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Cuba

Las motos eléctricas: una alternativa de los jóvenes cubanos para la crisis

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Texto y fotos: María Carla Prieto

Cada vez más los jóvenes cubanos propietarios de motos eléctricas, que antes no se atrevían a sacarlas por falta de licencia, campean a sus anchas por la ciudad

Las motos eléctricas viven en Cuba su momento de esplendor. Cualquiera que se detenga a mirar un poco, advertirá una cantidad casi inusual de estos vehículos. El porqué es muy sencillo. La policía no tiene gasolina para hacerles frente.

Cada vez más los propietarios de scooters, que antes no se atrevían a sacarlas por falta de licencia, campean a sus anchas por la ciudad. “Todos los alumnos de la escuela vienen en sus moticos eléctricas, cosa muy rara, pues he visto a gente que ni siquiera sabía que las tenían”.

En el Politécnico Pablo de la Torriente Brau es así. “La policía no te cae atrás; entonces si tienes licencia, te detienes; si no, aceleras y no pasa nada”.

Uno de los trucos que se usan por estos días, para no marcarse con las autoridades, es parar y recoger a uno de los peatones que permanecen en la parada. A Alejandro, joven del centro educacional antes mencionado, le ha funcionado. “El agente hasta te lo agradece. Siempre intento llevarme a alguna viejita o algo, aunque a veces esas son las que peor se ponen”.

Como el transporte está en franca decadencia, las personas no pueden más que aceptar el casco que el motorista les ofrece. “El miedo de la personas con las motos siempre ha sido el mismo: la velocidad. Mas los caballitos les dan una perorata efectiva: que no hay transporte, que es una forma de llegar, que no es seguro que la guagua pare y que yo –joven revolucionario concientizado con la situación que atraviesa el país- estoy haciendo un esfuerzo para adelantarlos en mi vehículo particular. Hecho”.

Otros no han tenido la misma iniciativa. “En mi moto no se monta nadie, y menos con el trabajo que pasé para entrarla al país. Ya van como dos veces que la policía me da el alto, y como no tengo licencia, la mujer sabe lo que tiene que hacer. Ella tira el bolso con disimulo, como el que no quiere las cosas, para tapar la matrícula; y el caballito, si está muy interesado que me caiga atrás”.

 

En la calle se habla de que a los agentes de tránsito se les subió el salario en un por ciento si no sobrepasan la cuota mínima de combustible. “Y como ellos vienen del campo y no quieren virar, hacen lo que sea por unos pesos de más”.

Lo peligroso del caso es que, en el Pablo de la Torriente, los jóvenes tienen entre 16 y 18 años de edad. Ellos ven esta posibilidad coyuntural como una muestra de poderío ante los demás. “Yo tengo mi moto y ahora puedo lucirla”. Son niños que no tienen la noción básica de las leyes de circulación y hacen un uso indiscriminado de un vehículo.

No se puede poner coto a la situación por la escasez de combustible. Y la pregunta es: ¿Y si algo malo les ocurriese a estos chicos? ¿Con cuántos litros de petróleo van a indemnizar a las familias?

 


 

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