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Anastasia Pokreshchuk, la mujer con las mejillas más grandes del mundo
Aunque para muchos resulta una persona rara, Anastasia se muestra muy feliz con la excentricidad de su físico y así nos los hace ver en su cuenta de Instagram.
Anastasia Pokreshchuk es una modelo ucraniana que ya se ha anotado un récord: es la mujer con las mejillas más grandes del mundo. Para ello se ha gastado una fortuna, y es que sus pómulos no vinieron así por obra y gracia de la naturaleza.
La chica de 30 años de edad, quien reside en Kiev y se maneja principalmente en las redes sociales, asegura ser la única persona con semejantes facciones en su rostro.
Sus primeros rellenos de labios se los puso a los 26 años y desde entonces no ha abandonado esa obsesión, incluso se inyecta ella misma ácido hialurónico en la cara, aunque para resultados mayores acude a cirujanos plásticos.
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“Entiendo que se ven raras para otras personas, pero no me importa (…) Puedes pensar que son demasiado grandes, pero yo creo que son un poco pequeños, necesito mejorarlos pronto”, ha dicho en varias entrevistas, citadas por la revista People.
La idea de Anastasia por hacerse los aumentos de mejillas y labios partió de una inconformidad con su físico, pese a que su madre le decía que era hermosa de forma natural. Sus amigas y ella misma pensaban muy diferente, como que “parecía un ratón gris”.
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Aunque el cambio fenotípico de Pokreshchuk para muchos resulte un fracaso, dice no arrepentirse de su nueva apariencia, y frente a las críticas por ponerse ella misma las inyecciones ha asegurado que tomó clases de cosmética, así como que aprendió de sus médicos.
El relleno facial no es lo único a lo que la ucraniana se ha sometido en cuanto a tratamientos estéticos, también ha probado con procedimientos de botox para la frente, le remodelaron el mentón y la mandíbula y se puso implantes en los senos.
Anastasia se muestra conforme con su físico, así lo evidencia en su cuenta de Instagram donde tiene 231 mil seguidores. “He tenido personas que me han dicho que soy una perra fea y que debería suicidarme, pero cuando lo veo, me río y lo ignoro”, concluye.
Dulce María López
