Cuba
Pagó su deuda, pero aún arrastra el lastre
Consciente de que sí, que él pagó su deuda con la sociedad, Adonis junto a su esposa quiso regresar a vivir a La Habana. Ambos solicitaron trabajo en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM). Su esposa fue aprobada, pero él no.
La historia de Adonis Larrea Robert es la historia de muchos. El joven cubano fue sancionado a un año de trabajo correccional sin internamiento en el año 1993; y aunque pagó su deuda con la sociedad, aún arrastra el lastre, o como se dice en buen cubano “una mancha en el expediente”.
Una mancha que tal y como él lo cuenta fue así. Y ya. Tenía 18 años, vivía “descarriado” en La Habana, e incurrió en un delito, pero pagó su deuda.
Si algún preso cubano puede contar una historia de rehabilitación es Adonis.
Luego de cumplida la sanción, matriculó el Curso de Superación Integral para Jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo; un programa creado por el fallecido gobernante cubano Fidel Castro. Optó por la carrera de Derecho; fue electo vicepresidente municipal de la FEU, y luego fue presidente.
Con tantos méritos obtenidos era lógico que le llegara la militancia de la UJC y posteriormente la del Partido.
Sin embargo, la presidenta del Tribunal Provincial de Las Tunas no sintió que Adonis “pagó su deuda”, y en el año 2004 cuando el Tribunal Municipal solicitó a la sede universitaria municipal los tres mejores estudiantes de la carrera de Derecho para que fungieran como asistentes del juez de ejecución, y Adonis fue uno de los escogidos, la funcionaria se plantó en 3 y 2 y negó el futuro del joven. Unos meses después, por alguna razón, la historia llegó a los oídos del recientemente fallecido Fiscal General de la República, Juan Escalona Reguera, y de Rubén Remigio Ferro, presidente del Tribunal Supremo Popular, quienes le dieron el espaldarazo al joven.
“Ve para tu provincia, que todo se resolverá,” le dijo Remigio.
Sin embargo, cuando lo mandaron a buscar del Tribunal para comenzar a trabajar, ya él no quería.
Luego de seis años de trabajo ejemplar como asesor jurídico de una empresa, y consciente de que sí, que él pagó su deuda con la sociedad, Adonis junto a su esposa quiso regresar a vivir para La Habana. Ambos solicitaron trabajo en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM). Su esposa fue aprobada, pero él no.
Cansado de cargar con el viejo lastre, Adonis ni siquiera llamó a la Empresa de Producción y Extracción de Petróleo (EPEP) de Occidente, donde también había solicitado trabajo. Aquí sí fue aprobado, pero Adonis nunca se enteró.
La historia, que vio la luz, como muchas, en la columna Acuse de Recibo en el diario Juventud Rebelde tiene dos tristes finales y varias tristes enseñanzas.
¿Cómo es posible que hubiese sido aprobado para trabajar como Supervisor Integral A de Control Interno y Organización, y nunca se enteró? ¿Por qué los de la Zona Especial de Desarrollo Mariel no lo aprobaron? ¿Por qué no respondieron a la solicitud hecha por el diario cubano para “cerrar” lo sucedido?
Lo cierto es que en el caso de Adonis confluyen la desidia, el poco interés, y varios – a no dudarlo – prejuicios. Es indudable que la Gerencia de Recursos Humanos de la Zona Especial de Desarrollo Mariel tiene toda la potestad para aprobar o no a quien quiera, pero la lógica indica que “lo más lógico” hubiese sido enviar un corto mensaje al rechazado: “lo sentimos, pero luego de revisar cuidadosamente todos los expedientes, nos hemos decantado por un candidato con mejores calificaciones, curriculum…” ¿Por qué la zozobra? ¿Por qué no comunicarse? ¿Por qué ni siquiera hacerle caso a la prensa? ¿Acaso la historia no estaba clara?
Al menos a este redactor la idea de que Adonis, puede sentirse decepcionado. Y razones tiene. En el 2004 una funcionaria entorpeció un nombramiento que hubiese cambiado su vida. Ahora los del Mariel lo rechazaron, y él tiene motivos para pensar que ha sido por ese lamentable incidente ocurrido en el 1993.
Pagó su deuda, pero indudablemente aún arrastra su cadena.
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