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Cuba

La TV habló de cerdo, pero no de estas colas

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Comenzó la distribución de la carne de cerdo en La Habana y las colas parecen dominar el panorama. El distanciamiento social es cero.

En la TV de Cuba se hizo el anuncio de que todo estaba previsto y garantizado para que, en espera del ordenamiento que se avecina a partir del próximo 1ro de enero, los cubanos de la capital pudiesen tener en la mesa del fin de año un pedazo de carne de cerdo, o de cualquier carne, para celebrar en familia el 31.

La TV y la prensa -el Tribuna de La Habana– hablaron de cerdo y de otros tipos de comidas distribuidas por toda la ciudad. Sí, pero de esto no hablaron.

Inmensas colas adornaban la mañana de este martes, al menos par de puntos en la capital del país.

Jorge Gómez de Mello documentó uno de ellos. El del mercado de Calle 15 entre 24 y 26, en el Vedado. Según un post que publicó en la red social de Facebook, eran las 7:30 am del tercer día consecutivo de aglomeración de personas para comprar carne de cerdo. Jorge calculaba unas 500 personas.

Un poco más hacia el oeste, Odalis Jaramillo, protectora de animales, documenta lo mismo. Una inmensa cola para comprar carne. ¿De cerdo? Al parecer sí.

En ambos casos la desorganización y el desespero entre la gente es evidente. También hay necesidad y hambre. Lo que menos hay son oportunidades.

Cuando este lunes el Tribuna habló del asunto lo dibujó de la manera en que suele hacer las cosas: con datos y cifras. Con puntos de entrega y distribución que superaban los 470 lugares. 470 lugares para 15 municipios y 2 millones de habitantes.

La TV habló de que habría carne de cerdo pero no dijo que las colas para adquirir el producto serían como estas.

Una amiga, desde La Habana, experta en colas y rebajas, en comprar y revender, afirma que las colas son, para el cubano, como el frío para los canadienses. Te toca quieras o no. A veces menos -frío en verano para los canadienses- a veces más; pero es todo tuyo.

Dice ella que, a fuerza de voluntad ha tenido que hacerse experta en colas, aunque afirma que con el transcurso de los años ha logrado “adivinar” que, cuando sale el primer rumor de que algo se está perdiendo, es que ciertamente se perderá. Y lo compra y lo acumula.

Así, gracias a su ojo previsor, Camila tiene dice, desde hace días, asegurada la carne de cerdo, el arroz, los frijoles y la yuca. Le falta “la ensalada”, que no la ha comprado por temor a que se marchite la lechuga y se pudra el tomate. Vía Facebook live me muestra el doble fondo de un escaparate que casi cubre toda una pared de su cuarto. Allí, apilados, en espera de que les toque su turno, hay aceite, champú, jabón, detergente, latas, paquetes…

Ariel P.

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