Cuba
Reportaje de prensa independiente sobre envenamiento en Cuba, gana Premio Gabo 2019
Este Premio Gabo 2019 ganado por Mónica Baró apuntala a gritos el cambio que pide desde hace años el nuevo periodismo cubano en la isla.
La joven periodista cubana Mónica Baró se alzó finalmente con el Premio de la Fundación Gabo de Periodismo en la categoría texto, con un reportaje sobre el envenenamiento con plomo en un barrio de La Habana. Los otros dos trabajos finalistas para optar por el Premio Gabo 2019 fueron: Volver para incendiar a Colombia, de la revista Gatopardo de México, sobre el escritor Fernando Vallejo, y O general do capitão, de la revista brasileña Piauí, sobre el vicepresidente de ese país, Hamilton Mourao.
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Mónica, finalista en la edición del 2016 con su reportaje La mudanza, se confirmó así como una de las voces más importantes dentro del periodismo cubano independiente. Instantes antes de subir al escenario confesó a este redactor, no tener idea de si por fin era ganadora o no.
“No lo sé,” dijo Mónica entre risas cuando se le hizo la pregunta correspondiente en estos casos: “¿sabes algo?” Diez minutos más tarde, la joven recogía su premio.
El reportaje, titulado La Sangre nunca fue amarilla, reconstruye un caso de envenenamiento por plomo en un barrio de La Habana. Un envenenamiento del que los moradores de la zona no tuvieron conciencia hasta el año 2006. El trabajo fue publicado por la revista digital independiente cubana Periodismo de Barrio.
El jurado de la séptima edición del Festival Gabo, al momento de otorgar el premio, justificó su elección porque “el texto presenta una superposición de imágenes que revelan la dimensión de un desastre ambiental y de salud, al tiempo que no olvida recrear las calles de La Habana, ofreciendo así una postal completa de la isla, sin acentuar el drama de países sometidos por la burocracia y el asedio constante a la libertad de prensa“.
“El texto, construido a lo largo de más de dos años de reportería, es una propuesta con pulso narrativo que recupera y reivindica el derecho del periodista a invertir tiempo en su historia, en épocas en los que hemos perdido esta cualidad, sometidos a métricas y a productividad examinadas con lupa“, explicó además el jurado.
Hilda había perdido todos sus dientes y masticaba con una dentadura postiza. Aún no había cumplido quince años. Nadie en su familia ni en el barrio sabía que ese era el tipo de cosas que podía provocar el plomo.#PremioGabo 2019
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Esta es la segunda ocasión en que un cubano se alza con un Premio Gabo de Periodismo.
Mónica al recibir su premio, agradeció al equipo de Periodismo de Barrio, el “lugar donde me formé como periodista, donde por primera vez me sentí orgullosa de llamarme periodista, en Cuba”.
“¡Ganamos! Y ganamos en plural porque no gané sola. Este Premio Gabo es para Cuba, para el periodismo independiente, para Periodismo de Barrio y para todas las personas que creen en las libertades de prensa y expresión y en la búsqueda de la verdad“, dijo Mónica en su perfil personal de Facebook minutos después de alzarse con el importantísimo premio que reconoce lo mejor del periodismo iberoamericano.
La Fundación Gabo, otorga cada año estos premios en el marco de un Festival Gabo que se celebra en Medellín. El premio – y el festival – fue instituido para honrar los ideales, la ética periodística y la obra de su más prolífico escritor, el nobel colombiano Gabriel García Márquez.
Los otros ganadores del Premio Gabo 2019 fueron en la categoría imagen el especial multimedia “America First: El legado de una redada migratoria”; en Cobertura, “El país de las dos mil fosas” y en Innovación, una investigación conjunta de varios medios por “Mujeres en la vitrina, migración en manos de la trata“.
Un reportaje de prensa independiente. Y difícil.
A diferencia de los otros dos aspirantes al Premio, el trabajo de Mónica Baró contó con la poca o casi nula participación y reconocimiento por parte de las instituciones oficiales en la isla. Al hablar de las pocos fuentes oficiales que accedieron a dar su testimonio, Mónica, en su discurso, enfatizó que “fueron muchas” y que todas debieron ser “off the record”.
La propia periodista al hablarle al público presente dijo que ella, al independizarse de los medios del Estado perdió el reconocimiento como periodista en su país, y por tanto todo el proceso de escritura, los accesos a las fuentes, a los documentos, hacer las entrevistas, representó un riesgo colateral. Y un impedimento. Como resultado de todo esto su trabajo demoró 2 años en ver la luz, un tiempo “absurdo”, pero que “en el caso cubano”, se justifica con creces.
“La gente estaba muy feliz con el hecho de que la historia finalmente se hubiera publicado. Después de muchas visitas, entrevistándoles, después de tanto tiempo, muchos de ellos se preguntaron si el trabajo finalmente saldría; y verlo publicado, para ellos fue gratificante porque eso les dio la posibilidad de dejar registro de su historia, de hacer su denuncia, de tener una esperanza,” explicó Mónica en días pasados a nuestro blog de Cubacomenta.
En esa entrevista, Baró nos contó que el proceso de verificación –o fact-checking– fue muy riguroso y demorado. Al hablar ayer en el escenario con relación a los más de seis meses que empleó en el proceso, lo justificó de esta manera: “en el caso de Cuba cuestionar el sistema de salud público desde el periodismo independiente amerita que no tengas el mínimo error ni en una décima, ni en una coma, ni en nada“.
Graduada de Periodismo en 2012, en la Universidad de La Habana Mónica trabajó como reportera y miembro del consejo editorial de Periodismo de Barrio entre los años 2015 y 2018. Luego paso a formar parte de El Estornudo, otro medio digital independiente en la isla y que en el año 2017, uno de sus miembros, el joven periodista cubano Jorge Carrasco, resultó ganador del Premio Gabo con un desgarrador texto sobre un personaje famoso de La Habana: una tránsgenero nombrada Farah.
El jurado destacó que el trabajo de Baró “presenta una superposición de imágenes que revelan la dimensión de un desastre ambiental y de salud, al tiempo que no olvida recrear las calles de La Habana, ofreciendo así una postal completa de la Isla, sin acentuar el drama de países sometidos por la burocracia y el asedio constante a la libertad de prensa“.
Al hablar de todas las familias que dieron su testimonio para la elaboración del reportaje a la postre ganador del Premio Gabo 2019, Mónica expresó:
“Tuvieron la paciencia para indagar en una historia que es sumamente dolorosa porque dejó secuelas para toda la vida (…) quedan muchas familias residiendo bajo la incertidumbre de si quedan expuestas al plomo y esperando por algo tan básico como un análisis”.
Nunca sospechó que también los humanos podían envenenarse. No supo que eso era posible hasta finales de 2006, cuando un día preguntó a su vecina Milvia González por sus nietos y Milvia le respondió que estaban ingresados. “Ingresados por el plomo”.
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Baró señaló que la Fundación Gabo “fue de las primeras organizaciones que reconoció este nuevo periodismo independiente que se ha venido haciendo en Cuba en los últimos años“; un periodismo silenciado y perseguido por el estado cubano.
“Hubo muchas generaciones silenciadas, muchas generaciones que tuvieron que ir al exilio por la falta de libertades para ejercer la libertad de expresión que tenemos en nuestro país. Yo estoy aquí, pero perfectamente 10 años antes, 20 años antes, pudo haber estado cualquier otro periodista que ahora mismo está dedicado a otra profesión, o la mayoría están en universidades fuera de Cuba dando clases porque no tuvieron el acceso a las tecnologías que tuvimos nosotros“, confesó la ganadora.
“Tenemos circunstancias más favorables y que hubo mucha gente que recibió muchos palos antes que nosotros para que pudiéramos hacer dentro de las restricciones que hay un poco de buen periodismo“, agregó Mónica para derrumbar en gran medida el mito – si es que tiene alguno – del periodismo oficialista en la isla.
“Me hubiese gustado que mi trabajo cambiara la realidad de esas personas y que ayudara a todas a esas familias; pero yo sabía que podía pasar que no pasara nada,” expresó Mónica el pasado mes de septiembre cuando fue entrevistada por nuestro blog.
Dijo entonces que, a pesar de que la historia ya era “pública”, nada había sucedido con los habitantes del lugar donde se ubican los hechos del envenenamiento con plomo.
Tal vez ahora, al recibir Mónica este importantísimo Premio Gabo 2019, nada cambie tampoco en la vida de los habitantes del lugar, los verdaderos protagonistas de La Sangre nunca fue amarilla.
Lo que sí está claro es que este premio apuntala el cambio que a gritos pide el nuevo periodismo cubano en la isla. Un periodismo real, serio, comprometido. Lejos de consignas, ideas “sugeridas por otro”, “indicaciones ideológicas”, y censuras.