Animales
Cuba: Tripas, para el que no pueda comer gallina decrépita
El Ministro de la Industria Alimentaria (MINAL) de Cuba, Manuel Santiago Sobrino Martínez, prometió una mejor alimentación al pueblo, típica de “países desarrollados”, a base de tripas y mondongo.
No fue precisamente comiendo tripas que el actual Ministro de la Industria Alimentaria (MINAL), Manuel Santiago Sobrino Martínez, engordó. Eso sí, es tripas -y gallina decrépita también, que conste- lo que este funcionario dice que tiene “listo” para darle al pueblo.
Ni siquiera son tripas “ilimitadas”. Apenas son 2000 kilómetros, 750 más que la longitud que tiene la isla de Cuba, con lo cual uno pudiera pensar que es mucho, pero por mucho que se le mire no deja de ser “el rastrojo” de la panza de las vacas, cerdos, ovejos. El resto de la carne que envuelve esas tripas, ya ustedes saben dónde se pudiera encontrar.
Sin ánimos de formar discordias, yo me pregunto cómo el Ministro de la Industria Alimentaria y Tripas para el pueblo, perdón, Manuel Santiago Sobrino Martínez, llegó a su puesto. Mejor aun, ¿qué méritos acumuló este hombre que toda su vida fue más bien flaco, que a la hora de expresarse ni siquiera era convincente o inteligente, sino más bien “bruto”, para que llegase a tal puesto? ¿Será que lo vieron como pasó de un ligero welter a un superpesado en apenas 10 años?
Sí, porque en el año 2014 Manuel Santiago Sobrino Martínez, era alto, sí, eso siempre lo fue, pero no tenía esa complexión robusta -perdón, quise decir panzuda- que tiene ahora.
Flotaba Sobrino por Granma, opacado en un puesto X, allá por los años 2006, 2007 y 2008, mientras en la provincia, específicamente en Bayamo, se hablaba con mucha devoción de Lázaro Éxposito, y de lo mucho que hacía Expósito, y de lo mucho más que hubiese hecho Expósito si en el territorio le hubiesen acompañado personas más cultas e inteligentes como, por ejemplo, Bernardo Llorente.
Por esa época, lo confieso, por un problema de estatura, Sobrino Martínez me recordaba a Llorente, Segundo Secretario del PCC en la provincia en 1985, pero entre uno y el otro, a la hora de hablar se notaba que había una diferencia de 2000 kilómetros. Y no de tripas precisamente.
Una amiga, Luisa Ginarte, extrabajadora del Hospital Provincial Carlos Manuel de Céspedes, dice que el gran mérito de este hombre, que se hizo muy célebre con sus tonterías mientras dirigía la Asamblea Provincial del Poder Popular en Granma, fue saber siempre acatar órdenes, hablar poco, para no comprometerse y no meterse en candela.
“Siempre fue la sombra de Federico, pero la docilidad lo llevó más lejos,” me apunta Luisa mientras conversamos sobre Sobrino y sus famosas tripas para el pueblo.
“Que se las coma su abuela”, me dice Luisa entre risas, mientras me asegura que Sobrino se hizo famoso también por ir con toda su familia, a veces, a los centros gastronómicos principales de Bayamo, Hotel Sierra Maestra fundamentalmente, a la hora de almorzar y comer.
Este es el hombre que ahora, nos quiere dar “pata y panza”, perdón, tripas, y con ello frenar el hambre inaguantable del cubano de zumbarse un buen bistec de res, un enchilado de camarones o una cola de langosta.
Y así lo contó, sin mucho miramientos, ayer, en la Mesa Redonda.
Confieso que no pensaba escribir sobre Manuel Santiago Sobrino Martínez, pero al ver en el buzón de trabajo una nota escrita en el portal ADN, me hizo recordar que Sobrino “existía”, en Granma, cuando un suceso bien notorio se hizo viral en las redes, entre cubanos. Me refiero a la sanción impuesta a Delio Orozco, vicepresidente de la UNEAC en Granma, por lo que a todas luces fue una defensa a una anciana, y que el oficialismo disfrazó como “una crítica a Díaz-Canel”.
Sobrino “vivía” en Granma, y seguramente tildaba por loca a una anciana, impedida física, que pasó años reclamando una vivienda. La queja de la mujer se traspapeló entre archivos y carpetas pero, llegó el día en que la anciana “se coló” entre la seguridad personal del gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez durante una visita que este efectuara a la localidad de Manzanillo.
La anciana, nombrada Mirtha Escobar Rodríguez solo quería decirle a Díaz-Canel, que todas las autoridades estatales que habían prometido reparar su casa desde 2007, habían incumplido con su palabra.
Uno de los que había incumplido era Sobrino Martínez, que también había incumplido con Carmen Rosa Santo Aguilera, una anciana de 83 años que vivía -o vive aún- en el barrio La Renté, en el pueblo Cautillo Merendero, sito en el municipio granmense de Jiguaní. Esta anciana vivía desde 1961 en una casa de tablas de palma y techo de fibrocemento, en un terreno de su propiedad, pero el Gobierno nunca le arregló la casa porque estaba más interesado en demoler todo el barrio, por estar situado cerca de unas torres de alto voltaje.
Pues bien, el suceso con Mirtha Escobar, “el trato” que los escoltas de Díaz-Canel le dieron, provocó una respuesta airada, en Facebook, del historiador Delio Orozco. El suceso alcanzó tanto vuelo que a Sobrino no le quedó más remedio que hacerle caso “a Díaz-Canel” y resolver el tema de la sanción de Orozco y el de la vivienda de la anciana, a quien, me asegura otro amigo residente en Granma, “ya le están terminando un palacio”.
Sobrino, entonces, se habría ido “limpio de polvo y paja” de Granma; se habría alejado de la sombra de la panza y la mala leche de Federico Hernández, y terminó como el Ministro de la Tripa -les aseguro que le dirán a partir de ahora así- pero con varias libras de más y motivos suficientes para celebrar su ascenso.
A fin de cuentas, me aclara este amigo ahora, Sobrino Martínez sí tiene experiencia dirigiendo en la esfera alimenticia. Antes de aparecer en la Asamblea Provincial del Poder Popular de Granma con su cara rechoncha y bigote demodé, no solo había dirigido la Empresa Mecánica Industrial, sino también había sido director de la alimenticia en Granma.
De esta última, al parecer, Sobrino “sacó la tripa” y ayer delante de Randy Alonso habló de la recuperación de “dos millones de metros de tripas de la res y del cerdo” y expresó que ese alimento “no es de países pobres”.
“Eso es un aprovechamiento cárnico de países desarrollados”, puntualizó Sobrino Martínez antes de decir que en Cuba “hay cultura”, de consumir ese producto, con el que “se hacen excelentes productos”, y “se sustituyen importaciones”.
A Randy Alonso, tan de buen comer según dejó ver durante su estancia por los hoteles y las mesas buffets de los hoteles de Cayo Largo del Sur en el año 2001, de seguro le sonó una tripa no precisamente del hambre, instantes después, al oírle a Sobrino Martínez hablar de mondongos.
“De esa tripa hoy aprovechamos el 18%”, expresó el funcionario y habló de tener ya el equipamiento en mano, incluso de fabricación nacional, “más eficientes, para poder llegar a más cantidad de metros” de tripas, y utilizar así un “90% de la sangre del sacrificio de la res y el ganado (sic)”.
“Esto no es ocioso hacerlo, esto da comida con pocas vacas y pocos cerdos”, reiteró Sobrino Martinez, el Ministro del Mondongo cubano ante un Randy Alonso con deseos de vomitar.
por Roberto A.
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