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Cuba

Los radios VEF: otra reliquia que conservan los cubanos

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Muchos cubanos no se deciden a deshacerse de su radio VEF: son objetos que en cada casa vienen ligados a buenos recuerdos

En Cuba, hasta no hace mucho tiempo, se vivía con un radio VEF bien ubicado. Era puesto en algún lugar privilegiado de la casa para que cuando se alzara el volumen llegara a cualquier parte con una sintonía perfecta.

“Esos nunca se desfasaban”, recuerda Camilo. “Todavía en muchos hogares se conservan estas antigüedades de la comunicación; algunos funcionan y otros, por los buenos momentos que protagonizaron, es imposible deshacerse de ellos”, asegura.

María Luisa lo compró en el mercado. Fue de los primeros equipos propios que adquirió; por eso le guarda tanto cariño. “Me levantaba con música, hacía las labores domésticas escuchando noticias y mi marido se apoderaba de él cuando transmitían la pelota. Hasta el patio se llenaba de amistades esperando escuchar los partidos”.

Antonia atestigua que le costó mucho desecharlo. “Le faltaba un botón, se oía bajito pero me acompañaba en la soledad de la vejez. Cuando mi hija vino de la misión internacionalista dijo que no quería nada roto ni viejo y este fue de los primeros objetos en irse a la basura, en contra de mi voluntad”.

“VEF 206, quién lo olvida”, afirma Marcelino. “El mío duró hasta hace tres años. Con él, escuché muchísimo a los Beatles en la azotea de la escuela al campo. ¡Tremendos momentos vivimos con ese aparato! Cuando se ponía a todo lo que daba, se hacían buenas fiestas”.

“El de la casa tuvo una larga historia. Fue un regalo de unas amistades cuando mi mamá estudiaba el curso básico en Enfermería. Pero antes perteneció a otra muchacha, es decir, que mi vieja fue la tercera en tenerlo. Primero estuvo inamovible en la cómoda del cuarto, luego en el closet, después fue regalo para mi abuela porque quería escuchar las novelas acostada en la cama y todavía por ahí anda”, rememora Marcos, de 40 años.

María aclara que como sonaba Alegrías de Sobremesa en esa radio, “no ha vuelto a escucharse en ninguna otra. Me sentaba en el sillón al lado de la mesita y me olvidaba del mundo riéndome”.

A la mente de otros vienen los acordes de Nocturno, programa emblemático de la llamada década prodigiosa. “Con esa música romántica enamoré yo a mi esposa y después no nos lo perdíamos. Todos los días lo sintonizaba después de las ocho de la noche. Daba gusto disfrutar de aquellos minutos”, expresa Rafael, de 70 años.

Los VEF fueron otro regalo soviético que, como todo lo proveniente de ese país, garantizó cierta calidad y años de uso. En la actualidad, mientras los artefactos radiales cada vez son más sofisticados, por carga o pila e incluso, una simple aplicación móvil, los cubanos continúan remendando estas verdaderas reliquias, renuentes a desprenderse de lo que un día significó la mayor alegría de una familia.

Texto y foto: Vladia Rosa García


 

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