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Cuba

Consumidor y fotógrafo: nuevos roles en tiendas de Cuba

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Por Flavia Viamontes

Julio buscaba la ropa para usar el día de la discusión de su tesis. Recorría las tiendas en divisas de La Habana tratando de decidirse por una camisa que le combinara con un pantalón que ya había visto en una de las boutiques del Hotel Habana Libre.

Los precios son extremadamente altos, por eso quería estar seguro de que el outfit fuera el perfecto. Intentó hacerle una foto a la camisa negra que lucía un maniquí en la tienda Fariani de la Plaza Carlos III,  para comprobar que pegaba con el pantalón elegido antes.

Cuando enfocaba con su móvil, desde la puerta alguien le grito: “Oye, niño, eso no lo puedes hacer”. No le hizo mucho caso y continuó, pero cual delincuente, fue nuevamente asediado por el mismo dependiente que intentó quitarle el celular.

“Está prohibido hacer fotos, ya te lo dije”, le espetó sin un ápice de educación. “¿Prohibido? Será que esto es una entidad militar de máxima seguridad”, le cuestionó Julio y por respuesta solo recibió un “eso es lo que está establecido desde arriba”. No obstante Julio se escondió y tomó su foto.

Un episodio similar le ocurrió a María Paula en el supermercado de La Puntilla, en Playa. Eran los últimos días de diciembre y buscaba una botella de sidra y algún turrón para la Navidad. Allí se venden productos del Corte Inglés a precios risibles. Se encontró con turrones que costaban más de 10 CUC y con un pequeño paquete de caramelos que excedía los 4 CUC. Trató de hacerle fotos para mostrar el nuevo absurdo en sus redes sociales y también provocó la ira de los trabajadores del lugar. Quisieron, incluso, que las borrara. No lo lograron, pero sufrió el mal rato.

Todos son historias ilógicas, mas reales y que hasta hace solo días se repetían una y otra vez en Cuba. Sobre todo en los últimos tiempos, cuando a los cubanos nos dieron la posibilidad de asomarnos al mundo a través de Internet y encontramos en la red una forma de desahogar y denunciar tantos años de maltratos por parte de las instituciones del Estado.

Productos de primera necesidad a cantidades irracionales o puestos a la venta en mal estado, desabastecimiento o la pésima higiene para comercializar alimentos, han sido objeto de las críticas de la población. Pero para acumular las “pruebas”, había que hacerlo furtivamente, como si los que cometieran los delitos fuéramos los  propios clientes.

¿Quejarse de los precios en las tiendas? ¿En dónde?

Tale fue el acoso a quienes hacían fotos por cualquier razón, que la propia ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, emitió una declaración oficial en la cual aclara que todos los clientes “haciendo uso de sus derechos como consumidores, están autorizados a tomar fotografías de los precios y artículos que sean de su interés” en tiendas y comercios.

Añadió además la titular de Comercio Interior que en el caso de que se evidencie algún tipo de conducta negativa o alteración de los precios de los productos, “debe ser comunicado a las autoridades correspondientes de inspeccionar o regular la autoridad comercial y comunicativa de los centros o entidades en cuestión, para que se tomen las medidas disciplinarias necesarias y proteja los derechos de los consumidores”.

Al respecto se pregunta José Antonio, “¿A quién nos quejamos y para qué? Los mismos que toman estas medidas son quienes establecen y aprueban los precios para productos alimenticios y de primera necesidad. Igualmente no hacen cumplir las leyes de protección al consumidor, ni  velan por ninguno de nuestros derechos”.

Son cada vez más increíbles las cosas que suceden en este país, comenta por su parte María Luisa, una señora que compra queso en el supermercado de 7ma y 20, en Miramar: “¿Había que emitir una declaración oficial del Gobierno para que las personas pudieran hacer algo tan simple como una foto? Hemos carecido siempre, y seguirá así, de una cultura del derecho. No hemos sentido que sí tenemos derecho a muchas cosas que siempre nos han tenido prohibidas”.

La cajera de la propia tienda asegura que antes no existía un documento que confirmara la prohibición de hacer fotos. “He pasado por varios establecimientos en mi vida laboral y nunca vi nada escrito. Era solo orientación de los jefes que alegaban disposiciones de sus superiores”, cuenta a Cuballama.

Más que disposiciones oficiales  para revertir tan polémica restricción, los cubanos necesitamos una institución defensora de nuestros derechos de consumidor, independiente, que tenga además personalidad jurídica, y sobre todo, sea seria y creíble.

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