Sancti Spíritus levanta su economía a base de multas

En Sancti Spíritus los inspectores andan con el machete en la mano aplicando multas. Esa “industria” parece ser rentable y sostener la economía del territorio.

Una trabajadora “revolucionaria” residente en la provincia de Sancti Spíritus, madre de una ex “revolucionaria” joven periodista cubana, fue multada en días pasados.  Luego de agacharse para acotejar bien dentro de una jaba productos que había comprado en una tienda en MLC luego de 6 horas de cola, el nasobuco se le corrió un poco y le dejó descubierta la nariz.

Tuvo la mala suerte la señora que en ese mismo instante, par de inspectoras esperaban porque ella les diera un filo en la acera para pasar, y cuando ella “se levantó” ¡ahí mismo!, como al mulo, le dieron el palo.

La señora protestó, pero de nada le sirvió. Le dijeron que si quería reclamara la multa. Cuando fue a reclamarla le dijeron que primero tenía que pagarla.

Eso hizo ella, revolucionaria al fin y al cabo, pero el día de la reclamación le dijeron que era “su palabra contra la de las dos inspectoras”. Le dijeron además que su cuento -“es la verdad”, le dijo ella a su hija- parecía de ciencia ficción. Resultado: la multa se quedó. La hija le dijo que no se preocupara, que desde el Ecuador “capitalista” ella le mandaría el dinero.

La historia es muy común, no solo en Sancti Spíritus. En La Habana, al periodista Jesús Jank Curbelo y a un primo suyo los multaron por igual cantidad porque se bajaron el nasobuco para comerse una pizza. En Camagüey, a dos estudiantes de medicina que recién finalizaban de realizar pesquisas de salud, se les ocurrió comerse un helado en la calle luego de todo un día zapateando la ciudad, sin almorzar, y cometieron el pecado de bajarse el nasobuco… resultado: fueron multadas.

Si se analizan estos y otros absurdos, pues se arriba claramente a la conclusión de que las multas, con esto de la pandemia y el Decreto-Ley 22, están sosteniendo la economía; al menos en Sancti Spíritus.

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Así pudiera interpretarse, cuando se lee un artículo aparecido en las últimas horas en el semanario oficial de la central provincia.

Dice desde Sancti Spíritus el Escambray:

“(…) hasta el cierre del 15 de febrero se habían realizado más de 6 000 acciones de supervisión y control, como resultado de lo cual se cuantificaban, al concluir enero, un total de 3 530 multas, por un valor de 693 700 pesos.

“De ellas, significó la fuente, 1 020 correspondían a puntos de la Agricultura Urbana, 877 a unidades del Comercio y la Gastronomía, 61 a los Mercados Agropecuarios Estatales, 18 a cadenas de tiendas en divisas y 362 a trabajadores por cuenta propia. En lo que concierne a vendedores ilegales, informó, les fueron impuestas 1 213 multas.

“Contando desde el Día Cero de la Tarea Ordenamiento, cuando comenzaron a regir los nuevos precios, se han incrementado las acciones del mencionado grupo, que acumulaba hasta el pasado lunes 1 571 supervisiones. En la mayoría de las mismas (83.6 por ciento) se pudo detectar violaciones de lo establecido, en concordancia con lo cual habían sido aplicadas 1 311 multas, por un valor de 509 935 pesos”.

El artículo se refiere a las multas por la contravención en los precios. A esas multas habría que sumar otras miles -casi ninguna baja de los 2000 CUP- por el tema de la pandemia.

Sumado todo, la conclusión es evidente: Sancti Spíritus, en medio de la pandemia, parece sostener su economía a costa del bolsillo del pueblo. ¿Cómo? Pues imponiendo multas.

Ariel P.

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