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Por Roque Díaz

Con la interpretación del Himno Nacional de Perú, entonado e interpretado en lenguaje de señas, dio inicio este viernes la ceremonia de inauguración de los XVIII Juegos Panamericanos en el Estadio Nacional de Lima.

Una llanura multicolor, a los pies de una estructura que representaba la cordillera de los Andes, fue escenario de un recorrido por la rica cultura ancestral de la que se nutren los anfitriones.

Mientras el poema “El Perú”, leído en varias lenguas autóctonas retumbaba en un eco por todo el graderío, más de 400 millones de personas en el mundo se sentaron frente a sus televisores para presenciar el show inaugural de la tercera competencia multideportiva más grande del planeta.

Con la aparición de una representación de los dioses de las diferentes culturas comenzó un viaje imaginario desde las raíces de la civilización, en un emotivo espectáculo donde revivieron los ancestros de la nación multiétnica para oficializarla como la capital deportiva de América por espacio de un poco más de dos semanas.

Una historia milenaria pasó por la escena en poco más de tres horas de fiesta bajo la música andina, criolla y amazónica y en medio de danzas afroperuanas donde la salerosa zamacueca y la marinera limeña estuvieron presentes en el aire que respiraron los representantes de los 41 países participantes que desfilaron y el público que acudió al estadio.

Rituales de la época del imperio inca, el sabor del pisco y el del masato, el olor de la cocina más variada del mundo y la variedad de colores de la textilería, también hicieron acto de presencia sobre el terreno que a partir de mañana pisarán los mejores atletas del continente en busca de sus sueños dorados.

El vals “La flor de la canela”, entonado por el tenor Juan Diego Flores, fue el preámbulo para que el presidente de la república, Martín Vizcarra, declarara oficialmente inaugurado los juegos y acto seguido entrara al estadio la antorcha panamericana en manos de Edith Noeding, medallista de oro en el año 1975, se la pasara a la leyenda del voleibol Lucha Fuentes y ésta a su vez a la encargada de encender el pebetero, la también voleibolista Cecilia Tait.

 

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Un gran sol casi en la cima de la estructura montañosa acogió la llama que invoca el espíritu deportivo y el juego limpio, convirtiéndose en el clímax del espectáculo. “La guinda en el pastel” la puso el cantante boricua Luis Fonsi, con un pequeño concierto que puso a bailar a las 50 mil personas presentes en el estadio Nacional.

El gran show, donde participaron unos 1700 artistas entre bailarines, acróbatas y músicos fue la fiesta más grande albergada jamás por los peruanos, montada por la empresa italiana Balich Worldwide Shows, responsable de elaborar grandes ceremonias como en las olimpiadas de Río de Janeiro 2016.


 

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