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Cuba

Alpidio Alonso, un ministro de Cultura sin juicio

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Es difícil creer que haya poesía dentro de Alpidio Alonso, que pueda lanzar versos al aire. Su discurso es rancio y patriotero en demasía

Alpidio Alonso, el ministro cubano de Cultura -ese que tan solo es conocido por arrebatar celulares y estampar puñetazos a jóvenes- ha dado una entrevista al vocero oficialista Pedro de la Hoz para Granma.

De la Hoz conversa con el ministro -dice él que poeta- por el aniversario 60 de Palabras a los intelectuales. Confieso no haber leído ni un verso salido de Alonso, ni tener la más mínima intención de hacerlo. Me ahorro el mal rato, luego de las secuelas que me provocaron las páginas de aquel otro texto de un titular de Cultura de la isla. Cuesta recuperarse de El vuelo del gato, novela de Abel Prieto.

Lo que sí es difícil asociar poesía, lirismo alguno con Alpidio Alonso. Solo basta con leer sus respuestas a las preguntas del vocero del diario oficialista.

Al referirse a Palabras a los intelectuales, dice el ministro cubano:

“Ese diálogo, fundado por Fidel, ha sido la clave. Sin ese clima de confianza y retroalimentación que se estableció desde el principio, no habría sido posible conseguir los resultados que puede exhibir hoy la cultura cubana. La fecundidad de ese diálogo está a la vista de todos en una obra extraordinaria que no hay manera de negar, en el nivel de cobertura institucional al desarrollo y promoción de la cultura y en la participación de nuestros escritores y artistas como protagonistas del gran programa cultural de la Revolución. ¿De qué otro modo explicar, sino a partir de la prioridad que ha recibido la cultura, no solo la fuerza y pujanza del arte y la cultura cubanos, sino lo que ha sido y es la Revolución en términos de emancipación, justicia social y calidad de vida del pueblo?”

No hay argumentos, no hay un solo juicio que valga la pena. Es el discurso dictado desde el poder, y que Alpidio Alonso aprendió al dedillo y repite al viento como balada patriotera. En otro momento de la charla el titular de Cultura recalca:

“Cuando hablamos de esto es inevitable pensar en Fidel, en la relación tan particular y entrañable que estableció con la cultura y los intelectuales. ¿En qué otro lugar de este mundo se dio algo similar? Fidel no solo fue el líder de la Revolución, sino el primero de sus intelectuales y el principal defensor y promotor de la cultura. Siempre pensando en el pueblo, que, como nos dejó dicho, es la meta principal. Por sobre dificultades, tropiezos y también de algunos errores lamentables, que no tendríamos por qué ocultar, hace tiempo rectificados, durante todos estos años la agenda cultural ha estado en el centro de la agenda nacional”.

No tiene el menor reparo Alpidio en mentir, lo hace como quien arrebata un celular en plena calle. Dice, y se queda tan ancho, el hombre que Pedro de la Hoz asegura es un poeta:

“… aquí los premios que se otorgan, los libros y revistas que se publican, los discos que se graban, las películas que se filman, las exposiciones que se inauguran, los espectáculos que se presentan, los deciden los artistas a través de una relación responsable y transparente con las instituciones. Ninguna de nuestras instituciones toman decisiones importantes en términos de política cultural al margen de los criterios de los colectivos especializados, integrados todos mayormente por creadores. A la vez, la Uneac y la ahs someten a un escrutinio permanente la labor de nuestras instituciones. No justifico arbitrariedades, que en más de un momento se han dado entre nosotros, y que debemos evitar a toda costa, pero tampoco podemos aceptar la matriz mentirosa y perversa de los que presentan a Cuba como el paraíso de la censura”.

Neus Francino

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