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Cuba no cree en ataques sónicos, a pesar de “los hechos”

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¿Hubo o no hubo ataques sónicos en La Habana? El gobierno cubano cree que hubo una conspiración para afectar relaciones, pero hubo daños físicos en diplomáticos estadounidenses y canadienses.

Los hechos además sucedieron en La Habana; no en Nairobi, capital de Kenya.

El gobierno de Cuba tiene ante sí evidencias médicas que avalan el daño neurológico sufrido por diplomáticos estadounidenses y canadienses radicados en La Habana, pero niega toda responsabilidad en el incidente de los llamados “ataques sónicos”. Para ellos se trata de “algo” -nadie sabe qué cosa es exactamente- usado para dañar el acercamiento entre EE.UU. y La Habana.

Así lo plantearon ayer en la Mesa Redonda los invitados presentes.

Durante su intervención en el programa, Johana Tablada de la Torre, subdirectora general de los Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX), dijo que estos incidentes sirvieron como punto de partido para medidas hostiles que tuvieron un alto costo para los cubanos. La funcionaria aludió a historias “llenas de incoherencias” y acusó al mandatario Donald Trump de imponer  un viraje de la política de su país hacia Cuba.

De no ser por estos ataques sónicos ocurridos en La Habana, no habría podido justificar sus medidas, agregó la funcionaria en su intervención.



Tablada cree además que existe una agenda anti-cubana detrás de esto, tras lo cual vino el cierre del consulado en La Habana, el cese de los viajes de cruceros, de vuelos regulares; fin de envío de remesas a Cuba y por último, designación de Cuba como estado patrocinador del terrorismo.

Sin embargo, la diplomática no pudo negar que hubo daños físicos dentro del personal diplomático estadounidense que trabajaba en la Embajada. Ninguno de los escasos trabajadores cubanos que allí se desempeñan sufrieron tales eventos adversos.

Tablada tampoco pudo negar que diplomáticos canadienses sufrieran lo mismo, y aunque hubo -aclaró- una cooperación más amplia con el gobierno de Canadá, hubo daños, ocurrieron en La Habana, y ese país retiró parte de su personal en la isla.

Mitchell Valdés Sosa, director del Centro de Neurociencias y coordinador del grupo de investigadores cubanos sobre los incidentes con diplomáticos estadounidenses, afirmó que “no existen evidencias científicas que validen teoría de un síndrome de La Habana”, pero los daños ocurrieron en La Habana, no en Nairobi, capital de Kenya.

Valdés Sosa se quejó de que las autoridades norteamericanas no les dieron acceso a lo que se podría denominar como “las pruebas”, y expresó que el equipo cubano no pudo ver a ningún diplomático ni estudiar ningún dato de historia clínica.

A los únicos documentos a los que parecen haber tenido acceso fueron a un artículo en la revista JAMA y también a reportes de un panel de las academias de ciencias de Estados Unidos que hace referencia a investigación del Departamento de Estado, así como estudios del centro de Control de Enfermedades. Hay otro reporte, del Instituto Nacional de Salud, aún sin publicar, al que también tuvieron acceso.

El funcionario cubano se defendió con un hecho más que evidente: el arma sónica nunca fue encontrada.

Tampoco la encontraron los norteamericanos, y ni siquiera saben si esta existe. Y si existe, cómo entró a La Habana.

La única verdad detrás de todo esto -que probablemente se conozca algún día- es que todo sucedió en La Habana. No en Nairobi, capital de Kenya.

El resto de las “creencias” ya entran dentro del terreno de las especulaciones.

¿Algún día se sabrá realmente qué sucedió?

Ariel P.

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