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Cuba

Los 42 pisos de la discordia en el centro del Vedado

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Algunos lo tildan de “mazacote” y otros de “cosa vomitiva”. Los 42 pisos del hotel de categoría cinco estrellas que se edifica en el centro del Vedado, su estilo arquitectónico, encienden el debate

Desde septiembre del 2018, cuando se ubicaron vallas perimetrales -según reportaba la Agencia Cubana de Noticias (ACN)- al comenzar los movimientos de tierra del que se dice será el hotel más alto de la isla, los cuestionamientos no han cesado. Los 42 pisos de la denominada por los habaneros como “torre López-Callejas” vuelven a estar en el centro del debate.

Arquitectos, ingenieros civiles y otros especialistas postean por estos días en redes sociales sus criterios acerca del que será un hotel de categoría cinco estrellas y con 565 habitaciones. Se calcula que tenga unos 154 metros, y sobrepase al Tryp Habana Libre, de 126 metros de altura y 27 pisos. Su inauguración está prevista para el 2022.

Carlos Carbonell, un arquitecto de la isla, ha comentado en Facebook: “las fachadas totalmente acristaladas como el edificio de la ONU son para ambientes como Nueva York, donde lo que buscan es el poco calor que puede brindar el sol en un lugar tan frío. Es que no acabamos de darnos cuenta que ya todo está pensado. Va a ser el edificio que más energía eléctrica gaste en el país. Le da el sol por todos lados”.

Otro cubano que reside en México -Osmany Suárez Rivero- apunta: “el galopante proceso de crear nuevos hoteles en La Habana donde debieran recuperarse cines, centros culturales y deportivos, espacios habitacionales, etc, ha sido una literal vergüenza desde su fecha inicial hasta los días presentes. Habrá que hacer con más tiempo una revisión de los procesos que favorecieron la marginación laboral de tantos trabajadores cubanos en favor de la contratación de obreros indios; será necesario atender los privilegios mutuos de ALMEST (perteneciente al consorcio militar GAESA) y la Bouygues Batiment Internacional (empresa constructora francesa) en la frenética inversión hotelera mientras hace años hay una desescalada turística internacional que deja mucho espacio a las sospechas de estas negociaciones, etc. Creo que la ejecución del Manzana Kempinsky y la sarta de hoteles horrendos que cierran hoy el paseo del Prado fueron la demostración de que esa política inversionista se extendería por toda la capital sin reparos sociales, culturales o políticos… ¿Cómo es posible que en medio de tantas demandas económicas el país pueda mantener una frecuencia casi anual de ejecución hotelera? ¿Donde están las exigencias del Estado a estas empresas respecto a sus responsabilidades en relación con el bien común de la nación cubana? No sé, pero cualquier respuesta cabe, excepto la de que se está actuando en favor de un interés nacional. Todo lo contrario. La dimensión política y económica de este conglomerado corporativo es difícil de separar pues hay una colaboración estrecha entre el Estado y el capital, “los intereses públicos” y los privados e, incluso, superposiciones entre ellos”.

Agrega Suárez Rivero sobre los 42 pisos de hotel cinco estrellas que se levantan en 25 entre J y L, en el Vedado habanero: “Sabiendo que este fenómeno es irreversible dada la arbitrariedad con que GAESA está llevando a cabo estas maniobras, me queda asentir mi total y absoluta repugnancia por esta estética corporativa militar disfrazada de ohotel, al tiempo que no temo en decir que desde un punto de vista sociológico y político, cada hotel hecho es un holograma que nos permite ver en qué se está transformando el Estado y la nación cubana. Es decir, hay mucho más en juego que la desfachatada aparición ante los ojo de todos de un bodrio de cristal y cemento, se trata de la alianza entre el Estado y la empresa, al punto de evidenciar que a la gobernanza no le preocupa adoptar, cada vez más abiertamente, la retórica y la lógica de las entidades con fines de lucro sin prestar ninguna atención a sus costos sociales”.

Sin embargo, otros defienden la estética que aportará a la capital cubana este nuevo hotel. Un internauta señala:
“No critiquen más lo que se hace , en los 50’s los edificios altos también rompieron la estética del Vedado y hoy son íconos de la ciudad”.

El artista cubano Julio Llópiz-Casal también opina en redes sociales: “El problema para mí no es, ni siquiera, que el edificio sea una cosa vomitiva. El problema es que, ¿por qué pi*** un mojón (ojo, lo digo en el sentido no escatológico, que los arquitectos sabrán entender) en pleno 23 es proyectado de espaldas a la transparencia institucional y de cara a una postura tan OFENSIVA con tantas generaciones de arquitectos formados durante tantos años en esta isla? ¿Por qué no hubo una licitación, en primer lugar, con arquitectos del patio, que sí tienen pasión y conocimiento y talento para hacer lo que hace falta? ¿Por qué se evade un diálogo formal con el entorno arquitectónico? ¿Es que no es obvio que esa payasada falocéntrica se va a “comer” al Hilton, que se va a caer ahorita porque al MINTUR no le importa y menos tiene sensibilidad para entender el problema?”

Y concluye Llópiz-Casal: “¿Por qué esta ciudad no tiene derecho a hacer algo desde dentro y no desde fuera por sí misma? Estas cosas pasan porque las decisiones fundamentales las toman una partida de gente irresponsable, ignorante e insensible. La República, en los 50, con todo y que vivíamos en una dictadura, nos legó una arquitectura hecha desde la responsabilidad y en la que participaban los profesionales del medio, no como ahora”.

Neus Francino


 

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