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Horas después de que diversos medios de prensa en los Estados Unidos mostraran a los agentes de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. arrojando gases lacrimógenos a migrantes de la llamada Caravana que intentaron cruzar la frontera por la fuerza, las autoridades mexicanas y estadounidenses aún no encuentran una solución a la crisis de la llamada Caravana de Inmigrantes.

Por lo pronto, lo que han hecho es cerrar cruces migratorios como sucedió el pasado fin de semana en  San Ysidro, zona limítrofe entre Tijuana y California.

Este cierre de una de sus fronteras suroeste ha provocado que numerosas personas que habitualmente viajan de un lado al otro de la frontera se quedaran “varados” de ambos lados, por lo que la actividad comercial que realizan se ha visto paralizada.  Ello ha provocado el malestar “de ambas partes” y el enfrentamiento no solo entre oficiales migratorios sino entre mexicanos residentes en la frontera y los inmigrantes.

Sin embargo, nadie tiene más malestar encima que los propios inmigrantes; varados en un lugar a escasos metros del “american dream” lo que ha desencadenado en los hechos descritos.

La prensa, mientras, ha sido pródiga en demostrar el fenómeno desde todas sus aristas. Si de un lado teníamos a los agentes fronterizos lanzando gases, imágenes de video tomadas del otro lado mostraban a los inmigrantes lanzando rocas y botellas a los agentes, y esa “indisciplina” puede ser precisamente un detonante para el polvorín que se ha levantado en tantos lugares.

El presidente norteamericano Donald Trump Jr. mientras, ha pedido a México sino mano dura, mano responsable, a la vez que “pedía” atención del Congreso con relación al llamado – y controversial – muro fronterizo.

México debería llevar a los migrantes que ondean la bandera, muchos de los cuales son criminales de piedra fría, a sus países. Hágalo en avión, hágalo en autobús, hágalo de la manera que desee, pero NO van a ingresar a los EE. UU. Si es necesario, cerraremos la frontera de forma permanente.  ¡Congreso, financia el muro!“.

Las autoridades mexicanas han prometido al menos que, los 500 inmigrantes detenidos tras el intento de cruce ilegal de la frontera serán deportados a sus países de orígenes. Sin embargo eso acarrea otro problema para la nación azteca. Un problema que, solucionarlo, exige recursos, y los EE.UU. parecen querer desentenderse de ese asunto.

En todo este jaleo hay fotos que “preocupan” a los llamados defensores de los derechos civiles, y es que las imágenes han mostrado a ancianos, minusválidos, inmigrantes todos, y otros menos vulnerables empujando coches con niños. Son familias enteras, un espectro demográfico amplio; todos recibiendo gases lacrimógenos.

La situación, más que mostrar la cruda realidad de la pobreza, el desamparo económico, la corruptela, la desesperanza y el bajo nivel de vida de muchos de esos inmigrantes en sus países de orígenes, exige una respuesta integral: digamos, una reforma migratoria.

Pero mientras esta llega – y cerrar las fronteras no es la medida en sí, ni construir el muro al parecer tampoco – los pobres del Sur seguirán emigrando hacia el Norte, tal y como hacen sus “coterráneos” del continente africano que a diario intentan ingresar a Europa valiéndose de precarias embarcaciones para cruzar el Mar Mediterráneo.

Y mientras sigan haciéndolo de manera ilegal – los de este lado del Atlántico en la frontera méxico-estadounidense – las autoridades migratorias seguirán su estrategia de repelerlos cómo de lugar; mucho más si les lanzan botellas y piedras; mucho más si cuentan el el salvoconducto de la Jefa del Departamento de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, quién a través de Twitter aseguró que esa fue la respusta menos drástica que encontraron sus agentes para repeler “el ataque” de la Caravana

El problema es que, el único asidero legal que tienen los agentes de la Patrulla Fronteriza de los EE. UU. , ya sea en el cruce que sea, es procesar a los inmigrantes por asilo político, pero todos saben que la mayoría de esos inmigrantes no califican como tal. Sus respuestas no justifican el amparo estadounidense. Son inmigrantes económicos, hijos pobres de cientos de años de políticas nefastas; de robos, corrupción, fallidas políticas culturales y educativas; bandidismo, drogas, bandas, crímenes. La mayoría de los entrevistados hablan de eso y no de otra cosa.

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