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Cuba: Bajo la sombra del dólar la vianda no aparece

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Los precios de los alimentos en Cuba se disparan y a la vez se esfuman los propios alimentos. La situación actual es compleja, y ahora hasta el pan ha desaparecido en algunos lugares.

Enrique Ojito, uno de los periodistas más venerados y expertos en la redacción del diario espirituano Escambray, certificaba en las últimas horas que “la dolarización parcial de la economía” en Cuba, fue una medida tomada por el gobierno “apremiado por circunstancias económicas y sanitarias excepcionales”; mientras, debajo, en el propio periódico un resumen noticioso de lo más importante en la actualidad espirituana certificaba que el precio de las viandas se disparó en la provincia, a la vez que se desaparecieron las mismas de los agromercados estatales.

Trescientos cincuenta y seis kilómetros al oeste, la redacción del diario nacional Trabajadores señalaba en esas mismas horas que la economía estatal se revitalizaba, mientras que en otro texto, justo al lado decía que la economía cubana era más difícil de desenredar que un nudo gordiano y Yusuam Palacios, en el Juventud Rebelde, llamaba “intelectual” a Raúl Capote.

Con esos tiros amanecimos este lunes. Con Ojito comparando esa “movida” del gobierno con las movidas del cubano José Raúl Capablanca, frente a Jacques Mieses en duelo protagonizado en 1913 en Berlín, Alemania; con un exagente de la Seguridad del Estado de dudosa inteligencia elevado al nivel de Cintio Vitier o Alfredo Guevara y la gente en Sancti Spíritus bien molesta porque en los agromercados no hay viandas pero los particulares sí las tienen y las venden al precio que les da la gana.

Dice Ojito que “el Gobierno no tenía los ojos vendados”, pues sabía que los dólares “se esfumaban del país” y que había que buscar la fórmula para captar el dinero que desaparecía de las fronteras cubanas.

Ojito, cuya fidelidad al proceso revolucionario en la isla está fuera de toda discusión, justifica “lo sucedido” con el dólar debido a “la coyuntura” del “momento histórico” -las comillas son mías-; lo que pudiera ser su método personal para explicarle a cientos de personas que guardaron prisión en el pasado por tener dólares, que ahora no son marginados ni arrestados, ni encarcelados ni juzgados, sino deseados.

Luego de una extensa referencia al embargo/bloqueo y a la llegada de la pandemia del coronavirus a Cuba, dice el veterano periodista que el Gobierno aprobó “la estrategia para impulsar la economía y enfrentar la crisis mundial provocada por el SARS-CoV-2”, pero, al hacerlo, debió enfrentar a “quienes viven de denostar a la Revolución cubana, con su sistema de medios y legionarios de turno”, para luego llamarlos “anexionistas que, a sueldo, esparcen dudas y desaliento con el empleo de las plataformas digitales e intentan establecer la matriz de opinión de que Cuba dolariza totalmente su economía”.

Nada de eso -ni la explicación de Ojito-parece satisfacer a sus propios coterráneos que en masa, y sin miedo, le dijeron a un periodista del propio diario que el precio de las viandas, anda por las nubes ahí mismo, donde mismo vive Ojito, en Sancti Spíritus.

Visto esto, Ojito pudiera, por ejemplo, salirse una mañana de cada día del diario y subirse a un muro o banco del parque Serafín Sánchez y arengar a las masas, a que le escuchasen su disertación de cómo es que suceden las cosas en la economía cubana; entre las cuales, por supuesto, se incluye la espirituana, donde ahora mismo ni siquiera hay fósforos para encender una vela (es por eso que sugerimos el horario matutino). Tal vez su explicación ajedrecística a lo Capablanca, pudiera convencer a esta cubana que por poco se le revienta una vena del cuello mientras descarnadamente aclara cuál es el triste panorama con las viandas en Sancti Spíritus.

Se trata, sin dudas, de ese “nudo gordiano de la economía cubana” del cual nos habla el periodista José Armando Fernández Salazar, de la Agencia Cubana de Noticias cuando valora sobre la “dualidad monetaria” en Cuba, que si bien fue “en la década de los noventa una respues­ta ante un momento de crisis”, ahora “en la actualidad resulta insos­tenible”.

Fernández Salazar explica que hoy, en Cuba, existen dos tasas de cambio.

“Un circuito en el que 1 CUP=1 CUC=1 USD y otro en el que 25 CUP=1 CUC=1 USD”, con la diferencia que, en la calle, no opera así. Según reportes desde la isla, el dólar ya se cotiza alrededor de 40 pesos cubanos, mientras que el CUC está muy fácilmente sobre los 1.70 (por 1 dólar).

“Esto provoca distor­siones en disímiles escenarios de la vida económica del país”, explica Salazar en una extensa pero esclarecedora nota en la que apela después a “transitar de un enfoque adminis­trativo a otro de carácter finan­ciero que contribuirá a promover encadenamientos productivos, el fomento de exportaciones y el in­cremento de la capacidad de com­pra”.



Dicen, desde la propia redacción de Trabajadores que la implementación de la famosa Estrategia Económico-Social que se aprobó en julio, y de la cual hablaba Ojito en el Escambray, “avanza”, mientras prometen un trabajo más elaborado en una próxima edición sobre la revitalización del ambiente laboral cubano como parte del “fortalecimiento de la empresa estatal socialista y el perfeccionamiento del sector no estatal”; ambas en un país marcado por el envejecimiento de la población, el éxodo de la población cubana en general, y el poco interés en trabajar o estudiar en el contexto actual.

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Cuba, por cierto, aprobó este pasado viernes sendas disposiciones legislativas que entrarán en vigor 180 días en las cuales, “los consumidores tienen derecho a recibir alimentos inocuos, saludables, nutritivos y aptos para el consumo”.

Queda por ver cómo, en un país marcado por la crisis económica y de recursos, con altos índices de justificación ante la escasez de recursos, donde la dejadez y “el bloqueo” son recurso manido para justificar que el mismo que te despacha el pan manipula el dinero, o que el panadero fuma y manipula la harina al mismo tiempo, el consumidor podrá asegurar su derecho a consumir alimentos sanos y nutritivos.

Así y todo no deja de ser interesante y necesario el enfoque, por más que nos golpee el pesimismo; por más que la Doctora Nancy Fernández Rodríguez, directora general de la Oficina Nacional de Normalización, explique que “este Decreto-ley No. 9 establece regulaciones y principios que garantizan tener alimentos inocuos y nutritivos, dirigidos a proveer la protección de la salud a lo largo de la cadena alimentaria con enfoque educativo, preventivo e integral,” y nos hable incluso de un “desarrollo competitivo y responsable de las entidades involucradas en el sistema alimentario”.

Parece, de antemano, un eslabón más en la inmensa cadeneta que se ha tejido el Estado cubano en su búsqueda de lograr que sus empresas y locales de la gastronomía sean eficientemente superiores a las empresas no estatales.

El decreto ley, claro está,  habla de “incumplidores” y de las consecuencias que estos pudieran enfrentar, a las cuales se supeditarán también las empresas del estado que de seguro, como tradicionalmente se hace, reventarán la cadeneta por su eslabón más débil, una vez que del departamento nacional de Higiene de los Alimentos y Nutrición de la Dirección de Salud Ambiental del Ministerio de Salud Pública, salgan las sanciones por dejar fuera de frío o sin calor víveres, u otras prácticas que atentan contra la inocuidad de los alimentos.

Sandro Nieto

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