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Cuba

Los cubanos se lamentan tras eliminación del visado por 5 años

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Por Ariel Peñate

Tiene 81 años y no pasaba un mes sin que visitara a sus hijos y nietos en Estados Unidos. Ellos se fueron hace más de una década  y él había obtenido hace cuatro años  la visa de 5 que le permitía estar más cerca de su familia. Su esposa había muerto y todo lo que le queda, aclara, está en Miami.

No quiere revelar su nombre para evitar problemas, por si revocan la medida tomada por el gobierno de Donald Trump para eliminar este tipo de visado a los cubanos. “Es una locura, lo único que hace es dañar al pueblo y seguir dividiendo a las familias cubanas ya divididas”, indica a Cuballama este anciano jubilado del Ministerio de la Construcción.

Juan, vamos a llamarlo así, siempre realizaba el viaje junto a otros amigos, de su edad, por temor a volar solo. Todos se ponían de acuerdo en una fecha determinada para visitar a sus familiares en Estados Unidos. “Ahora se complica la cosa con esta ley que hace daño, tanto a los de aquí como a los de allá. Estaban recogiendo firmas para pedirle a Trump que echara para atrás, pero no creo que eso funcione. Tenemos muchas dificultades en Cuba y ver a nuestra familia a nuestra edad era un gran aliciente”, explica otro anciano a su lado.

Los cubanos, en su mayoría, han expresado descontento ante la nueva situación. Algunos  aprovechaban la visa de 5 años para salir a comprar a Estados Unidos y otros, la mayoría, la utilizaba para disfrutar de su familia que decidió emigrar para mejorar la vida y ayudar con el sustento de los suyos en Cuba.

La medida es sorteada por aquellos que poseen pasaporte español y no necesitan visa para ingresar en el país del norte. Este es el caso de Magalys, esposa de un exteniente coronel del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR), quien viaja casi cada 15 días a Miami para ver a su hijo.

Él emigró a Estados Unidos desde la frontera con México tras pagar una considerable suma de dinero a personas que se dedicaban a agilizar este proceso en el Distrito Federal. Ella recibió el pasaporte español gracias a la Ley de Nietos y ha podido estar cerca de Alián, su hijo,  que ya es ciudadano estadounidense y ha formado su propia  familia en Miami.

Al padre de Alián, sin embargo, le han negado la visa ocho veces en la embajada estadounidense en La Habana, cuando todavía se tramitaban allí visados para los cubanos. “Lo hacen porque fui oficial del MINFAR y piensan que pueda convertirme en algún tipo de espía pero yo seguiré insistiendo. Ahora pronto voy a México para pedirla por novena vez. En algún momento pensé en que me dieran finalmente la de 5 años pero ya ese es otro sueño que se me va”, lamenta.

Ellos llaman a su hijo desde su apartamento en Centro Habana y me lo ponen al teléfono. Pero él no quiere pronunciarse mucho sobre la medida “para no levantar problemas en Miami” y solo manifiesta que es absurda sobre todo por el resto de las familias que no tienen la posibilidad de viajar con pasaporte español.

Los negocios y las visas de cinco años

En las inmediaciones de  Centro Habana y  La Habana Vieja hay una pequeña tienda clandestina de ropa que vende jeans, pulovers, carteras, perfumes y jabones, entre otros productos. Los dueños tienen intermediarios que se acercan sigilosamente a los transeúntes que consideran confiables  para proponerles la mercancía. Sigo a una mulata esbelta, de unos 27 años, hasta la puerta de una casa convertida en tienda. Saco el celular del bolsillo para tirar una foto con el pretexto de enviarle por Facebook algunas imágenes de una blusa a mi novia, pero enseguida me lo  impide el vendedor. “Vamos a cuidar el negocito, mi brother. Nada de fotos”.

El dueño del negocio no se encuentra en este momento y hablo con una señora mayor que funge como segunda. “El jefe tiene visa por  5 años que la usa para comprar en Miami y México. Allí va habitualmente para cargar mercancía y después la vendemos en la tienda. Nos ha ido muy bien desde que armamos este negocio pero a él se le vence la visa el año que viene y ya estamos pensando en dejar la venta de ropa para dedicarnos a otra cosa. Realmente el negocio da pero no tanto para viajar a otro país y encima para pagar la entrevista para pedir visa”, señala.

“Nos han jodido”, bromea la “gerente”, como la llaman los dos vendedores que se encargan de atender a los clientes que llegan furtivamente.

Jesús Alberto se dedica con su visa de 5 años a viajar como “mula”. Ofrece sus servicios en la página de Revolico (una especie de Amazon cubano) y siempre encuentra alguien que le paga el pasaje con encargos determinados. Alberto solo puede traer para él una maleta de mano mientras el resto de las libras son para el cliente. “Es un negocio redondo. Voy a Miami y veo a mis padres con todos los gastos pagos. Aunque no pueda traer apenas cosas para mí, me voy con la satisfacción de ver a mi gente, a mi sangre”, explica este joven, de unos 38 años, que abandonó la carrera de Medicina para dedicarse a ese tipo de aventuras que, asegura, le dan para vivir y mantener a sus hijos en Cuba.

“Solo me quedan dos años con la visa de 5 por lo que quizá cuando vaya no regrese más y después reclame a mi familia en Cuba, pese a que el proceso está demorado. Los que siempre hemos salido perdiendo en la beligerancia política entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos somos los de abajo. Y eso parece que no va a detenerse” comenta mientras cifra sus esperanzas en la llegada de un nuevo presidente a Estados Unidos en las elecciones del 2020. “Cuando Obama estaba en la Casa Blanca en Cuba se vivía un clima de esperanza y muchos pensamos que nuestra vida iba a mejorar sin necesidad de pensar en emigrar a Estados Unidos u otro país. Pero llegó Trump y endureció todo. Parece que el destino de los cubanos siempre será marcharse o pasar miles de trabajos para vivir en nuestro país donde las dificultades crecen cada vez más”, argumenta.

La mayoría de las personas consultadas por Cuballama coinciden en que esta nueva ley afecta considerablemente a las personas mayores que se quedaron solas en Cuba y gracias a la visa podían visitar a su familia en Estados Unidos. “Ahora se quedarán solas y ya sabemos el dolor que produce la imposibilidad de ver a los hijos, a los nietos”, expresa Regla, una trabajadora por cuenta propia que se dedica a cuidar ancianos.

“La mayoría de los asilos no están en buenas condiciones y desde hace años este es mi trabajo” cuenta desde la sala de una casa donde vive una pareja que lleva 50 años de matrimonio. La señora tiene 81 y su esposo 85, pero se mantienen fuertes. “Ella está aquí, dice Francisco señalando a Regla,  porque mis hijos en Tampa quieren que nos dé una mano pero nosotros todavía tenemos mucha guerra que dar”, sonríe. Ellos visitaban frecuentemente a sus hijos en la Florida pero no podrán hacerlo más. Al menos con la visa de 5 años que se les venció hace  apenas dos meses. “Creo que ellos son los que tendrán que venir a vernos ahora aunque a nosotros nos encanta el viajecito”, bromea sin prestarle demasiada atención a este  medida que ha vuelto  a fraccionar drásticamente  a las familias de un país ya fraccionado.

 


 

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