Cuba
El silencio del teatro de títeres en Cuba
La mayor parte del tiempo el Guiñol habanero permanece en silencio. Muchos de quienes hacen teatro de títeres se han pasado al trabajo por cuenta propia
Dianelis Pérez es una madre joven. Hace unos días, mientras su hija de cuatro años dormía, comenzó a hacer pequeños muñequitos de trapo que cosió a unos gorritos con la dimensión de un dedal para colocárselos en los dedos de las manos. La idea era obsequiarle a su niña un modesto espectáculo de títeres.
“Cuando yo era pequeña me encantaban. Disfrutaba mucho de las presentaciones en los teatros. Es una pena que ahora sean pocos los espacios que tienen eso entre sus prioridades”, dice.
La falta de escenarios con propuestas para el público infantil ha sido un motivo de quejas frecuentes. Si bien La Habana, por su condición de ciudad capital, se mantuvo a la vanguardia con este tipo de iniciativas, cada vez son menos los centros donde un titiritero actúa para los infantes.
Para Luisa Carmenate, se trata tanto de la falta de personal capacitado como del mal estado de las instalaciones. “El Guiñol, por ejemplo, un sitio tan querido por los niños de mi generación, permanece en silencio la mayor parte del tiempo. También carece de una inversión y de obras de reparación que le devuelvan el encanto que un día él nos transmitió a todos”.
Enrique Luján, titiritero, entiende que, en este, como en otros sectores, ha ocurrido un éxodo hacia modalidades de trabajo por cuenta propia. “Tengo muchos compañeros que lo hacen por sus medios, contratados para cumpleaños y otro tipo de actividades. Con el pago que reciben en uno de esos eventos cobran más que en un mes en cualquier compañía estatal”.
Felicia Quintana cuenta que cuando aún tenía sanas sus piernas y podía empujar el pedal de la máquina de coser, se dedicó a hacer títeres de guante. “Fue una etapa de mi vida que disfruté en realidad, era como una terapia. Del barrio me lo traían todo: tiras, retazos, cordones, botones. Pero lo sorprendente era la cantidad de madres que venían a comprarlos. Algunas me decían que ellas mismas se escondían debajo de la mesa y montaban un show en casa”.
Hace poco más de dos años, varios centros artísticos docentes en la isla incluyeron esta variante de actuación en sus programas. Con ello se espera que se aproximen buenas nuevas para el panorama teatral infantil.
Alicia Mestre, profesora de la Escuela Nacional de Arte, expresó sentirse muy satisfecha cuando supo que enseñaría esa modalidad a jóvenes estudiantes. “Ha sido una experiencia extraordinaria. Hacía tiempo que en el país no se fomentaba esta arista. Nosotros impartimos los cursos con las técnicas que conocemos y con los recursos limitados que poseemos, pero confío en que los egresados llevarán a buen puerto todo lo aprendido aquí”.
Texto y foto: Lucia Jerez