Se llama Juan, y el portal informativo El Sol de Hidalgo lo llama “el mago más famoso del Centro Histórico”. Es cubano y llegó a tierra azteca en el año 2005.
Su nombre completo es Juan Fonseca, y el diario mexicano asegura que nació en Camagüey en el año 1962. Llegó al país centroamericano, como muchos cubanos emigrantes, buscando una nueva oportunidad para triunfar en la vida. Además de mago es cantante, músico y trovador.
Hoy, trece años después, es un personaje famoso en las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, donde puede puede vérsele haciendo actos de magia causando asombro y admiración entre los presentes.
Asegura haberse aplatanado en la tierra de Benito Juárez y espera un día poder grabar un disco. Dice que tiene muchas canciones que un día pronto dará a conocer al mundo.
“escribo las letras y la música, para ellas toco la guitarra y la armónica; sólo falta grabarlas para que México las conozca”.
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Pero mientras espera que un día tanto esfuerzo y espera se vean recompensados, deleita con sus manos y con trucos a los viandantes.
“México me abrió las puertas y por ello le guardo un gran cariño a este país tan mágico”, dijo en julio a Mas por Más.
“Desde niño me nació la inquietud de practicar la magia, antes era sólo un juego, hoy es lo que me da para comer. Para mi es una gran satisfacción ver la cara de asombro de la gente con mis actos, ver pasar a los niños con sus risas me llena de emoción y motivación. El público y la calle son mi fuente de inspiración”.
El Sol de Hidalgo dice que anda siempre “elegantemente vestido”, y que ha dirigido su vida hacia la magia porque también la considera una manifestación artística.
Como trovador, dice que solo sus seres más cercanos le han escuchado.
Sólo mi gente, en mi casa (…); creo que ya es hora de darme a conocer”.
Y mientras dice que el día que sus canciones sean conocidas la gente se identificará con sus letras, su elegante traje y su mesa de trabajo, le sirven para el diario vivir.
Su gran tesoro, como el de casi todo mago, son sus barajas, las cuales lleva siempre consigo. Una mesita, una varita mágica y un gran respeto por quienes le aplauden cuando ejecuta sus actos.
“En esta esquina estoy desde que (la calle) Francisco I. Madero se convirtió en peatonal, hace seis años, más o menos; mi rutina es breve porque el público que se detiene a verme va de paso, a veces con una prisa evidente y otras no tanto. Como sea, no alargo el show y así todos lo ven completo y al final, cooperan con la moneda que les dicte su conciencia”.
El diario mexicano Notimex asegura que Juan “tiene otros actos del más rico ilusionismo internacional”, pero que por ahora solo muestra los que le son más factibles de ejecutar en la vía pública.
Foto: Notimex
El heraldo avala además la virtud y las destrezas de este hombre, y esboza – con tristeza quizás – que a pesar de toda su habilidad, no posea los recursos para producir espectáculos de más lujo y prestancia.
“Pero tiene carisma y desborda simpatía”, dice El Sol de Hidalgo.
“Sabe conquistar al público con la mirada, con su expresión corporal y porque sabe caminar ante los ojos del respetable, que se detiene para ver su espectáculo aunque el sol caiga a plomo.”
