escena del frío saludo. Un beso de compromiso y para de contar. Una imagen que a muchas mujeres les habrá resultado dolorosa, de ver como una mujer puede actuar con un respeto, que simula miedo, hacia un hombre, mostrándose distante y poco afectiva.

Uno pudiera pensar que, si no es eso, pudiera parecer que el congelado beso no fue una felicitación, sino más bien un “Vale, lo intentaste”, similar a esa mano maternal que se le posa a un niño sobre su cabeza u hombros cuando rompe algo sin querer y la madre le dice: “Ya sé, ya sé, no pasa nada; se compra otro. No te castigaré por eso”.

El esposo de Harris, en cambio, tal y como hiciera Jill Biden con Joe, la abrazó con ternura y admiración; una muestra que a millones de americanos pudiera habérsele metido en los huesos recordándoles que la base de la sociedad norteamericana es la familia.

No la guerra comercial con China.

por Roberto A.

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