En la tierra de Bartolo, llega la agricultura extensiva

¿Qué hicimos todos estos años? ¿Estábamos pasando hambre por mal utilizar el tiempo en la agricultura? Parece que sí… o eso es lo que se entiende de la lectura a una noticia en el Granma.

Una política para la extensión agraria en Cuba, en búsqueda de más eficacia y efectividad, es la propuesta que fue presentada en el encuentro que habitualmente sostiene el mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el Palacio de la Revolución, con científicos, expertos y productores, vinculados a la soberanía alimentaria y nutricional. De todo lo dicho queda una duda más grande e inclinada que la Torre de Pisa. ¿Qué es la agricultura extensiva?

¿Qué significa todo esto? A ciencias ciertas nadie sabe bien de qué se trata; pero, si apelamos a la llamada “memoria histórica” hay que reconocer que en la agricultura cubana, los llamados “inventos” nunca han resultado provechosos del todo.

Eso sí: han servido para alimentar la esperanza. O alargar la espera, que como diría el poeta y trovador Silvio Rodríguez “no es lo mismo, pero es igual”.

En cada cosa que descubren y publicitan en los medios nacionales durante años, los cubanos hemos aprendido una cosa: que nada es como lo pintan. En algún momento se habló de la zeolita. De la fábrica de tuberías plásticas “Vasil Levski” en Cienfuegos; del riego por aspersión y de los plátanos microjet. Ninguno de esos “artilugios”, concretamente, se han arraigado de manera perenne en la tierra y, lo que vemos hoy en día es la subida de precios de los alimentos en cada uno de los territorios del país.

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La idea, según expertos, es propiciar el intercambio entre representantes de la comunidad científica y destacados campesinos. Si la memoria no falla, cuando los primeros ingenieros llegaron a los campos cubanos, la reticencia de los campesinos fue enorme pero, Telce González Morera, director general del Instituto de Investigaciones de Granos, dijo que la propuesta “reforzará el liderazgo de los gobiernos municipales y de los sistemas alimentarios locales, y que se trazaron tres objetivos: actualizar las bases que sustentan el sistema de extensión agraria como proceso facilitador del desarrollo del sector, con prioridad en el nivel local; establecer los conceptos y principios para la organización estructural, gerencial y funcional de ese sistema, con un enfoque participativo y multiactoral; así como instaurar los indicadores de medidas que permitan monitorear y evaluar su eficacia y efectividad“.

Díaz-Canel, delante del vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, del primer ministro, Manuel Marrero Cruz, y de los viceprimeros ministros, Inés María Chapman Waugh y Jorge Luis Tapia Fonseca, expresó que “este es un avance importante para algo que es una experiencia que ha dado resultados, es uno de los aprendizajes que hemos tenido en este tiempo, que se enlaza perfectamente con la agroecología y con el desarrollo sostenible”, aunque no abordó el problema del nudo agrícola: las tierras. Las tierras que están casi todas en poder del estado, improductivas, “no liberadas”. Y llenas de marabú.

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Por supuesto, tanta “labia” o “muela”sobre la agricultura extensiva  iba a despertar las suspicaces intervenciones de un forista, dentro del diario Granma, que pidió le tradujeran la parte que dice: “tres objetivos: 1.- actualizar las bases que sustentan el sistema de extensión agraria como proceso facilitador del desarrollo del sector, con prioridad en el nivel local; 2.- establecer los conceptos y principios para la organización estructural, gerencial y funcional de ese sistema, con un enfoque participativo y multiactoral; 3.-Instaurar los indicadores de medidas que permitan monitorear y evaluar su eficacia y efectividad”.

José Camejo se quedó botado del pi al pa, mientras que otro forista, identificado como Martes, expresó: “Ojalá y eso funcione para que no sigan extendiéndose los precios de los productos, que es lo que realmente está sucediendo en nuestro país. Hoy una libra de frijoles en 50 $. No se acaba el desabastecimiento”.

Quien sí entendió todo perfectamente fue el humorista cubano Jorge Fernández Era. En un delicioso texto que se digiere como casquito de guayaba con queso crema, Fernández Era “se encontró” con la poetisa matancera Carilda Oliver Labra y nos regaló esta “riflexión”.

Ante todo lo dicho solo nos quedan dos preguntas: ¿Qué hicimos todos estos años? ¿Estábamos pasando hambre por mal utilizar el tiempo en la agricultura? Parece que sí…

Ariel P.

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