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Cuba

Los uniformes escolares son el nuevo pollo del cubano

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Por Silvia Alemán Fundora

Pese a los anuncios oficiales, de que la venta de uniformes escolares comenzaría a finales de julio y se extendería durante todo agosto… la realidad es otra: los padres confirman que no hay uniformes para el nuevo curso

Las filas en los puntos de venta de los uniformes escolares han mermado. ¿El motivo? Los cubanos no tienen nada que buscar allí. Quienes dejaron la tarea de priorizar la prenda para último momento, “huyéndole a la cola”, se toparán con la triste realidad cuando decidan acercarse: no hay uniformes para el nuevo curso.

El pasado 17 de junio, Nancy Valdés, viceministra de Comercio Interior, anunció mediante el espacio Mesa Redonda que la venta de uniformes escolares comenzaría a finales del mes de julio y se extendería durante todo el mes de agosto.

Asimismo Valdés precisó que la distribución se haría en un orden específico, en el cual tendrían prioridad los pequeños que cambien de nivel de enseñanza y aquellos pioneros que ingresen al quinto grado. Los que no estuvieran en ninguna de estas situaciones, tendrían que esperar su turno en agosto. Estas fueron las primeras señales de alarma, que se justificaron con un retraso en la llegada de materias primas.

Como si esto fuera poco, Mirla Díaz, vicepresidenta primera del Grupo Empresarial de la Industria Ligera, explicó que la distribución de la prenda en el país no sería homogénea, sino que las provincias de Santiago de Cuba, La Habana y  Matanzas serían favorecidas en la entrega; pero siempre dejando bien claro que la disponibilidad existiría. Esta fue la primera mentira.

Al llegar a cualquier punto de venta, debes buscar la escuela en la que estudia tu hijo, para ver si puedes obtener la prenda en el establecimiento. Aun después de esto, tu menor debe estar registrado en la lista del lugar si no, estás perdiendo el tiempo.

“¡Las colas son infernales todas, y esta más, porque no avanza!”, me dice Janet, mientras permanece al Sol y mira por la ventana. Dentro el panorama no es mucho más alentador. Una pequeña masa de padres sudorosos remueven todo, sin encontrar una talla con la que no sea necesario hacer tanto arreglo.

“Lo que pasa es que no hay”, me aclara Humberto, mientras arrastra a la pequeña Sofía por el establecimiento, “y cuando encuentras una talla que le queda bien, viene la tendera y te persuade para que se la dejes, por si viene un niño más chiquito. Casi que te obligan a comprar el uniforme grande”.

Francisca ya no puede con las piernas. Como a muchas abuelitas, le toca hacer esta tarea, “Mi niña, lo que he visto pasar por aquí… ¡Carretas y carretones! La amiguita de fulana, la prima de mengana, la gente vendiendo los turnos. Estoy aquí desde las 7:30 de la mañana  y mira… Son las doce y no he pasado. Me tocará esperar a que terminen el almuerzo. ¡Esta carrera es de resistencia, mija!”

Ante las quejas de la población, el MINCIN respondió a las dudas de los usuarios mediante la sección “La pregunta” de Cubadebate. En el comunicado, la entidad apeló a que la mayoría de sus operarias son mujeres que se encuentran de vacaciones, por este motivo los uniformes no están terminados.

No obstante,  la respuesta no fue suficiente para los consumidores, quienes sostienen que la etapa correspondiente a la última quincena de agosto es “muy poco tiempo para arreglar un uniforme”, y que debería extenderse la compra a la totalidad del venidero curso escolar, pues los insumos pueden importarse en cualquier época del año.

Mariela no tiene problema con eso: “Vine a buscar el uniforme de Melanie dos veces. Tremenda cola. Al final me dieron una 18, y la niña usa la 12. La amiguita mía me dijo que me lo iba a cambiar, pero qué va. Yo si no voy a coger lucha. Mi hermana me calmó: allá los hacen buenísimos e iguales, ella me los va a mandar. Eso sí que debiera darnos vergüenza, que tengan que traernos el uniforme propio de Cuba desde los Estados Unidos. ¡Y válgame!, porque mi niña iba a ir en jeans el primero de septiembre”.

*****

Mi primo –gracias a Dios- fue de los que alcanzó uniforme. Para ello, mi tía estuvo casi 7 horas en la cola, aguantó empujones, vio dos broncas y despidió a varias patrullas de policía. Aun así, el niño –que usa la talla 14- se tendrá que conformar con una talla 30. Así, el uniforme escolar es el nuevo pollo del cubano.

 


 

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