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Los ángeles bajaron del cielo: ¡Dodgers campeones mundiales!

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Siete serpentineros de los Dodgers pasaron por el montículo a lo largo del juego en el Globe Life Field de Texas y se coronaron campeones

Después de una larga espera de 32 años y más de 5 mil partidos, los Dodgers de Los Angeles se convirtieron en campeones mundiales por séptima ocasión en la historia. Vencieron en el sexto partido de la Serie Mundial a los Rays de Tampa Bays con marcador final de 3-1, ante la euforia de los 11 mil 437 espectadores que pudieron entrar anoche en el estadio Globe Life Field de Texas.

Los azules del Oeste, máximos ganadores en la etapa clasificatoria con 43 éxitos en 60 salidas, venían de tener un balance negativo de seis victorias y ocho derrotas en partidos de posible coronación a lo largo de su historia en Series Mundiales, pero esta vez el Dios del béisbol estaba sentado en la banca de tercera base con el destino escrito detrás de las hojas de anotaciones.

Fueron los Rays los primeros en pisar la goma el plato tan temprano como en la primera entrada, cuando el “Míster octubre” cubano –Randy Arozarena– golpeó una slider pegada que venía a 88 millas por hora lanzada por el abridor Tony Gonsolin y sacó la pelota por encima de la barda del jardín derecho a una distancia de 378 pies del plato, con los sacos vacíos.

Con este bambinazo, el pinareño llegó a diez en esta post-temporada, algo que ningún jugador ha logrado en toda la historia de las Grandes Ligas y se convirtió en el primer novato en 81 años en conectar tres cuadrangulares en una Serie Mundial y el primer cubano que lo hace desde Tany Pérez en 1975.

Además, fue su extrabase número 14 en esta post-temporada, válida para igualar el récord de David Freese implantado en 2011.

Eso fue todo lo que pudieron hacer los Rays en este desafío, que se vieron minimizados por los lanzamientos de siete serpentineros que pasaron por el montículo a lo largo del juego, al pegar apenas cinco imparables con 16 ponches obtenidos en toda la ruta y no volver a poner a ningún jugador en segunda base por el resto del partido.



Los Dodgers también sufrieron durante cinco capítulos ante los envíos del zurdo Blake Snell, que apenas permitió un inatrapable en todo ese trayecto mientras abanicaba a nueve rivales, pero un episodio más tarde las cosas cambiaron.

Un sencillo de Austin Barnes motivó al manager Kevin Cash para extraer a Snell de la lomita, decisión errada con la que tendrá que cargar por el resto de su existencia. Snell se iba así a las duchas convertido en el octavo lanzador con un partido de nueve o más ponches y apenas dos hits permitidos en la historia de las Series Mundiales, y el primero que lo lograba en un desafío de posible coronación.

Un doblete a la banda izquierda de Mookie Betts frente al relevista Nick Anderson, seguido de un lanzamiento salvaje que se escapó y una rolata al cuadro de Corey Seager, fue todo lo que necesitaron los Dodgers para pisar un par de veces el plato, tomar la delantera en el partido, y asegurar el anillo de Serie Mundial para todos sus jugadores.

En la octava, Betts, metido en la piel de héroe, regresó al cajón de bateo para desaparecer la esférica por la pradera central y apuntalar el éxito de sus azules en esta temporada atípica.

Dos mexicanos se encargaron de grabar sus nombres en los libros para la eternidad. Víctor González, ganador del partido al lanzar 1.1 capítulos con tres ponches propinados, y Julio Urías, esta noche en funciones de cerrador, que logró el salvamento al retirar a siete rivales en fila abanicando a cuatro de ellos.

El triunfo de los Dodgers se une al de los Lakers de este año en la NBA, un regalo muy apreciable para los fans del deporte de la ciudad de Los Angeles en medio de la pandemia del coronavirus.

Roque Díaz

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