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Cocina

Hecho en Casa: sencillez y elegancia en una cocina personalizada

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Por Flavia Viamontes

“La cocina es un arte y un modo de existir, no de vivir. La cocina es mi reino”. Esa es la premisa de Alina Menéndez Lamas, una mujer obsesionada por los sabores y olores cubanos que aprendió de su abuela y que hoy traslada a la cocina de su pequeño restaurante donde todo es Hecho en Casa.

En el barrio de Miramar esta geógrafa devenida chef enfoca su negocio en cambiar la percepción de que la comida cubana es solo arroz, frijoles negros y carne de cerdo. “Me niego a aceptar solo eso”.

De niña siempre se preguntaba por qué su abuela pasaba tanto tiempo en la cocina. Hoy la recuerda cada día en este “sitio pequeño, mío, donde le doy rienda suelta a mi imaginación y la traigo a ella, sus olores, sus sabores”.

A través de la comida, dice,  se puede construir y recuperar una cultura, contar la historia de un país o la tuya propia.  “Nuestra gastronomía es muy colorida, creativa y para los cubanos es más importante ofrecerle una buena comida en casa a una persona que queremos agasajar,  que invitarla a un buen restaurante”, asegura.

Desde las infinitas sensaciones que la inspiran y la retrotraen a su infancia y sus afectos,  esta mujer busca que cubanos y extranjeros encuentren en Hecho en Casa aromas y sabores que nos acompañaron siempre. “Aquí dentro está la Cuba que yo quisiera, donde todo nos interesa y todos podemos hacer posible sueños y deseos. En este país llevamos años pasando períodos más que complicados y este es mi aporte a ese reto”, afirma.

Hacemos una cocina desde el corazón, luego viene el negocio

Sin inversiones millonarias, Hecho en Casa ha ganado un prestigio que probablemente no lo tengan aquellos negocios en Cuba en los que se han puesto grandes capitales. “Lujo no es sinónimo de exquisito, sino de la posibilidad de vivir una experiencia diferente. La elegancia es muy sencilla y mientras más sencillo eres más elegante serás, decía mi abuela. Eso es Hecho en Casa”.

Cortesía: www.hechoencasacuba.com

Cuando el cliente llega a este pequeño espacio de la Calle 14, en Miramar, comienza un intercambio casi familiar con la chef y los dependientes. Un contacto humano con el que descubren sus gustos y costumbres, a  partir de ahí elaboran la comida, incluso si no la tienen prevista en el menú del día. “Es una cocina totalmente personalizada”, comenta Alina.

“Acá planificamos lo que se va a ofertar diariamente, aunque pueden existir improvisaciones. Incluso, si preparo el mismo plato tres veces en una semana, nunca quedará  igual pues depende de cómo me sienta yo. Le pongo el alma a cada elaboración”. Pero —enfatiza—si no disponen de un producto fresco no lo ofertan.

Su carta no es un compromiso con una ficha técnica o una norma específica, sino con un producto que conquiste, guste, perdure, por eso no tiene plasmados precios. “Los costos dependen de la disponibilidad del producto, el propio cliente y el momento. No producimos en serie, sino que cambiamos el menú cada día. Trabajamos de forma espiritual”.

Por supuesto hay que contar con lo que pasa en el mercado. “Pero  mi objetivo no es engañar al cliente ni sacar dinero a cualquier costo, lo importante es mantenerse, pero sobre todo que podamos pasarla bien juntos y que ofertemos un producto que te haga añorar lo que tuvimos una vez y regresártelo”.

Su trabajo se basa en aquello de que tenemos que mirar más para adentro y no “ver la paja en el ojo ajeno”. Salir adelante y no vivir en una permanente tarea de justificación de problemas, son otras de sus principales premisas y así han llegado a construir este espacio del que todos sus trabajadores se sienten orgullosos.

Un nacimiento “Hecho en Casa”

Es un proyecto que tiene ya ocho años. Lo concibió en 2011 a partir de la apertura a los negocios particulares en el país.

Sin apenas capital—cuenta Alina—  elaboró el propósito de Hecho en Casa para tres etapas y que en 2019 ya llega a la mayoría de edad.

“En una cocina muy pequeña se inauguró el primer período donde ofrecíamos emparedados y licuados de frutas naturales”.

Alina sabe que un buen plato puede revivir las marcas guardadas en el tiempo. “El emparedado de huevo fue el best seller en aquella primera etapa de la calle 19”. Nunca le llamamos “pan con…”, sino “emparedados”, como aquellos que ofertaban en el Ten Cent de Galiano y que ahora solo viven en el recuerdo de quienes contamos más de cuatro décadas.

“Un día llegó un señor muy mayor, lo traían en silla de ruedas, y pidió ese emparedado. Lo elogió mucho y me preguntó si tenía esa receta”, le respondí que solo estaba en mi memoria.  “Todavía hay personas que vienen, muchas no viven en Cuba, y lo piden”.

Igualmente hicimos con los licuados de frutas. “Nunca le llamamos jugos, porque no le agregamos agua, sino solo el mango, el plátano o lo que usemos y azúcar”.

Esa primera etapa culminó y reabrieron ya como restaurante en un apartamento de la Calle 30, también en Playa, “pensando en la comida con un concepto de familia”.

Cortesía:www.hechoencasacuba.com

Ahí se incorporaron nuevos platos principalmente a base de grandes ensaladas, una oferta  balanceada, fresca, nutritiva. “A toda aquella gama de colores le introdujimos el arroz hecho en la plancha con hierbas aromáticas, le pusimos el huevo, le añadimos los frijoles bien dormidos y el atún, cerdo o pollo, según la elección del cliente.”

Hoy Hecho en Casa es un sitio pequeño, con dos niveles, decorado con un excelente gusto y donde se respira familiaridad y cubanía.

Platos tan cubanos como los timbales de plátano o los pimiento rellenos de moros y cristianos, son del agrado de todos los que llegan.

“Lo mejor no existe. Tenemos que vivir en un mejoramiento constante. Ser iguales siempre para cualquier cliente y en cualquier momento. Eso es ser diferente”,  reitera su chef.

 


 

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