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Cuba

La fanaticada matancera se reconcilia con Víctor Mesa

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Tiene mucho que ver Víctor Mesa, en opinión de algunos, en la contundente victoria de los  Cocodrilos de Matanzas

Una de las primeras felicitaciones que llegaron al alto mando yumurino después de la contundente victoria de este fin de semana, vino de parte de Víctor Mesa. El polémico director sacó del fondo del pantano a los Cocodrilos matanceros desde que le dieron las riendas de ese conjunto, pero a lo largo de seis temporadas no pudo obtener el título a pesar de estar todo el tiempo coqueteando con el trofeo.

Víctor lo intentó todo, removió los cimientos de toda una provincia que se inclinó a sus pies y le entregó en las manos la llave de la ciudad para que abriera todas las puertas que quisiera con el fin de lograr su objetivo. Instauró una férrea disciplina, trajo legionarios de otras tierras, se empeñó en darles una atención especializada a sus atletas, invocó espíritus, hizo brujerías, cortó cabezas, e instauró una dictadura beisbolera para moldear a mano lo que muchos llamaron el mejor equipo de Cuba…pero no pudo encaramarlos en lo más alto del podio.

El estelar ex-pelotero, había aplicado la misma fórmula unos años antes con los azucareros de su natal Villa Clara, con idénticos resultados, y la usaría después de su salida de Matanzas al mando de los Industriales, sin lograr su meta.

Así quedó Matanzas tras su partida, maldecida y desolada con una carga mental negativa a pesar del esfuerzo de su mentor. La propia personalidad autoritaria de Víctor Mesa, generadora de presiones extras, lo traicionó en múltiples ocasiones, quedando a las puertas del trono y defraudando a una afición esperanzada.

Menudo trabajo tuvo que hacer el nuevo timonel Armando Ferrer para arrancar de la mente de sus jugadores ese estigma y expulsar de la banca esos demonios perdedores que volvieron a alojarse allí atormentando a sus jugadores.
Casi tres décadas tuvieron que pasar para que aquel joven, miembro del equipo de dirección del último equipo matancero que se tituló en estos campeonatos (Henequeneros), regresara curtido por los años al mando de la tropa y los sacara de la zaga de la tabla de posiciones para darles su merecido campeonato.

Poco a poco esa fanaticada incrédula fue llenando espacios en los graderíos a medida que avanzaba la campaña, cruzando los dedos y mirando de reojo a un equipo que desde la porfía por uno de los comodines para seguir vivos en la segunda fase, se mostraba diferente sobre la grama con un juego desenfadado y sin complejos.

Ahora, después del out 27 del sexto partido de los playoff, no han podido contenerse y han salido a las calles ahogados en gritos eufóricos y llantos desconsolados, al ver por primera vez en la historia de las Series Nacionales el nombre de Matanzas en la camiseta de los campeones.

Atrás quedaron largas jornadas de hechizos y leyendas urbanas, se desplomaron de un golpe los maleficios y las malas fortunas y ese pueblo beisbolero donde se jugó este deporte por vez primera hace más de 145 años, se ha llenado de orgullo y de gloria y se ha reconciliado con Víctor Mesa, quien de alguna manera tiene mucho ver con este triunfo alcanzado.

El otrora jardinero central de los equipos Cuba durante varios años, tal vez no encuentre explicación para este éxito, quizás sonría en la distancia mientras se fuma un puro habano pensando en lo impredecible e ingrato que puede ser este hermoso deporte, mientras observa con nostalgia las imágenes de miles de personas vitoreando a sus héroes en las calles.

Roque Díaz


 

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