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Cuba

El Coppelia de las colas, vendedores ambulantes y pocos sabores

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Por Flavia Viamontes

No hay habanero, provinciano o extranjero que visite la isla que no conozca dónde está la heladería Coppelia. Desde su inauguración en 1966 ha sido un ícono de esta mal catalogada Ciudad Maravilla. Aunque por aquellos años, sí podía pensarse en clasificarla como tal.

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos usado como referente a la famosa casa de helados para alguna cita, una salida entre amigos o hasta quizá algún beso furtivo en algunos de sus jardines, pasillos o mesas.

Por aquellos lejanos años de su inauguración y hasta finales de los años 80, los que hoy viven de los recuerdos de la Cuba de entonces, aseguran que la casa con nombre de ballet clásico, fue un espacio donde primaban el buen gusto, la calidad y variedad de sus ofertas gastronómicas, y sobre todo por la exquisitez de sus helados y sus múltiples sabores.

54 sobores

“En el 66 eran 54 sabores”, me dice apresuradamente un señor de alrededor de 70 años que hacía la cola para entrar a la legendaria zona de la Torre. Los números me parecen un poco exagerado, pero me comienza a relatar una lista enorme en las que mencionó hasta helado de nuez, “las nueces, fresas y pedacitos de chocolate quedaban al final de la copa”, asegura con cara de quien degusta algo delicioso.

Sí, interrumpe su esposa, antes te lo servían en copas y con esos añadidos deliciosos que iban desde los famosos “tabaquitos” hasta los “bizcochos” o “rollitos”, golosinas que hoy podemos gestionarnos nosotros mismos de la mano de los vendedores ambulantes, dispuestos en cada una de las entradas del escenario principal de la famosa película cubana “Fresa y Chocolate”.

Justamente son esos dos tradicionales sabores los que menos abundan en nuestra Catedral del Helado. Plátano, guayaba, rizado de fresa, mantecado, son los que se encuentran por estos días.

Ello, hay que reconocer, ha mejorado en los últimos años pues por mucho tiempo, si acaso, se encontraba un solo sabor.

No puedo pagar un helado Nestle para mi hija que cuesta, mínimo, 1.35 CUC

En los tiempos donde la fresa y el chocolate pululaban, los cubanos hacíamos la cola tranquilamente y cuando finalmente nos sentábamos no era en una pegajosa mesa por la precaria limpieza con un “precario trapo”, recuerda con desgano Lucía, que espera en la fila con su niña pequeña. “Tampoco los dependientes te tiraban los platos plásticos con las bolas huecas y llenas de hielo”, agrega.

Le pregunto por qué vuelve y la respuesta es categórica: “No puedo pagar un helado Nestle para mi hija que cuesta, mínimo, 1.35 CUC”. Tiene toda la razón.

“Comemos acá y le llevo en un pozuelo para que me dure algunos días”, explica mientras me enseña una jabita con tres cantinas plásticas limpias y preparadas para cargarlas de helado.

Rumores sobre Coppelia

La emblemática heladería fue un proyecto social ideado por Fidel Castro y desarrollado por Celia Sánchez, como bien conocemos todos los cubanos. Pero es además Coppelia es una empresa que produce y comercializa el helado.

Recientemente los medios de comunicación nacionales se hicieron eco de una visita de autoridades gubernamentales capitalinas a una de las fábricas ubicadas en el municipio Boyeros.

Allí, dicen, los directivos informaron que se “cumple el plan de inversiones de acuerdo al cronograma previsto, y como resultado ya se entregan mil 300 tinas diarias de helados a la casa de 23 y L, con una gama de ocho a 10 sabores y se prevé aumentar a 20”.

La única idea que tengo de este lugar es el de largas colas, bolas huecas, con hielo y el maltrato de los trabajadores

En todos los espacios de Coppelia no se oferta la misma calidad de helado. Por ejemplo, en el área de la Torre y el salón 4 Joyas el que se oferta tiene un 18 por ciento de grasa; mientras que para las canchas el helado crema, con solo un 14.

Les comento al respecto a Diego y Rosa María, una pareja que hace la cola para entrar a la cancha que queda frente al parqueo. “Esto no hay quien lo pare o cambie para que vuelva a ser lo que dicen que era. Yo no lo recuerdo porque soy más joven y la única idea que tengo de este lugar es el de largas colas, bolas huecas, con hielo y el maltrato de los trabajadores. ¿Pero a donde vamos a ir?”, se cuestiona.

Me acerco a un custodio y le pregunto sobre un rumor que corrió hace algunos meses sobre que el actual presidente Miguel Díaz Canel acudió el lugar sin avisar, y probó y sufrió los desmanes del lugar y, por consiguiente, no quedó ni el gato en la plantilla de Coppelia.

“Que yo sepa eso no ocurrió. Yo soy nuevo acá. Pero si usted puede periodista, escriba que no entendemos por qué el helado que se vende afuera en divisas y en barquillo siempre es de chocolate, y adentro nunca hay ese sabor. Los clientes vienen y me preguntan a mí, pero no tengo nada que decirles”, me admite con desaliento.

No obstante a los miles de contratiempos, Coppelia sigue siendo uno de los lugares más visitados de El Vedado, y quizás de La Habana. Aunque sea el mes de agosto y el calor nos derrita, Coppelia siempre tendrá cola, vendedores y pocos sabores.

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