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Cuba

San Isidro: Bochorno de supuesto médico precede apagón informático

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Lo de San Isidro anoche es la confirmación de que el gobierno cubano no sabe manejar una crisis. Fue un bochorno con todas las de la ley.

No solo trajeron un médico falso, sino que hasta tumbaron en toda Cuba Facebook, Instagram y Youtube durante media hora; el justo tiempo que duró “el operativo de extracción”.

En un país donde la única cosa que funciona medianamente bien es la Defensa Civil a la hora de enfrentar los desastres naturales, en el día de ayer sucedieron en la sede del movimiento de San Isidro varias cosas con relación al modo en que el gobierno cubano puede enfrentar las otras “catástrofes”. ¿Cómo? Con otra catástrofe.

Lo único que verdaderamente les funcionó bien fue el apagón informático. Ese que desde hace ya varios meses “se cocina en su salsa”, entre pejes gordos de La Habana entre los que sobresalen, los dinosaurios del Derrochador en Jefe, Ramiro Valdés Menéndez y el mensajero de las viandas, José Ramón Machado Ventura; ambos integrantes de la “Vieja Guardia”, celosos guardianes de una fe que ya no existe y que ayer fue pisoteada, y seguidores incondicionales de la vieja teoría sesentera de la cerrazón informativa y la censura que tanto defendiera el difunto jefe de ambos: Fidel Castro Ruz.

A Castro, se sabe, nunca le cuadró ni un poquito la entrada a mansalva del internet en la isla. Machado Ventura, a raíz de ese acuerdo que se iba a firmar – y se firmó luego – con Google, dijo que Google “era el enemigo”. Y si sumamos más ejemplos de cómo el aparato ha movido hilos a los largos de estos años para tener a los cubanos como Shakira, se me olvida hablarles del supuesto médico que anoche llegó a San Isidro.

En espera de ser identificado, basta una imagen para demostrar que este presunto galeno, no sabe ni lo que es una dermatitis seborréica.

Médico de San Isidro

“El médico de San Isidro”. Esa pose, esa actitud de entrelazarse las manos “para contenerse”, esa cabeza inclinada, no es de un galeno. Ese es un agente de la Seguridad del Estado. Un militar. Simple como eso.

En medio de todo este infortunio que significó la entrada por la fuerza, después, de aproximadamente 60 agentes del orden disfrazados como médicos para “evacuar” y “protegerlos de la covid-19” que “el infeccioso” de Carlos Manuel Álvarez podía trasmitirles, la pose de este galeno es significativa de lo que es: un militar.

Un militar que dijo era médico pero que rehusó identificarse.

La catástrofe, por lo menos tuvo un punto alegre. Algo así como la justa cucharada de azúcar en el café espresso: el hombre tuvo que oir en su propia cara, nasobuco mediante, todo lo que tenía que decirle Carlos Manuel in his face. Una rabia acumulada por años, de mentiras, injusticias, intolerancias y extremismos.

Muchos han querido ver este suceso de Damas 955 como algo puntual, pero no. No lo es. Es la “continuidad” de la que hablaba Díaz-Canel. El “pensar como país”; pues si a la hora de “pensar” y de ser contínuos, hay que recordar que esta gente proviene de la Guerra Fría y que en algún momento de la historia de Cuba gestaron la expulsión de católicos del país; recluyeron homosexuales en especie de campos de trabajo en contra de sus voluntades; ofendieron, atropellaron y golpearon a cientos de miles en el llamado Éxodo del Mariel y todo eso, todo eso, se acumula y se recuerda.

Inexplicablemente, las autoridades cubanas fueron ayer eficientes como nunca lo han sido. Entre la aparición de un texto de Manuel H. Lagarde, en el cual soltaba así, como quien no quiere las cosas, una de sus tantas teorías conspirativas, esta vez biológica; entre el compartido de Mariela, la aparición del supuesto médico, la formulación de la denuncia, el apagón informático y “la extracción” de los atrincherados en Damas 955, la maquinaria funcionó con una sincronismo envidiable de cualquier empresario japonés. Se dieron hasta el lujo de convocar a una tropa de gritones, como siempre hacen, sin valorar que lo más probable y evidentemente deseable en esos casos, era dialogar con los que se encontraban en la sede de San Isidro.

El problema es que a pesar de la parsimonia presentada por el dizque galeno y a pesar del interés que dicen tener en “construir”, ellos nunca han dialogado. Siempre han impuesto. Y esto que sucedió ayer es un bochorno internacional.

Y contra eso, no hay vacuna que valga. ¿O sí?

por Ariel P.

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