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Cuba

Salir del país es la obsesión de muchos cubanos

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Texto y foto: Flavia Viamontes

Enmanuel siempre ha querido salir de Cuba. Lleva años intentándolo y siempre le ha resultado infructuoso. Probó dos veces hacerlo vía marítima, de manera ilegal, claro… La primera vez no logró ni siquiera llegar al mar. Lo apresaron en Pinar del Río pues alguien “metió el chivatazo”.

En una segunda oportunidad, en total y absoluto secreto, emprendió junto a dos amigos la confección de un bote. “Superseguro”, dice. Lo armaron durante dos meses en un sitio alejado de La Habana y cerca de las costas. “Un buen motor que nos costó muchísimo dinero y todas las medidas para poder llegar a salvo al destino”.

Dos noches antes de la indicada para lanzarse al mar, se despidió de su familia —su esposa e hija de siete años— y partió. Querían estar en el lugar por algunas horas, estudiar el mejor momento y emprender viaje. “Pa´no levantar sospechas”.

Pero tampoco la suerte lo acompañó. El clima les jugó una mala pasada en el primer intento, y en el segundo, dos noches después, fue peor. “Cuando ya habíamos avanzado varias millas, la guardia costera cubana nos avistó  y tuvimos que tirarnos al mar y dejar el bote abandonado. Ese día juré que saldría de Cuba de cualquier manera”.

Buscando entre las pocas y peligrosas opciones con que hoy cuentan los cubanos, encontró en la apertura de visas para Nicaragua una nueva posibilidad. Vendió su casa, compró otra más pequeña para dejar a su esposa e hija acomodadas y destinó el resto del dinero para la travesía.

Corriendo con bastante suerte Enmanuel viajó con su mujer hacia la nación centroamericana y desde ahí, solo, emprendió el viaje de dos días hasta Tapachula, en la frontera de Guatemala con México. Salvoconducto mediante y con no poco dinero invertido, atravesó el país y llegó a la frontera con Estados Unidos en el estado mexicano de Reynosa, donde hoy está en un centro de detenciones esperando el veredicto de las autoridades.

Por teléfono y con mucha discreción cuenta a Cuballama que ya fue  entrevistado por inmigración estadounidense. Lo hicieron vía telefónica y ayudados por un traductor que le interrogó sobre el motivo de su huida de Cuba y sí tenía familiares en Estados Unidos.

Además le explicaron  que tiene tres formas de salir y pisar territorio norteamericano: con un affidavit, con fianza o bajo palabra, aunque no se sabe qué tiempo podría demorar la respuesta.

“No me importa estar acá por un mes o dos, pero no regreso a la isla. Ya viví allá por 36 años y no quiero eso para mi hija. Trabajaré y lucharé hasta el cansancio para darle un futuro mejor y traerla para acá, eso te lo aseguro”, afirma.

La obsesión de salir del país

Salir de Cuba es una obsesión sobre todo para los jóvenes. Cada día la situación económica, política y social se agudiza en la isla y las nuevas generaciones no miden consecuencias a la hora de emprender viaje por cualquier ruta.

Aunque Estados Unidos es el destino preferencial para todos, España y hasta República  Dominicana también están en la lista.

Paralizados sus trámites por la decisión del gobierno de Donald Trump de pausar el Programa de Parole para Cuba, Estela y Armando cambiaron sus planes y ponen rumbo hacia España.

Aguardaban por una visa de reunificación familiar para ellos y sus dos hijas tras una reclamación del hermano de Armando, “pero no podemos seguir esperando”. Tampoco quieren que sus pequeñas de 12 y 10 años continúen creciendo entre tanta inseguridad. “Cada día es peor”, admite Estela.

Él se hizo ciudadano español hace algunos años y por ahí vieron la salida. “Muchos trámites, mucho dinero,  pero vale la pena”. Armando con su ciudadanía viaja a menudo a Estados Unidos, trabaja por tres meses y regresa. Así han ahorrado para pagar el sinnúmero de papeles y llegar a Europa.

Comenzaron por legalizar su matrimonio ante España y de ahí el resto de las gestiones que van hasta la autenticación de sus títulos universitarios.

Vendieron su pequeño apartamento en Santos Suárez y cuando las niñas culminen este curso escolar pretenden radicarse en Alicante. “Lo que más golpea es la cantidad de dinero invertido en los trámites y el que nos debemos llevar para iniciar una vida. Allá no tenemos familia, solo unos amigos que llegaron de la misma manera”, explica Estela.

El futuro se les torna incierto y no niegan que tienen un poco de miedo, sobre todo por sus hijas. “No obstante, la decisión está tomada y vamos a salir adelante.  No hay vuelta atrás”.

República Dominicana, otro destino para los cubanos

Joel y Ariadna tienen 43 y 39 años, respectivamente. Ella es médico veterinario y él “hace cualquier cosa”, me precisa.

Locos también por salir de Cuba consiguieron —no revelan cómo— un contrato de trabajo para ella en República Dominicana y parten la próxima semana.

“Tenemos el contrato hace más de cuatro meses, pero no teníamos dinero”. Hicieron de todo para conseguir y ahorrar algo, pero la vida les puso una prueba importante delante.

“Vivíamos con mi abuela y ella murió repentinamente hace dos meses. No lo pensamos dos veces y vendimos la casa. Mi pobre viejita volvió a darme todo lo que tenía”, se lamenta Joel. “No sé qué haré en ese país, pero no tengo límites”. Está convencido de que a las dos semanas solo extrañará a sus dos hijas que deja atrás con tremendo dolor. “También lo haré por ellas”.

Ahhh, agrega entre risas, “quizá eche de menos a Serrano, el del Noticiero”.

 


 

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