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Como caído del cielo llega el carbón a muchos hogares cubanos

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En hogares de San Miguel, La Lisa o Arroyo Naranjo algunos cocinan con carbón. La balita de gas licuado se paga ya en el mercado negro a 15 CUC

Hace apenas dos semanas, la empresa Cubapetróleo (Cupet) anunció problemas con el suministro del gas licuado a la población.

Las primeras medidas tomadas fueron espaciar la entrega de las balitas a los ciudadanos, atendiendo al tamaño del núcleo familiar. Los de una persona, deberían recibir el producto cada 44 días; de diez en adelante, con intervalos de 16.

El progresivo encarecimiento de la balita, que asciende actualmente a 15 CUC en el mercado negro, evidencia un problema de no muy pronta solución.

Quienes tienen gas de la calle no sufren semejante problema, por ahora. Aun así, “guardan pan para mayo”. Yusniel es uno de los acaparadores temerosos. “¿Dónde consigo yo carbón en el medio del Vedado y, de tenerlo, dónde monto un hornilla criolla en este apartamento que ni patio tiene?” se pregunta.

Su solución fue buscar una cocina de gas, pues “cuando las barbas de tu vecino veas arder… Fíjate si la cosa está mala que cada vez se hace más difícil comprar una balita. Haces la enorme cola, la obtienes a sobreprecio o prescindes de ella”, asegura.

En tal situación, el carbón ha llegado como caído del cielo. Relegado por años a ambientes rurales, se ha convertido en la salvación de no pocas industrias y hogares. En los repartos más alejados del centro de La Habana, se está convirtiendo en el suplemento estrella. Se deja el gas “solo para ocasiones especiales”.

Con el carbón ya resuelven los hogares cubanos a donde no llegaron el gas de la calle ni los módulos de cocina eléctricos que facilitó el Estado. “Para mí no es una novedad trabajar con carbón, pues me crié en el campo y estoy familiarizada; pero mis vecinos se están muriendo”, explica Rosario, residente en Arroyo Naranjo.

Las cafeterías de la zona periférica obtienen los sacos “por cantidades”. Los productores no dan abasto y, aunque han encarecido los costos, tienen cada vez más volumen de ventas.

En La Rocita, San Miguel del Padrón, los negocios de comida compran a 150 pesos cubanos el saco. “Tenemos los hornos montados en la parte de atrás. Allí elaboramos las comidas y las calentamos en el microwave. A los negocios particulares sí nos cerraron completo: una balita cada 60 días”, afirma Yeney, dependienta en una cafetería.

En el Bello 26, en La Lisa, pasa todo lo contrario. En las casas particulares, los vecinos intentan tener al menos “unos trocitos”. “El suministro es escaso. En mi casa, estamos haciendo una sola comida a fin de estirar la balita lo más posible, pero cuando se acaba tengo que morder el cordobán”, señala Milagros, vecina de la zona.

Para Juana, el problema es el tizne. “Los calderos se ponen prietos, uno tiene las manos manchadas de negro todo el tiempo y el humo te ahoga. Es insoportable”.

Más de 1 millón 700 mil cubanos está sufriendo el déficit de gas licuado. El país es solo capaz de producir el 20 por ciento de gas licuado necesario para satisfacer la demanda. Esto ha sumido a  la isla en una escasez que va empeorando. Por ahora muchos hallaron en el carbón una solución quizás eventual, o no.

Texto y fotos: María Carla Prieto


 

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