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Cuba

¿Cómo enfrentan los habaneros su “batalla” contra el transporte público?

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Texto y fotos: Ariel Peñate

El transporte es una de las odiseas a las que se enfrentan la mayoría de los cubanos en su vida diaria. El gobierno ha tratado de mejorar la situación con la legalización de cooperativas de autobuses privados y nuevas rutas de taxis gestionados por cuenta propia, pero el panorama cobra tonalidades cada vez más grises, al menos en la capital.

En los últimos meses el Ministerio de Transporte ha puesto en práctica diversas modalidades para aliviar los problemas del transporte público en La Habana, las cuales entran en la ambigua categoría  de “experimentos”.

Este “reordenamiento” del transporte, como ha sido llamado por las autoridades, ha impulsado la existencia de líneas de taxis con gestión privada en las variantes de ruta libre y de alto confort o clásico. El servicio de taxi de ruta es obviamente uno de los más demandados por la población y cubre 23 destinos en toda la capital cubana.

Este servicio es muy cotizado por la población, pero  no suple las necesidades de todos los cubanos que diariamente tienen que enfrentarse al transporte en la capital.

Desde el amanecer innumerables personas esperan y frecuentemente las guaguas violan sus paradas reglamentarias. Incluso hasta se hace difícil alcanzar los conocidos almendrones (carros antiguos convertidos en taxis) y no son pocos los chóferes de  vehículos u ómnibus estatales que con capacidades libres no  tienen la sensibilidad para recoger pasajeros. El contexto se complejiza porque incluso los nuevos taxis ruteros no funcionan en todas las vías de la capital, donde residen hoy más de 2 millones de cubanos.

“Lo que hay que incrementar es el número de guaguas. No hacemos nada con poner taxis que no todos pueden pagar; lo que hay que resolver de una vez es la precaria situación de las guaguas. A veces no paran en las paradas y no hay nadie que controle esa situación”, dice a Cuballama una estudiante de cuarto año de Ingeniería Informática de la Universidad Tecnológica de la Habana “José Antonio Echeverría” (CUJAE).

Fuentes del Ministerio de Transporte han declarado que existe suficiente parque de ómnibus pero faltan chóferes para manejarlos. Según cifras oficiales, en La Habana circulan varias rutas de guaguas que transportan casi un millón de pasajeros. Los ómnibus en  ocasiones, tras su puesta en marcha,  se deterioran rápidamente por el maltrato de los usuarios o la falta de mantenimiento.

En la llamada “hora pico”, de 4 a 6 de la tarde, se hace prácticamente imposible abordar el transporte público. Los ómnibus  pueden demorar hasta más de una hora y las colas se van engrosando de personas molestas por la demora, el cansancio y la necesidad de llegar a su destino.

“Es algo que colma la paciencia. Estoy hace más de una hora esperando el P2 pero no llega. Esta es mi rutina habitual. Salgo del trabajo hacia la parada y aquí puedo estar cualquier cantidad de tiempo. El gobierno ha tratado de mejorar esta situación pero en la concreta no ha sido resuelta”, dice una señora, de unos 60 años, que trabaja como dependiente en la tienda Galerías Paseo, frente al Malecón habanero.

Si la guagua no llega, hay quien puede recurrir a los boteros

Otro pasajero, a su lado, recuerda cómo antes los ómnibus pertenecientes a centros de trabajo y carros estatales tenían que  transportar personas por la exigencia de los “amarillos” (agentes públicos que supervisaban a los transportistas estatales) pero, aclara, ya eso se acabó.

“Creo que deberían retomar esa medida que ayudó a la población en otro de los momentos de crisis del transporte en La Habana y en casi todas las provincias del país”, comenta.

La difícil situación económica obliga a chóferes con carros privados a ejercer de forma ilegal como taxistas. Así uno puede encontrarse lo mismo a un médico, que a un ingeniero u otro profesional de cualquier esfera. Lo hacen de forma solapada para que no los pare la policía, aunque por lo general se hacen los de la “vista gorda”.

“Cuando regreso del trabajo a la casa siempre recojo personas por el camino para hacer algún dinero. No es mucho pero siempre ayuda. Generalmente lo hago con cuidado para no tener problemas con la policía, y hasta ahora he corrido con suerte”, cuenta un abogado del bufete colectivo que radica frente a la conocida heladería Coppelia, en el Vedado.

Ladas destinados al mercado en divisas

A principios de año la compañía estatal Taxis Cuba compró a la compañía rusa AvtoVAZ una flota de 344 vehículos marca Lada de los modelos Vesta y Largus Cross. Regresaban a la isla en una versión modernizada la antigua marca que dominó las carreteras cubanas durante la era soviética.

Varios de los choferes de taxis de piqueras estatales pensaron que había llegado el momento  de cambiar sus viejos carros Ladas estos nuevos. Sin embargo,  la mayoría de esta flota de Vesta y Largus Cross fue destinada al turismo y en general al servicio de taxis en CUC, privativo para una buena parte de los cubanos. Por poner solo un ejemplo, una carrera de 5 kilómetros en estos taxis puede costar entre 5 y 7 CUC, cuando el salario medio de los cubanos es de 500 pesos (unos 20 CUC).

Los Lada de la compañía estatal Taxis Cuba

Una buena parte de los taxis estatales en moneda nacional CUP están destinados a piqueras de hospitales o a trasladar personas con determinadas enfermedades hacia centros asistenciales. Tras brindar estos servicios, recorren la ciudad intentando recaudar lo suficiente para mantener el carro y sostener la economía familiar. El gobierno le da ciertas posibilidades a estos chóferes para que puedan reparar sus vehículos, pero la alianza no cubre todas las necesidades.

“Casi siempre tenemos que recurrir al sector privado para comprar piezas o resolver algún accesorio que se rompió a último momento. El Estado no tiene capacidad para cubrir todo el mantenimiento que requiere un auto viejo como este”, dice Ricardo Martínez señalando al carro que maneja todos los días: un viejo Lada, con la carrocería oxidada y asientos con grandes fisuras.

Más ómnibus: una solución al transporte público

Todos los pasajeros consultados por Cuballama coinciden en que la solución al transporte público pasa por el incremento de las guaguas, así como la organización y el respeto a los pasajeros.

“No se trata de poner más taxis cuyas carreras  muchos no podemos pagar, sino de asegurar  que las guaguas pasen con frecuencia y no tengamos que estar una o dos horas en una parada perdiendo un tiempo que podemos utilizar en hacer otra cosa”, asegura una maestra jubilada que se volvió a incorporar a la profesión en la escuela Carlos Hernández, en Plaza de la Revolución.

La profesora de Biología espera un P2 en la primera parada a varias cuadras de su escuela. Su criterio es compartido por la mayoría de las personas que esperan el ómnibus tras una larga jornada laboral. Todos miran a la maestra y comienzan a discutir sobre el transporte público en La Habana.

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