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Cuba

La conocida tienda Fin de Siglo será parte de la cadena Panamericana y saldrá de las ruinas

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Texto y fotos: Liliana Suárez

Fin de Siglo no puede esperar por otra centuria. Muchos habaneros mantienen la expectativa de que la otrora famosa tienda acabe de ser rescatada del abandono, de las ruinas, en 2019 cuando la capital celebra los 500 años.

Las recientes fiestas navideñas hicieron recordar a muchos lo que un día fue uno de los más célebres comercios junto a La Época, El Encanto, Ultra, Sears…, levantado hace más de 100 años en el corazón de La Habana como un establecimiento por departamentos.

Sin embargo en el vetusto centro del céntrico Boulevard de San Rafael esquina a Águila, en Centro Habana, aún ronda la esperanza. Según avisos colocados en la reparación, Fin de Siglo pasará a formar parte de la cadena Panamericana. Se especula será un proyecto muy costoso por el deterioro en que se encuentra. La reconstrucción se iniciará este año y aunque se anuncia que finalizará en el mismo 2019, entendidos auguran que para el 2020 si los trabajos se realizan con rapidez y calidad.

Un vecino, hoy cuentapropista y exfuncionario del gobierno municipal en la zona, comentó a Cuballama que del lugar  “se han sacado desde que comenzaron los trabajos más de 400 camiones de  escombros, incluidos los antiguos ascensores. No crea que eso pueda terminarse este año. Ahora van a arreglar las fachadas, los interiores ya son más complicados porque es demasiado lo que hay que hacer”,  precisó el hombre que en sus tiempos de dirigente se interesó por la destrucción gradual  en que estaba sumida.

El entrevistado relató otro problema que enfrentarán los ejecutores de la obra: “Fin de Siglo, como otras instalaciones del municipio, tiene en su base un manantial cuyas aguas están contaminadas y hay que drenar el terreno para que la construcción pueda quedar en perfecto estado y no tenga que por reparaciones estar cerrando en un futuro”. Sobre el tema medios de prensa no oficiales han publicado que son tuberías rotas de aguas albañales.

Andrea, una septuagenaria habanera, recuerda los tiempos navideños, las vitrinas adornadas, y el ir y venir de la gente con las compras. “Como Ultra, que aunque hoy sigue abierta al público, usted puede llegarse para que vea el descuido en que se encuentra, yo viví el esplendor de Fin de Siglo, y es una pena que haya terminado así”. Se alertó a las autoridades en las conocidas asambleas vecinales “pero nadie dio respuesta, todo fueron  evasivas”.

Precisamente sobre la desidia, en febrero del 2018 el periódico Juventud Rebelde, en su sección Acuse de recibo, daba fe de la queja de Omar Iruela González, residente en Amistad 209, entre Neptuno y San Rafael, que advertía que se estaban robando las vidrieras de Fin de Siglo, sin que nadie hiciera nada, “ni la policía, ni el gobierno municipal o provincial”.

A pocos metros del lugar hay un sector de la policía, decía en una carta el denunciante. “Frente al mismo Fin de Siglo hay una cámara de seguridad. El bulevar es un lugar transitado hasta de madrugada, y otras cámaras de seguridad se ubican en la zona”.

“Nadie vio nada ni hizo nada. Es increíble como ahora no queda ni una vidriera. Y alguna autoridad se preocupó ahora por tapiar cada hueco donde estuvo una vidriera con planchas metálicas rojas”.

En el primer piso de Fin de Siglo comerciantes particulares hacían “su día”

Hace poco más de una década, el primer piso de Fin de Siglo fue arrendado a vendedores particulares que anualmente aportaban unos 3 millones de CUP al Estado por los impuestos del negocio de artesanía, ropas, calzado, forros para teléfonos celulares y artículos del hogar, entre otros.

Ese fue el último destino de la desvencijada instalación, un punto muy conocido en La Habana para encontrar casi siempre lo que se requería. Los comerciantes, a pesar de luchar contra las filtraciones de aguas pestilentes que penetraban hasta el piso y la poca ventilación del lugar, conseguían “su día”. Incluso cuando el gobierno prohibió  a particulares la venta  de ropa y calzado importados, allí todavía podían hallarse.

A mediados del 2017 aparecieron en las paredes de Fin de Siglo anuncios escritos a mano, que comunicaban el traslado de la feria hacia puntos cercanos colocados en la calle Neptuno, donde hoy permanecen. Los asiduos no entendían. Cuballama visitó esos puestos de Neptuno. Entrar es como caer en un enjambre donde todos te abordan para ofrecer sus bisuterías. Pregunto a una cuentapropista cómo le iba luego de salir de Fin de Siglo. María Julia me explica que la mudanza no le resultó tan mal: “aquí estamos algo apretados, pero ya la gente sabe dónde nos ubicaron y vienen como antes”. Me muestra su tarima con productos de belleza y  monederos de mujer, de distintos precios y diseños. “Todos son industriales, importados, me los compran rápido”.

“Al principio no me adaptaba a estar aquí porque no teníamos la misma afluencia, lo que me costó algunas pérdidas económicas, pero ya pasado algún tiempo nos buscan igual”, sostiene Junior que es técnico en informática pero con buena entrada monetaria en este quehacer. En su mesa encontré estuches de celulares y otros accesorios. “Yo tengo artículos traídos de Panamá, que posiblemente no se encuentren en  muchos talleres y por eso vienen aquí”.

Finalmente han decidido revivir Fin de Siglo y le pido su criterio. “En realidad me alegro, no hubiera querido que parara en una pérdida como ha sucedido con otros centros de la ciudad”.

Entretanto, habrá que esperar por la resurrección del conocido recinto habanero, y luego ver si resiste la fórmula estatal ante el auge de los nuevos negocios privados. Hoy estamos ante el rescate de un centro comercial al que quizás se pondrá un nombre cualquiera, pero para los habitantes de La Habana seguirá siendo Fin de Siglo.

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