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EEUU

Vivió una vida sin lujos y al morir dejó $11 millones de dólares en obras de caridad para niños

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Un trabajador social dejó $ 11 millones de dólares a organizaciones benéficas para niños que ayudan a los pobres, enfermos, discapacitados y abandonados, luego de morir de cáncer a los 63 años.

El trabajador social amasó la gran fortuna trabajando mucho tanto que hasta llegó a tener 3 trabajos al mismo tiempo, y ninguno de sus compañeros de trabajo imaginó que Alan Naiman – ese era su nombre – tuvier tanto dinero en el banco pues vivía una vida austera. Mucho menos imaginaron que todos sus ahorros durante tantos años de trabajo los tenía destinado a las personas más necesitadas.

Naiman murió en enero de este año, sin embargo su historia se hizo viral ahora gracias a la agencia de prensa estadounidense AP, quien cubrió la noticia.

El hombre residente en Seattle – dice AP – “remendaba sus zapatos con cinta adhesiva”, compraba solo ofertas – las más baratas posibles – en las tiendas de comestibles, y cenaba con sus amigos en restaurantes de comida rápida.

Murió soltero y sin hijos y sus amigos creen que después de ver lo injusta que podía ser la vida para los niños más vulnerables, es que Naimann se decidió a acumular dinero, aunque también heredó mucho dinero tras la muerte de sus padres.

Naiman trabajó las últimas dos décadas en el Departamento de Servicios Sociales y de Salud del estado, manejando llamadas fuera de horario.

Aunque ganó $ 67,234 en esos dos años, ya próximo a su retiro, continuó como antes. Pasó – dice AP – “la mayor parte de su vida” manejando vehículos viejos.

Varias de las organizaciones a las que Naiman nombró beneficiarias de su fortuna ni siquiera lo conocían.

AP asegura que “dejó $ 2.5 millones al Centro de Cuidados Pediátricos Interinos, una organización privada en el estado de Washington que se ocupa de los bebés que nacen de madres que abusaron de las drogas y ayuda a los niños a abandonar su dependencia. El grupo utilizó parte de lo que fue su mayor donación para pagar una hipoteca y comprar un nuevo vehículo para transportar a los 200 bebés que acepta cada año en los hospitales.

Dejó además unos $ 900,000 dólares a la organización de cuidado de crianza Treehouse, diciéndoles que él era un padre de crianza hace años y que había llevado a los niños bajo su cuidado al popular almacén del grupo, donde los barrios del estado pueden elegir juguetes y artículos de primera necesidad gratis.

Jessica Ross, directora de desarrollo de Treehouse dijo que “es realmente un regalo para todos nosotros ver esa demostración pura de filantropía y amor”.

“La frugalidad que vivió, a la que se comprometió en su vida, fue por esto”, expresó.

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