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¿Qué cubano no conoce a Los Van Van? Hace 50 años que nacieron y desde entonces no hemos parado de bailar

Los Van Van celebran hoy sus cincuenta años. Hace medio siglo que está andando la Maquinaria, una de las pocas que no se ha oxidado en Cuba. Aun cuando le falta Juan Formell, hay muchos que impulsan ese gran tren de la música cubana.

“Juanito decía que fue casualidad, que la idea era buscar un nombre corto, pero la mayoría de la gente dice que Van Van debe su título a la enorme campaña que se hizo en el país cuando Fidel Castro soñaba hasta despierto con la zafra de los 10 millones. Lo único que se escuchaba era “de que van, van”, recuerda con lucidez, Irene Izaguirre, anciana hoy, pero gran bailadora en su juventud.

Es difícil segmentar en edades al público de la isla que escucha a esta agrupación. A Van Van lo conocen todos, los adolescentes, los jóvenes, los adultos, los más viejos, los de aquí y los de allá. Lo han querido con Mayito, con Pedrito, con Juanito, con Robertón, con la Yeni, con Samuel y con Vanessa. Lo sigue un pueblo que ve en ellos algo que, entre tanta mediocridad, lleva a la música las esencias de la mayor de las Antillas, lo popular, lo de siempre.

“¡Oye, mira que yo soy patón, pero cuando en los ochenta sonaba Van Van y se escuchaba a Pedrito Calvo cantar ¿Y qué tú crees?, ahí salía a bailar todo el mundo”, exclama Nelson Sosa, de cincuenta y tres años.

 

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“Olvídate de eso. Ellos son lo máximo, los duros de verdad. Dondequiera que se paren revientan las gradas porque no es solo ritmo, es historia. Formell, que en paz descanse, supo cimentar las bases de su tropa para cuando él no estuviera”, comenta Lourdes Estrada.

“Mira, yo no sabía lo que era la titimanía. Un día, mi abuelo me sentó y me preguntó. Entonces encogí los hombros y él me dijo, te lo voy a explicar. Ahí entendí que era la debilidad de los hombres mayores por las muchachas jóvenes, por las titis”, expresa Jorgito Martell, un joven de 28 años.

La Habana no aguanta más, El buey cansao, Yo no le temo a la vida, El negro no tiene na̓  y muchas otras, son, más que canciones, crónicas sociales que nadie entendería tan bien como un cubano. Constituyen un retrato, a voces y melodías, de lo que sufren y gozan los habitantes de este archipiélago.

Como cualquier otro clan ha tenido sus episodios de efervescencia y quietud, pero basta prender la radio, el televisor, o el móvil para que la gente se pare y los identifique.

Para Ana Carla Fernández  definirlos es una tarea difícil.  “No sabría cómo decírtelo, Van Van es baile, gozadera, desenvoltura, cubanía…Vaya, Van Van es cosa gorda!”

Lucía Jerez

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