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Dos cubanos que aseguran haber sufrido persecución en Cuba han visto como la Diosa de la Fortuna les sonrió recientemente, tras haber sido beneficiados no solo con el otorgamiento del Asilo Político que solicitaron en Montenegro, sino además con un trabajo de “handyman” en un resort turístico del país balcánico.

Montenegro, un país que hasta los años 90´ formó parte de la República Federativa de Yugoslavia, es un enclave turístico con costa en el Mar Adriático donde pululan los hoteles, moteles, hostales, restaurantes y cafeterías.

Con apenas 622 471 habitantes según datos de un censo hecho en el año 2017, el lugar ha devenido importante lugar para las PIME, la gran parte de ellas relacionadas con el negocio del turismo donde, lógicamente se precisa de mano de obra barata, pero a la vez calificada.

En un video divulgado a través de la página web del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se narra la historia de estos dos jóvenes cubanos que son identificados como “Roberto” y “Silvio”. El motivo de por qué fueron utilizados en esta filmación parece encontrarse en las palabras de Roberta Montevecchi, representante de ACNUR para Montenegro. Esta asegura que “los cubanos son un ejemplo de actitud positiva de los emigrantes y del país que los acoge.”

En el video Roberto y Silvio narran sus vidas sin nostalgia. El antes y el después, como si la pesadillas de la emigración fuera apenas un escaño en sus historias. Roberto dice que fue custodio en una escuela en La Habana, mientras que Silvio cuenta que ejercía como enfermero. Los conocimientos de este último – dice – fueron un “plus” a la hora de obtener el empleo.

“Un día en el hotel una huésped se desmayó. Como enfermero, pude ayudarla”, reveló incluso.

En el relato, cuentan que llegaron a Montenegro en 2016, y actualmente trabajan en el hotel Villa Perast, donde “ya se han ganado el favor” de su jefa, Simona Pulcinelli, una ciudadana italiana que está muy contenta con su labor, pues asegura que aunque no hablan inglés, tienen una buena relación con los huéspedes, lo cual en el negocio del turismo es fundamental.

Los jóvenes explican que decidieron quedarse en Montenegro, porque les gustó, y aunque en los inicios fue difícil, sobre todo esa etapa en que vives en una tienda de campaña, entre varios compañeros y soportando incluso las bajas temperaturas, ya se sienten más seguros y determinados en sus vidas.

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