Cuba
La leche: otro producto que habitualmente escasea en Cuba
Texto y fotos: Lucía Jerez
Luego de la caída del socialismo soviético y la disolución del CAME, Cuba volvió a enfrentar un período crítico en el sector ganadero y en sus productos derivados. Buscar leche y poderla comprar es otra faena para las familias que se enfrentan a encontrar un producto que comúnmente escasea en la isla
Muchos suelen decir que la Revolución cubana es un extenso rosario de obsesiones y caprichos. Sin lugar a dudas, la ganadería ha sido uno de ellos.
En un discurso pronunciado por Fidel Castro en el acto de graduación de campesinos estudiantes de inseminación artificial, en diciembre de 1961, el entonces primer ministro del gobierno revolucionario dijo: “Vamos a procurar que sean de todo, pero que sean, antes que nada, inseminadores. ¿Por qué? Porque les voy a decir una cosa: sin carne, sin leche, sin huevos, sin pollos, ¿para qué vale la instrucción revolucionaria? ”
Después de 1959 la dirección del país agregó a sus prioridades el desarrollo de la ganadería, para aumentar, principalmente, la producción de leche. La inseminación artificial pasó a ser, aunque un fracaso posterior, un empeño del momento.
Ubre Blanca: la obsesión a inicios de los 80
Nunca antes en la isla un animal había generado tantas noticias como lo hizo Ubre Blanca, la famosa vaca que colocó a Cuba en la lista de Récords Guinnes con los 109.5 litros de leche que dio un 25 de enero de 1981. En ese momento, este rumiante se convirtió en el norte del gobierno y la prensa, pero sobre todo, en la realización de Fidel Castro, quien se había propuesto superar la cifra registrada por la vaca estadounidense Arlinda Ellen.
Los más viejos recuerdan los continuos partes transmitidos por la televisión, la radio y los periódicos acerca de la producción diaria del mamífero, lo que llevó a decir al gobernante que la mayor de las Antillas produciría más leche que Holanda, cuestión que se le volvió un desvelo, hasta que en 1983 el animal enfermó de un cáncer que acortó su vida.
No obstante, el mito de Ubre Blanca no acabó en su muerte, tampoco en su disecación. La idea de realizar un clon con el material genético que se le había tomado antes de morir, engrosó la lista de las ideas fantásticas y no concretadas de los dirigentes de esta isla.
Desde 1972 Cuba había entrado en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), a través del cual, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) amamantó al país durante casi dos décadas. Con ello, entre otras cosas, se instaló un modelo de explotación ganadera, integrado por grandes vaquerías que impulsaron el desarrollo de la producción de leche.
“Yo recuerdo cuando recibíamos ayuda del campo socialista; en la bodegas la leche sobraba, lo mismo de vaca que condensada. Y si querías ir a un mercado y comprarla, ahí estaba también, a precios módicos, para todo el mundo”, comenta Raúl Sosa, zapatero hace más de 30 años.
Luego de la caída del socialismo soviético y la disolución del CAME, Cuba volvió a enfrentar un período crítico en el sector ganadero y en sus productos derivados, que hasta hoy no se ha superado con creces. Nunca hubo ni ha habido “tanta leche como para llenar la bahía de La Habana”, que fue en 1966, uno de los vaticinios de Fidel Castro.
El precio de las carencias
“Mi niña mayor tiene ocho años, pero el más chiquito tiene tres y con la leche que le dan a él toman los dos, porque a la hembra se la quitaron desde que cumplió siete”, explica Tamara Héctor, madre de Luisito y Sofía.
La dirección del país prioriza la leche en las bodegas para embarazadas, niños menores de siete años y personas con dietas especiales por determinadas enfermedades. En estos casos, y a precios mínimos, se asigna un litro diario o tres paquetes en polvo al mes, dependiendo del lugar. Pero existen hogares que no reciben estas ayudas y deben “arreglárselas” para adquirir el producto.
Una de las opciones, más estandarizada en zonas rurales que en las ciudades, consiste en los populares lecheros. La mayoría de ellos son dueños o trabajadores de tierras con algunos ejemplares de ganado vacuno y venden los litros por un valor aproximado de 10 pesos en moneda nacional. Esta práctica no es legal pues, en teoría, los campesinos deben acopiar el producto, o sea, venderlo al Estado y no a la población.
La estabilidad de este comercio depende mucho de las variables meteorológicas. En períodos de sequía, el pasto escasea y, de esta forma, disminuye lo que se obtiene de los animales.
“Nosotros compramos la leche de vaca a un campesino, un litro cada dos días, a veces cada tres, porque a diario no podemos gastar 10 pesos. Saca cuenta y mira en cuánto se nos queda el salario”, expresa Martha Alonso, enfermera.
Otros de los lugares donde puede hallarse el lácteo, aunque no con regularidad, es en los mercados en divisa. Pero los precios suelen ser escalofriantes si se comparan con el salario medio de la población. El importe puede ser desde 30 pesos a más de 125, aun cuando la mayoría de sus variantes como la entera, en polvo y algunos tipos de evaporada, son de producción nacional.
“No, qué va, comprarla en la tienda para el consumo diario es imposible. Yo alguna vez que voy hacer un dulce reúno y compro una latica de condensada, pero eso no es siempre”, dice Acela María, jubilada.
Antonio Viamonte es estomatólogo y afirma que desde la odontología el consumo de leche luego de los siete años, es tan importante como el de cualquier otra proteína, pero no imprescindible. “Lo que sí es necesario es que el feto la obtenga durante su estancia en el vientre materno, pues es ahí donde tiene lugar el proceso de calcificación de los dientes y, por supuesto, una vez nacido, es importantísima la lactancia materna, que además de sus conocidas ventajas, la succión estimula el movimiento de los músculos de la mandíbula”, explicó.
Una opinión semejante tiene el doctor Jorge Vázquez, quien entiende que esta es una proteína más, y también puede ser sustituida por una de sus homólogas. “Por ejemplo, existen niños que desde que nacen son intolerantes a la lactosa y en su lugar se incorporan otros nutrientes que tienen efecto semejante”, señaló.
Sin embargo, más allá de los elementos nutritivos o de si es imprescindible o no para el desarrollo del ser humano, su consumo debiera ser no solo cuestión de necesidad, sino también de placer. Resulta inverosímil que en un país para adquirirla de manera asequible sea necesario ser niño, estar enfermo con una dieta establecida, o estar en período de gestación. Desde la percepción costumbrista o cultural, la leche en las mañanas es el anhelo de muchos, poder comprarla y tener la opción de escoger, a fin de hallar un precio aceptable, de acuerdo con la economía individual, debiera ser más que una oportunidad, un derecho.