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Los tres goles que el argentino Lionel Messi les encajó este fin de semana al Sevilla lo consolidaron como lo que es y todo el mundo sabe: un AS del fútbol mundial.

Del integrante del Fútbol Club Barcelona se podrán decir millones de cosas más de las que ya se han dicho. Buenas y malas. “Pecho frío” y genio. Pero lo que nadie puede poner jamás en tela del duda es que, cuando las condiciones son medianamente propicias – estado de ánimo personal, planteamiento táctico del rival en la cancha, voluntariedad de sus compañeros en la cancha – el argentino sabe enchufarse y hacerlo como pocos saben hacerlo.

Hablar de sus goles es tarea complicada. Ninguno de ellos se parece al otro, a no ser por la carga de explosividad y dinamismo que Lio le imprime a cada uno. Ya sea en jugadas que arrancan iniciadas por él, ya sea siguiendo la jugada desde el comienzo y llegando al punto exacto donde rematar a puerta… Messi es el amo del fútbol, aunque a muchos le pese. Aunque algunos hablen del luso Ronaldo, u otros lo hagan de la promesa – cada vez más cierta – del francés Mbappé.

Sin dudas, Lio parece estar decidido a enviarle un mensaje a los dioses del fútbol.

Hey, Pelé, Maradona, Puskas, reservarme un espacio ahí, a vuestro lado“… ese es el SMS imaginario que se me antoja pudo enviar Messi en las últimas horas tras su fenomenal actuación frente al Sevilla y que lo situan a las puertas de otro trofeo al mejor futbolista del año. Con 50 goles esta temporada, seis por delante de Mbappé, y sin Mundial ni Eurocopa a la vista, su ventaja parece ya definitoria

Su gol de media bolea – con pierna zurda – a la altura del minuto 26, es un auténtico golazo, que a muchos recuerda ese otro anotado por Zinedine Zidane en el año 2002 en la final de la Champios League que enfrentó, ese año, al Real Madrid contra el Bayern Leverkussen.

El tanto de Messi, que sirvió para el empate ante el Sevilla – adelantado en el marcador gracias  Jesús Navas – fue un adelanto de lo que vendría después: otra pelota colocada donde no podía atajarla nadie, esta vez de derecha, marcó el empate ya en el minuto 68´, y la tranquilidad para un Barcelona que presionaba y presionaba en busca de la igualada.

Faltando 5 minutos para el final, el argentino agarró una pelota “mordida” tras un rechazo de un defensa y convirtió el 3ero, tocándola lo justo, suave, ante la salida del arquero Vaclik.


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