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Cuba

La Habana: “Los últimos 60 años han sido los mejores”

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Decir que los últimos 60 años de La Habana han sido los mejores es cuando menos una absoluta falta de respeto a la historia.

El libelo oficialista Granma aseguró sin cuota de sorna en lo que pudiera considerarse casi un fake new, que los mejores tiempos de La Habana han sido «estos últimos 60 años».

De no ser porque el rotativo recoge las palabras del presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular de la capital, Reynaldo García Zapata, quien expresó que la capital ha sido escenario de “importantes encuentros políticos y culturales» en “los últimos 60 años”, entre los cuales mencionó la declaración de la Revolución Socialista y las marchas por el retorno del niño Elián González, cualquier persona medianamente inteligente hubiese creído que el Granma ha pasado a ser, de órgano del Partido Comunista de Cuba a un diario de sátira y humor.

«En estas epopeyas siempre han estado Fidel, Raúl y la dirección de la Revolución», aseveró García Zapata y justo después lanzó una auténtica bomba: “la capital ha sabido conservar su patrimonio arquitectónico de su pasado colonial”.

Lo más justo hubiese sido decir que, de no ser por Eusebio Leal, el Historiador de La Habana, la capital del país no hubiese podido lucir orgullosa – quizás – unos cien edificios, que si hoy están en pie es justo por la actitud de Eusebio, que tuvo que enfrentarse como Quijote moderno a no pocos “molinos socialistas” – aquí convendría decir “moledores socialistas” -, de esos que literalmente les importa un bledo la arquitectura y la historia, y destruyen y dejan destruir no pocos inmuebles desde la más absoluta inacción e irrespeto por el patrimonio arquitéctonico de la ciudad. Basta mencionar dos ejemplos: el Hotel Trotcha y la casa donde murió el Generalísimo Máximo Gómez; el primero ya hecho ruinas; el segundo en vías de serlo.

Decir que los últimos 60 años de La Habana han sido los mejores es cuando menos una absoluta falta de respeto a la historia; pero ya sabemos que los cuadros dirigentes del país agarran cualquier artilugio político para engañar la multitud reunida y engatusar – o intentarlo – a la alta cúpula del gobierno si esta se encuentra presente, ganándose así el favor o un aplauso ocasional. El Granma, como ya sabemos, es prolijo en recoger ese tipo de declaraciones.

La única vez que el heraldo oficialista “se saltó el libreto”, le costó el puesto a su director Pelayo Terry Cuervo.


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