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Cuba

“Obbatalá, protege a los míos y cubre a los cubanos con tu manto”

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Por María Carla Prieto

¿Qué piden los cubanos a Obbatalá en su día? “Lo mismo de siempre, fuerza, salud y ganas de seguir luchando. Lo demás viene solo”

A mí me pasa por la mente a veces. Cuando me sucede, solo me levanto y lo hago. Recuerdo que la primera vez, estaba muy nerviosa por algo, impreciso ahora, y mi madre me dio el método.

Es sencillo. Separas las yemas de las claras, con sumo cuidado. Debe notarse el esfuerzo, por eso, aunque en mi casa tengo una mezcladora eléctrica, uso el método tradicional.

Mientras bato las claras, aprovecho para alzar mi plegaria. “Pon juicio en mi cabeza, enfrenta tú, con tu inteligencia, a mis enemigos, alivia las quejas de todos mis mayores”.

En unos minutos, el merengue está listo. Con varias hojas de periódico hago el cono, debe ser fuerte y tener estabilidad. Luego riego el dulce a lo largo de la torre de papel, que quede bien cubierta y tape, en la medida de lo posible, el plato blanco.

Lo corono con virutas de cascarilla y lo pongo sobre el aparador de la cocina, que es el lugar más alto de la casa y está cerca de la puerta. De ese modo, la ofrenda hace las veces de guardián y de escudo de lo malo que entra. Es solo cuestión de tiempo para que se solidifique y aguante los ocho días.

Hoy salí de blanco, te juro que inconscientemente. Mientras camino, me voy dando cuenta de que el pueblo cubano es muy religioso, incluso más de lo que yo creía.

Dos señoras conversan animadas. Una cuenta sobre una obra, al pie de Obbatalá, que le habían indicado a su mamá de 89 años. La otra se muestra un poco escéptica, pero culmina la charla diciendo “hoy es el día para eso”.

Voy más allá. ¿Qué piden a Obbatalá en su día? “Lo mismo de siempre, fuerza, salud y ganas de seguir luchando. Lo demás viene solo”.

Es un ejercicio divertido. “Vender todo el maní de hoy, a ver si de una vez termino de arreglar el televisor”. “Que se me dé el viajecito, y que me cuide mucho a la vieja en lo que  vuelvo”. “Que ponga su mano, a ver si mi abuelita sale del hospital”.

Cada uno con su propia guerra. Creyendo ciegamente, incluso en momentos en los que se dificulta aferrarse a algo. Cuando todo falla, los amigos, las esperanzas, la vida misma, tenemos la fe en algo. Es ella quien nos salva.

Ocho días después ya el hechizo está hecho, solo falta sellarlo. Dicen que es bueno, para refrescar, darse baños de Obbatalá, porque es dueño de las cabezas.

Para eso se puede usar leche, flores blancas, cascarilla o flores de algodón, que son las que el santo prefiere. Yo desmonto mi merengue. Dejo que se disuelva en el agua caliente. La acaricio, le añado perfume y cascarilla. No puede faltar.

Este es un buen momento para continuar pidiendo. Como la religión yoruba no permite que comas lo que te salva, esparcirlo por tu cuerpo es una buena manera de tenerlo contigo. Me concentro.

Otra plegaria sale de mis adentros por arte de magia, tal vez por instinto. “Ay, Obbatalá, llévame por el buen camino, protege a los míos y cubre a los cubanos con tu manto, a ver si salimos de esta”.

 


 

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