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Cuba

El yogur en La Habana aparece y desaparece como por arte de magia

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Texto y fotos: Liliana Suárez

Amelia sintió una gran angustia, aunque lo esperaba, cuando el médico le confirmó que sus estudios demostraban que padecía de mala absorción intestinal.” El problema no está en que yo tenga males gástricos sino cómo me los quito”. Eso pensaba porque sabía lo que diría el médico: “jovencita, usted tiene que bajar el azúcar y los dulces, y obligatoriamente tomar yogur natural al menos dos vasos al día”.

“Yogur natural”, salió de la consulta hablando consigo misma. Aquella mañana empezó a recorrer todas las tiendas cercanas a su apartamento de 17 y 12,  en el Vedado, pero sin suerte. “Acuérdate que en el Ten Cent sacan yogur, llégate que no es lejos”, le comentó su vecina refiriéndose a la actual tienda Variedades, en las calles 10 y 23. Pero fue en vano. Por estos días no aparecen las bolsas de yogur batido a 15 CUC, que a veces se pueden encontrar. “Total, si las últimas que compré estaban ácidas”, se consoló Amelia.

La “aventura” de conseguir yogur natural en La Habana sobrepasa con creces la de encontrar en los mercados de moneda libremente convertible (CUC) los alimentos que demanda la población. Amelia y los que como ella requieren del producto por cuestiones de salud, u otros por el simple gusto de saborearlo, chocan contra una barrera que los deja de brazos caídos.

En el recorrido de Cuballama por varios establecimientos de municipios céntricos de La Habana se pudo comprobar la inestabilidad y casi ausencia del yogur natural. En el CUPET (gasolinera) de 17 y 12, en el Vedado, varios consumidores tuvieron por respuesta este jueves un “no tenemos, hace días que no entra”.

Solo encontramos yogur natural en el mercado de Puentes Grandes

Angélica Domínguez, quien lo buscaba sobre todo para la merienda de sus dos nietas, nos confirmó que es común la falta del yogur: “es difícil encontrarlo, vengo hasta aquí o a otras tiendas cercanas a la casa como el FOCSA y no hay un surtido fijo”. Añadió además que su yerno trabaja en el municipio Marianao “y te digo, aunque recorre en el carro siempre que puede las tiendas de esa zona, se enfrenta a la misma situación”.

Nora Menéndez que refirió estar “de paso” en el Vedado porque vive en Santos Suárez, en el capitalino de municipio 10 de Octubre, intervino en la conversación para asegurar que “por allá pasa lo mismo, casi nunca yo encuentro el yogur y en la casa a todos nos gusta”.

En la tienda de 17 y 26, en las neveras tampoco se encontraba yogur natural. Al preguntarle a la dependienta si tenían un día de la semana fijo para que llegase, explicó que no se sabía exactamente cuándo: “En ocasiones viene una vez a la semana, otras veces comienza a faltar”, concluyó.

Similar panoramas en las tiendas La Favorita, del municipio Cerro; en La Mariposa, de Nuevo Vedado; en Vista al mar, en la calle San Lázaro. Sin embargo, en el mercado Plaza Carlos III había un surtido de bolsas de yogur batido con sabor a guayaba a 0.70 CUC, así como unos pequeños potes de yogur importado a 45 centavos, de sabores fresa y piña. Estos yogures individuales en Cuba casi nadie los compra: demasiado caro para la economía del cubano de a pie.

Yogures importados (sabor fresa y piña) en Plaza Carlos III

Peripecias para vender yogur natural en La Habana

Las familias de provincias cercanas a la capital, como Artemisa y San Antonio de los Baños, que cuentan con algunas vacas en sus pequeñas fincas,  como buenos cubanos han comenzado a hacer un dinerito preparando yogur natural. Luego ellos mismos o a través de intermediarios lo venden en La Habana.

Y esto conlleva a una cadena en la que participan desde los productores hasta los repartidores. Los que viven en la capital cubana distinguen a los que ofertan el yogur casero en pomos reciclados, de 1 500 mililitros, a un precio de 25 CUP. Los llevan ocultos en grandes mochilas para no llamar la atención de los agentes de la policía.

“Estoy esperando que traigan el yogur de San Antonio pero pararon a la gente en el puesto de Boyeros, ya hoy se cayeron las ventas”, narraba hace unos días a Cuballama uno de los recibidores en La Habana, que al recibirlo lo distribuye entre sus clientes asiduos.

“Ese es el problema más complicado de todo esto. Si la policía los para, además de decomisarle los pomos, les pone multas elevadas”. ¿Y cómo siguen trasladándolos? “Hay que arriesgarse para que entre un dinero porque la vida está muy cara y aquí en las tiendas no hay yogur fijo, por eso nos lo compran”.

Si escapan a la custodia policial que pone vigilancia también en la zona de los ómnibus que llegan a la terminal del Lido, en Marianao, este producto manual, grasiento y generalmente espeso, que incluso suele ser en algunos casos de dudosa higiene y hasta estar adulterado por los repartidores que le añaden un poco de agua porque como dijera uno de ellos: “hay que vivir y tiene que dar la cuenta”, es vendido a familias e incluso distribuido en cafeterías privadas que le ponen como precio de venta 5 CUP el vaso.

Pero Amelia este no lo compra: “que va, si yo lo que tengo es que curarme cómo voy a tomar un yogur sucio”. María del Carmen, una señora que en un tiempo estuvo adquiriendo el producto habló con Cuballama: “no quiero ni acordarme de eso, mi experiencia fue fatal porque me enfermé con amebas y giardias, y trabajo que pasé para curarlas”. El parasitismo intestinal resulta una de las secuelas para unos cuantos que consumen el producto: unos no padecen los síntomas y lo siguen consumiendo, otros salen como perdedores en el intento de tomar yogur natural en La Habana.

El yogur de soya: la magia de aparecer y desaparecer

A pesar de sus muchas virtudes, el yogur de soya es otra de las incógnitas en la producción del Complejo Lácteo de La Habana.

Según especialistas, este producto tiene entre 30 y 50 por ciento de proteína vegetal, 20 por ciento de grasas saludables, 24 por ciento de carbohidratos complejos; vitaminas A, E y del complejo B; minerales como calcio, cobre, hierro y zinc y aporte de fitoestrógenos,

Se suministra por la libreta de abastecimiento a los niños mayores de 7 años que ya no reciben la leche de vaca. Debe llegar a los puntos de venta martes, jueves y sábado pero lo común es que se ausente. “No entró”, escuché decir en mi recorrido a un bodeguero del Cerro.

Si el yogur de soya, que puede ser de sabor a plátano o vainilla, no es comprado por los que lo tienen asignado por la cuota, los bodegueros lo venden al público a un precio de 3 CUP la bolsa. Y muchos lo compran.

El Complejo Lácteo de La Habana, donde se hace el yogur de soya, ha sufrido desperfectos en sus maquinarias que han impedido la producción normal para la distribución. Recientemente hubo cierta remodelación en sus instalaciones; autoridades de la Industria Alimentaria explicaron a  medios de prensa locales que desde la década del 90 el Complejo Lácteo no se sometía a ninguna de esta envergadura, y que poco a poco irán aumentando las producciones de yogurt de soya, helado, queso y mantequilla.

Pero la realidad es que por ahora tanto el yogur natural como el de soya aparecen y desaparecen como si de magia se tratara.

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