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Cuba

Se paga la caja de Criollos a veinte pesos cubanos

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Por María Carla Prieto

Desde agosto estaban desaparecidos los cigarros Criollos. Hoy si se consigue una caja, hay que pagar 20 pesos cubanos

Los Criollos siguen sin aparecer. Su ausencia en las entidades estatales de la capital, le han granjeado un nuevo precio. Si antes el costo de la unidad oscilaba los 35 centavos MN, ahora cuesta 1 peso. Ahora cada caja cuesta el nada despreciable valor de 20 pesos cubanos.

Ya en el mes de agosto se sentía la falta. Ante la preocupación de los fumadores asiduos, José Martínez Tavier, especialista de gestión de la Empresa Comercial La Vega, explicó que el incumplimiento del plan productivo en el segundo trimestre del año afectó la existencia del producto, mas la situación se solucionaría en el mes de septiembre, cuando la fábrica de Holguín reanudara su producción. Esta afirmación fue una simple promesa.

A día de hoy, los cubanos continúan sin poder llevarse a la boca uno de estos cigarros o, al menos no a precios normales. “Ya me acostumbré a pagar el sobreprecio en los negocios particulares, pero cuando esa mujer me dijo veinte me quise morir. No hay en ningún lado, sin embargo ese costo me parece excesivo”, admite Nerio, fumador activo por más de 30 años.

En efecto, la venta particular de los pitillos se hace un negocio cada vez más lucrativo en La Habana. Si el gobierno reconoce la poca disponibilidad de las materias primas para su fabricación, ¿cómo es posible que los cuentapropistas sí tengan?

Mireya vende de manera ambulante, en el Malecón. Antes su negocio eran el vino frío y los “planchaos” (cajitas de ron). Con el empuje de los Criollos, intentó probar. “Muchos te pagan lo que les pidas. Por esa cantidad de dinero pueden comprar una caja de Popular, de mejor calidad, pero quien está acostumbrado a los otros no sacian su vicio”.

Si le preguntas el lugar de donde proviene su mercancía, en medio de este desabastecimiento, alega poseer una reserva o la bondad de algún amigo que se los facilita. No revela nunca su fuente.

Para Roberto la culpa de esto la tienen los mismos bodegueros. “Cuando entran los cigarros, hacen negocio con esa misma gente y se lo venden al por mayor; si vas después te dicen que se acabaron”.

Miguel se jacta de su método para transportarlos. Según cuenta, se abastece del interior del país. “Si uno le da un menudo y la descripción de quien esperará el paquete, el chofer de cualquier guagua interprovincial te lo trae. Le envías el dinero al contacto por correo y ya tienes mercancía”.

Isabel no está dispuesta a gastar su dinero de esa manera. “De joven me aficioné a esa marca, pero ahora fumo cualquiera, pues la jubilación no me da para darle esa cantidad de dinero a nadie por unos cigarros. Mi pensión es de 365 pesos, debo escoger: fumar o comer”.

Como ella, muchos no están dispuestos a pagar la indecente suma, y usan otras variantes como paliativos, esperando el fin de esta crisis. Ofelia, vendedora particular expresa: “Siempre le aviso a la gente el precio, antes de sacar la mercancía. Se me ha dado el caso de gente indignada, me han llamado de todo, pero imagínate, ¡hay que vivir! Nadie está obligado a comprar”.

 


 

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