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EEUU

Desplome de puente de FIU era evidente y debieron cerrar la Calle 8, revela informe

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Finalmente ha visto la luz el informe elaborado por un organismo federal, la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA), el cual en su reporte de más de 110 páginas dedicados al análisis del derrumbe del puente de la FIU en Miami, expresa una verdad tan grande como un rascacielos: el tramo de la Calle Ocho de Miami, sobre la que se construía un puente peatonal que en marzo del año pasado se derrumbó y mató a seis personas, tuvo que haber sido cerrado.

Según la investigación federal difundida este martes, las fallas de diseño y construcción del puente fueron más que evidentes. La estructura presentaba varias grietas en varios puntos de la estructura. Cada una de ellas y todas, suficiente motivo de sobra para presagiar que alguna fatalidad ocurriría y ordenar el cierre del tránsito por esa vía.

Sin embargo, el puente de 174 pies (53 metros) de largo y 950 toneladas de peso, con su diseño “deficiente” elaborado por la firma FIGG Bridge Engineers y levantado según un novedoso método de “construcción acelerada” por la constructora Munilla Construction Management (MCM), terminó desplomándose y con él, dio al traste con la vida de seis personas.

El desplome sin embargo, no vino de la nada. Dos firmas de asesoría alertaron sobre el estado del puente y a pesar de eso no se hizo nada al respecto.

El reporte señala claramente que “el puente tenía deficiencias de diseño estructural que contribuyeron al colapso durante la III etapa de construcción” y precisa que “las grietas en el puente se produjeron debido a un diseño estructural deficiente“.

La investigación recoge también lo que por un tiempo se desconoció y que poco a poco comenzó a salir a la luz pública: la existencia de varios correos electrónicos y mensajes de textos de trabajadores que se encontraban por esos días trabajando en la estructura y quienes alertaron en más de una ocasión a sus supervisores de las “grandes y profundas grietas” que tenía la estructura.

Sin embargo, confiando en su pedigree, los ingenieros responsables de FIGG Bridge Engineers hicieron caso omiso a estos reportes y a las fotos que les enviara Kevin Hanson, un supervisor de la cuadrilla que trabajaba para uno de los contratistas. Hanson envió las fotos y dijo estar “visiblemente perturbado” con las grietas que había visto. Así se lo comunicó a sus jefes y a la firma FIGG Bridge Engineers días, horas antes del derrumbe. Ninguno lo tomó en serio, ni siquiera en una reunión efectuada la propia mañana del 15 de marzo de 2018 horas antes de que cayera la estructura, y que como “culpa divina del destino” se efectuó a escasos metros del puente: en la propia FIU.

A pesar de estar “sobre aviso” el propio Hanson recibió múltiples heridas tras el desplome de la estructura. Él era uno de los trabajadores que se encontraba sobre el puente cuando este se vino abajo.

El informe expresa además, que la culpa no solo recae en los diseñadores. También “dispara” culpas sobre la constructora Munilla Construction Management (MCM) y también incluso sobre la firma Louis Berger, que según el reporte federal “debía hacer un análisis independiente del diseño de FIGG,” mientras que Munilla debió “ejercer su propio juicio profesional independiente”.

Esta última se declaró en bancarrota a comienzos de este año. Pagará más de 42 millones de dólares a los familiares de las víctimas. Sin embargo, este no será el único dinero que deberán desembolsar los responsables; y con tantos involucrados y detalles que aún están por emerger a la luz pública, es muy probable que la suma supere los 100 millones de dólares. Una cifra infinitamente ridícula para la magnitud del desastre.

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