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Cuba

Altos precios desordenan a los cubanos

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Los altos precios que han adquirido determinados productos y servicios en Cuba tienen desordenados a los cubanos que, entre otras cosas, piden CALIDAD.

Sí, y entiéndalo de una vez: Usted no tiene que pagar caro un producto o un servicio sin calidad. Proteste, que es constitucional hacerlo.

Los altos precios que han traído a los productos y servicios en Cuba como parte de la llamada “Tarea Ordenamiento” tiene a un grupo numeroso de cubanos desordenados, desde oriente hasta occidente.

En provincias como Holguín, Villa Clara e Isla de la Juventud los testimonios son varios. Los habitantes de esos territorios, y los habitantes del resto de los territorios también, coinciden en que estos altos precios desordenan a los cubanos que ahora, a las miles de preocupaciones que tienen en su vida cotidiana, suman otra: saber contar.

“Todo cubano debe saber contar, y contar bien”, sería una frase ajustada “al momento histórico” que vive el país.

Cada territorio ha ajustado sus precios siguiendo un criterio que, a la larga, termina siempre perjudicando al más vulnerable. Las pizzas, por ejemplo, de acuerdo a su calidad y gramaje las hemos visto, de 16 a 85 pesos. Un pan con mortadella, de $16 a $35. Y así, ad infinitum.

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En Villa Clara, por ejemplo, un relojero ofrecía declaraciones a la prensa estatal en las que explicaba que un vaso de yogurt le cuesta ahora 8 pesos. Cuarenta años atrás, costaba 0,25 ctvos.

El relojero, al hablar de los altos precios, incluso ofreció una curiosa anécdota que parece sacada de un cuento infantil: el administrador de una panadería, amigo suyo, le pidió ayuda para vender 200 panes, a peso, porque nadie quería comprarlos de la mala calidad que tenían. El día que usted vea, en Hialeah, Miami, algo parecido, avíseme para mudarme de estado.

En la Isla de la Juventud, un media noche de jamón y queso de 150 gramos -casi nada- cuesta ahora 18 CUP. El pan con mayonesa y el pan con mantequilla subieron a $5. Y una hamburguesa “natural” de 172 gramos cuesta ahora 28 CUP.

Los “experimentos” con los precios parecen encaminados a provocar un malestar en la población para medir el nivel de insatisfacción de esta. Donde haya existido una protesta por el alto precio de un producto o servicio determinado, ahí mismo el oficialismo ataca y modifica, y deja la imagen de que “escucha los criterios de la población”. Si la queja no camina, pues el alto precio se queda.

En Holguín, varios habitantes exhortaron al gobierno a que revise los altos precios de no pocos productos.

Así lo constató la Televisión estatal, que de paso se enfocó en otro tema medular: la calidad del producto.

Y es que, como sucede en el caso del pan normado, a la gente no le molestó pagarlo hasta el 31 de diciembre del 2020 a 0,05 centavos con baja calidad porque “apenas costaba un medio”. Ahora el mismo pan cuesta 1 peso, y a la gente se le hace difícil aceptarlo.

En un escalón superior están los quejosos de la calidad del servicio; gente que, digamos, pueden tolerar los altos precios, pero no soportan la mala calidad del servicio.

Dicho de otra manera: gente que podía aceptar el maltrato y la desinformación porque determinado producto y servicio era barato. Ahora, que tienen que pagarlo a precio de Sultán de Brunei, simplemente, no les da la gana.

Ariel P.

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