“Dos pesos hasta la Ceguera”: los nuevos precios del transporte privado en La Habana

Texto y foto: María Carla Prieto

Desde el Vedado, los almendrones de 10 CUP te llevan solo hasta el Cerro y Boyeros. Los precios del transporte privado suben en la “crisis coyuntural”

La calle está caliente en todos los sentidos. El calor es insoportable, las mentes de las personas echan humo y el transporte está que arde, literal. Ante la noticia de los topes de precios en Pinar del Río, muchos se preguntan si el gobierno de La Habana, incapaz de controlar la subida en los costos del pasaje, secundará la iniciativa.

No hemos salido de la “crisis coyuntural”. Las recientes medidas del gobierno cubano, encaminadas a la recaudación de divisas para inyectar nuestra economía, así lo demuestran. La situación del pasaje es otro ejemplo vivo.

Paradas atestadas de gente, policías de tránsito encargados de embarcar a cada ciudadano. Nada cambia. “A río revuelto, ganancia de pescadores” dice el refranero popular. Ese no miente.

“Desde la una de la tarde estoy aquí. En las guaguas no hay quien se monte, menos andando con bultos. Vine a casa de mi hermana a buscar un paquete y debo volver para La Ceguera”. En horas del día, este traslado cuesta dos CUC,  en la noche se quintuplica la cifra.

Partiendo del Vedado, los almendrones de 10 pesos cubanos te llevarán solo hasta Cerro y Boyeros. A partir de ese punto, el costo sube. Centro Habana o La Habana Vieja no tienen escapatoria.

“El gobierno lo sabe”

Cristina dejó de ponerse horario de llegada: “El otro día me cobraron un dólar por llevarme desde 23 y G hasta el Ameijeiras. Me quedé con la matrícula del vehículo, mas desistí de denunciarlo. En definitiva, el gobierno lo sabe”.

“Te ves obligado a pagar porque te urge, pero caro sí está. ¡Salir por la noche con los amigos se ha vuelto un lujo!”, señala Yunior, de 24 años.

A inicios de esta nueva crisis, las autoridades habilitaron el número 18820 para que los ciudadanos denunciaran cualquier incidencia en el transporte. Los taxistas implicados en quejas demostradas, perderían sus permisos de conducir. Si en la actualidad esto se cumpliera, no habría boteros en las calles.

Los transportistas por cuenta propia tienen su justificación: “El combustible es un problema. Hace unas semanas las colas para llenar el tanque podían ser de hasta ocho horas. La cosa mejoró un poco, pero aún no se estabiliza”.

Las personas pierden la fe por momentos y piden una intervención directa del Estado en el control de los importes. “En las paradas hay siempre un oficial, ellos ven al chofer pedirte un CUC por tramo y no hacen nada. Entonces, ¿cuál es nuestro deber? Pagar”.

Son tiempos poco optimistas. Ayer, en la parada de Tulipán y Boyeros, vi a un policía detener un camión para montarse él, ante la vista incrédula de los presentes. La manisera me miró: “¿Tú ves? Y se supone que son ellos quienes nos ayuden”.