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Cuba

Cuba: Abraham Jiménez Enoa es la voz de los que padecen

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Lo que cuenta Abraham Jiménez Enoa en sus columnas en The Washington Post y Gatopardo es lo que los represores quieren silenciar: la voz de los que padecen Cuba

Hay días en que ser periodista te puede avergonzar. ¿Cómo hay tantos colegas que permanecen en silencio todavía? ¿Se sienten intocables algunos de los que ejercen la profesión en Cuba? Lo que está sucediendo con Abraham Jiménez Enoa es abominable. No fueron tan solo las cinco horas de interrogatorio a quien hemos leído en El Estornudo, The Washington Post o Gatopardo, es también el después. Su voz es la de otro más de los que padecen por vivir en Cuba.

En su columna de ayer domingo en The Washington Post, titulada “Si esta es mi última columna aquí, es porque estoy preso en Cuba“, por vez primera Abraham relata mínimos detalles de su vida privada porque la Seguridad del Estado se ha ensañado también con su padre, su madre y su pareja embarazada. Todo por pensar y ser la voz de los que padecen Cuba.

Dice Abraham: “La Seguridad del Estado puede —como me está pasando a mí— expulsar a tu madre de su trabajo y dejarla sin empleo. La Seguridad del Estado puede citar a tu padre para interrogarlo. La Seguridad del Estado puede escribirle a tu pareja, en medio de un embarazo, mensajes con calumnias. La Seguridad del Estado puede meter en un calabozo y luego llevar a interrogatorio a un vecino solo porque es tu amigo. La Seguridad del Estado puede dejarte arrestado en tu propio domicilio cuando le plazca. La Seguridad del Estado puede prohibirte salir del país hasta que estime. La Seguridad del Estado intercepta el teléfono de tu casa, tu teléfono móvil y te corta el internet cuando desea. Todo eso lo puede la Seguridad del Estado, que es más o menos el resumen de lo que me ha hecho en los últimos años, pero vuelvo a aclarar que ni siquiera soy la peor de las víctimas”.

No quiere erigirse este joven periodista en mártir, lo deja claro. Vive en la isla y sabe que  únicamente es otro de los que la maquinaria de represión de quienes gobiernan Cuba quiere triturar. Ya lo apunté en un post anterior, su delito es contar al mundo la otra realidad de Cuba, esa que siempre han querido tapar el G2 y sus compinches.

Quienes quieren avasallar en la isla hace más de seis décadas a todo el que piensa diferente desdeñan la honestidad y la entereza de aquellos en los que no pueden inocular el miedo. Aunque quieran. Abraham lo expresaba así en su columna del pasado viernes para Gatopardo,”El precio de contar historias en Cuba“.

A un amigo del barrio, Mauricio, lo acorrala la Seguridad del Estado con citaciones. Y sin éxito, por ahora Mauricio y Abraham se siguen viendo. Y el periodista no deja de señalar el origen de todos los males de Cuba, sin flaquear: “Uno sabe el costo familiar, social y personal de decidir hablar sobre las zonas oscuras del castrismo. Aunque esperados, son golpes duros y el cuerpo se los siente. No hay nada más frustrante que perjudicar sin intención a tu gente más querida. Pero esos zarpazos de fiera herida y humillada, esos alaridos desquiciados, esos golpes cobardes delatan los verdaderos r’asgos del sistema tiránico que construyó Fidel Castro y que, aun sin él, siguen en pie”.

Son los dóciles los que deben tener miedo. No Abraham Jiménez Enoa. Los que hoy callan y siguen sumisos, probablemente un día les cueste mirarse al espejo. O no. Y sigan simulando reverenciar a quienes han hundido la isla.

Ania Liste

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