Connect with us

Cuba

Migrante cubano cruzó el Darién con muletas

Published

on

Como una verdadera prueba de supervivencia y una heroicidad se puede calificar la historia de Rudys Columbié Ramírez, un cubano que según asegura el diario El Tiempo, cruzó la peligrosa y dificil selva del Darién nada más y nada menos que en muletas.

Rudys Columbié Ramírez sobrevivió con un pie enyesado la travesía de 12 noches en lo que está documentado como una de las zonas más peligrosas del mundo.

Allí, entre una selva tupida, el hambre, insectos, serpientes y jaguares Columbié, un ingeniero industrial de 45 años, debe haber pasado uno de los momentos más terribles de su vida.

El esfuerzo realizado fue tal, que el migrante confesó al diario panameño que en el último día de la travesía “ya no tenía fuerzas”.

El cubano se accidentó dos meses antes de la travesía. Para que tengamos una idea de la magnitud del esfuerzo realizado por Rudys, sepamos que se fracturó la tibia y el peroné. Hasta los médicos ordenaron que debía ser operado.

Tres platinas fijando sus huesos y 15 tornillos, no impidieron que Rudys quien salió de Cuba el 9 de diciembre de 2016, atravesara a pie la frontera entre Colombia y Panamá el pasado 27 de marzo.

Los médicos le habían aconsejado que pasara tres meses de reposo, pero Rudys ya tenía todo vendido y su mente puesta en una idea: irse del país.

Relata el migrante que en menos de una semana, “luego de atravesar Perú y Ecuador, llegó a Necoclí, un municipio ubicado en el golfo de Urabá, una región compleja en materia migratoria.”. Este lugar, aclara el diario es “un paso obligado para las migrantes que quieren cruzar de Suramérica a Centroamérica.”

Allí, entre aproximadamente 1500 personas, Rudys cogió un respiro. Luego salió hacia Chocó, apenas unos días después de que 24 migrantes murieran ahogados en un naufragio. Gracias a dos médicos cubanos su travesía no se hizo más compleja. Estos le ayudaron a quitarle los puntos, para evitar que se le infectara la herida. También le quitaron el yeso que aún llevaba en su pierna derecha usando una sierra eléctrica.

Las elevadas laderas y pendientes del Darién impidieron que un caballo que le prestaron pudiera salvarle de la caminata se rindiera apenas una hora y media después de iniciar la ruta.

Cuando llegamos al muro donde está la división de las fronteras, los jóvenes me bajaron. Al ver que no podía caminar, decidieron llevarme hasta el río, cerca de la primera posta de policías de La Miel”, recuerda Rudys.

Continuó su camino “arrastrándose por el barro, a gatas, apoyándose en sus rodillas y muletas. Cada dos horas se tomaba dos tabletas de diclofenaco para aliviar el dolor de su pierna derecha. El sendero por donde se arrastraba, oscuro y lleno de hojas secas, estaba demarcado por un reguero de ropa en buen estado, dejada en el suelo de otros migrantes, que habían aligerado sus maletas para no sucumbir por su peso,” explica El Tiempo.

Se le acabó el agua y la comida. Un día puso una muleta en un lugar inestable y cayó. Rodó varios metros por el suelo. Loma abajo. Estuvo adolorido durante más de una hora. Inmóvil. Tomó agua de las hojas de los árboles. Durmió solo, en medio del Darién “sin linterna, sin nada”, relata a el diario.

En uno de esos días en el que estuvo en la Selva del Darién, vio como un río arrastró a más de 66 migrantes que dormían en la orilla y recuerda con tristeza como muchos migrantes le pasaron por el lado y no se prestaron a ayudarle.

Sin embargo, a paso lento y constante, Rudys pudo  finalmente subir las escarpadas laderas que delimitan esa zona.

El último día de la travesía, ya no tenía fuerzas. Un grupo de migrantes, que ya habían llegado al campamento y venían de regreso en busca de sus familiares, me ayudaron a llegar al final. Aún me faltaba cruzar cuatro pasos de río y ellos me pasaron en sus hombros. Me dejaron cerca del pueblo de Bajo Chiquito, donde me encontré a un joven con un caballo. Así pude salir de la selva”, dijo. Y así, a puro pulmón y corazón, Rudys pudo vencer al monstruo del Darién.

El diario El Tiempo asegura que Rudys se encuentra en estos instantes en la frontera entre México y Estados Unidos esperando su turno para pedir asilo político e ingresar al país de forma legal. Si su historia, si la voluntad y el esfuerzo que puso para atravesar una selva donde han muerto cientos de personas en condiciones absolutamente desfavorables, no convence a las autoridades norteamericanas de que este hombre merece y por algo busca salir de Cuba, no se qué otra historia pudiera convencerlo.

Roberto A.

 

Comentarios

LO MÁS TRENDING

LO MÁS VISTO